Evangelio de hoy
VIERNES DE LA 4ª SEMANA DEL TIEMPO DE CUARESMA
Evangelio según San Juan 7, 1-2. 10. 14. 25-30
“Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió”
Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Chozas. Cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver. Promediaba ya la celebración de la fiesta, cuando Jesús subió al Templo y comenzó a enseñar. Algunos de Jerusalén decían: “¿No es este Aquel a quien querían matar? ¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es”. Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: “¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió”. Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora. Palabra del Señor.
Meditación
El mandamiento primero de todos. Oímos en el corazón, “busquen su rostro”. Un rostro sereno, compasivo, bondadoso y firme, en quien no hay engaño. No hace mucho tiempo que los esposos, amigos, familias y amigos, con facilidad hacían pactos, estaban de acuerdo. Hoy hace faltan acuerdos de verdad
El contexto actual se presta a buscar la “vanagloria o mundanidad”. Como dice Papa Francisco: “se conforman con tener algún poder y prefieren ser generales de ejércitos derrotados antes que simples soldados de escuadrón que siguen luchando. Soñamos con planes apostólicos expansionistas, meticulosos y bien dibujados. Así negamos nuestra historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de constancia en el trabajo te cansa” (Evangelii gaudium, oscura mundanidad, nn 93. 95-97).
Los adelantos de la ciencia y la tecnología son una valiosa conquista, al servicio del hombre. Pero algunos se apropiarse de ellos, so pretexto de ideologías y populismo. Cuando las cosas no tienen el sello de Cristo muerto y resucitado, de los sentimientos de Cristo, “ya no hay fervor evangélico, sino el disfrute espurio de una autocomplacencia egocéntrica”.
Yo soy el señor, Dios tuyo; escucha mi voz!
Ojalá me escuchaste mi pueblo
y caminaste Israel por mi camino.
Los alimentaría con flor de harina,
los saciaría con miel silvestre.
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