Evangelio de hoy

Jueves de la 4° Semana de Pascua

Santos Nereo y Aquiles, Mártires| San Pancracio, Mártir.

Evangelio según San Juan 13, 16-20

“El que reciba al que yo envíe me recibe a mí”

Antes de la fiesta de Pascua, Jesús lavó los pies a sus discípulos, y les dijo: “Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican. No lo digo por todos ustedes; yo conozco a los que he elegido. Pero es necesario que se cumpla la Escritura que dice: ‘El que comparte mi pan se volvió contra mí’. Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que yo Soy. Les aseguro que el que reciba al que yo envíe me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió”. Palabra del Señor.

Meditación

En la Última Cena acontece el lavatorio de los pies, donde Jesús muestra a sus discípulos cuál debería ser la actitud de un verdadero servidor, quien ama desinteresadamente, así como Jesús quien vino no a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate por muchos (cf. Mt 20,28). Su servicio lo hace con humildad y de corazón. Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, regresó a la mesa y les expresó: ¿Comprenden lo que acabé de hacer con ustedes? Si yo siendo el Maestro les lavo los pies es para que ustedes también se laven los pies unos a otros (cf. Jn 13,1-15). Con este gesto se despoja de su señorío, mostrando actitud de humildad y de donación a sus amigos, misioneros, y hagan lo mismo entre ellos y con los demás. Hoy se realiza el lavatorio de los pies en los hospitales, en las calles, en las casas, y tantos lugares, donde Jesús mediante un hermano nos está lavando los pies a través de un servicio específico, pues “el que no vive para servir, no sirve para vivir”.

Existe una cadena de envíos. La misión de Jesús es el primer eslabón de una cadena de envíos: el Padre envía a su Hijo; el Hijo envía a sus discípulos; los discípulos seguirán siendo los enviados de Jesús a lo largo de la historia. Jesús dijo: “así como el Padre me envió, yo los envío a ustedes” (Jn 20,21). Jesús nos sigue diciendo: “el que reciba al que yo envíe me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió”: al recibir a cualquier servidor, a cualquier misionero, estamos recibiendo al mismo Jesús y si recibimos a Jesús, recibimos al Padre. Invitación a que tengamos la mirada de fe, para ver a Jesús en el hermano.

Perdón Señor porque muchas veces solo queremos ser servidos y no servir; porque esperamos todo de arriba, que se nos solucionen todos nuestros problemas, olvidándonos de las muchas facultades que nos has regalado para servir en el mundo. Ayúdanos a ser leales, a nunca traicionar a nadie y servir a todos con alegría y humildad. Gracias por enseñarnos a servir con sencillez a todos, pero particularmente a los más necesitados y por amarnos tanto al confiar en nosotros con el envío misionero para llevar amor siempre, en todas partes y con todos. Amén.