Evangelio de hoy
VIERNES DE LA SEMANA 3ª DEL TIEMPO ORDINARIO DURANTE EL AÑO
Memoria de los santos Timoteo y Tito, obispos
Evangelio según San Marcos 10, 1-9
“¡Que descienda la paz sobre esta casa!“
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados, que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!”. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: ‘El Reino de Dios está cerca de ustedes’”. Palabra del Señor.
Meditación
Los ciclos del agua y de la semilla, signos del Reino. Los discípulos y/o apóstoles soñaban, esperaban y luchaban por vivir de las condiciones del Reino de Dios, aunque era diversa la forma de realizarla.
Los espacios y los tiempos están en las manos del Señor. El ciclo de la semilla, la parábola del sembrador y el ejemplo de los trabajadores en la viña del Señor son paradigmáticos (etim. hacia el patrón o según el modelo o como el ejemplar). El hombre siembra, duerme de noche y se levanta a la mañana; con la esperanza que germine y vaya creciendo, “sin que él sepa cómo”. Se cosecha y selecciona la semilla para el sgte.ciclo de producción. Una hermosa y paciente labor con la gracia de Dios.
El Señor nos modela y guía hasta que le pedimos que “Él mismo la lleve a término su obra”. La expresión del Papa Francisco, “el gusto de ser pueblo” es una invitación a imitar las actitudes fundamentales de Jesús en la tarea de la evangelización. Aprovechemos para orar y trabajar este año por este anhelo.
¡Misericordia, Señor: hemos pecado!
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra Ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
Hazme oir el gozo y la alegría,
que se alegren mis huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
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