Evangelio de hoy

VIERNES DE LA 3ª SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Marcos 4, 26-34

 “¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ”

Jesús decía a sus discípulos: “El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha”. También decía: “¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra”. Y con muchas parábolas como éstas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo. Palabra del Señor.

Meditación

Hoy día tenemos por todas partes la luz eléctrica, que cuando llega la noche se puede iluminar cualquier lugar oscuro. En época de Jesús no había luz eléctrica, entonces utilizaban unas lámparas que se colocaban colgando en un lugar estratégico de la casa para que pueda iluminarla correctamente. Al usar Jesús esa imagen, la luz es la Palabra de Dios que puede iluminar la vida de cada persona que está en las tinieblas, hace notar lo que hay, aunque esté en la oscuridad, llega la luz de la Palabra y podremos ver todos con los ojos del alma y del corazón, con los ojos de la fe. A la Palabra de Dios no hay oscuridad que le pueda frenar. Tenemos el ejemplo de San Pablo quien incluso estando en la cárcel escribió y siguió evangelizando. Cualquier situación de dolor, angustia, desesperación, la Palabra podrá iluminar y ayudar a que mejoren las cosas.

Eso requiere humildad, para no creernos superiores, ni estar juzgando a los demás con la luz un tanto débil que cada uno de nosotros tenemos. La pregunta obligatoria para todos es ¿qué medida estamos usando con los demás? ¿Es una medida que pretende ser más laxa con nosotros y más exigente con los demás? Que nuestra medida sea generosa, desbordante de amor misericordioso, pues al final de nuestras vidas es la medida que se llegaría a usar con nosotros mismos. Como lo había dicho el Papa Francisco, que nosotros ya hemos sido misericordiados por Dios, por ello, tenemos esa responsabilidad de compartir el amor recibido, pues amor con amor se paga. En este mundo en donde prima la venganza y la violencia, el Señor nos enseña que a través del amor se puede resolver los problemas entre hermanos. Sólo el perdón podrá cortar una cadena de violencia y de venganza entre hermanos y entre los seres humanos.

Perdón Señor porque muchas veces nos cuesta encarnar en nosotros tu Palabra para que pueda iluminar cualquier situación de nuestra vida y la de los demás. Ayúdanos a que se note tu Presencia y tu Palabra a través de gestos y palabras llenos de misericordia, sobre todo con los más necesitados de nuestra historia. Gracias por enseñarnos que la medida que usamos es la que se usará con nosotros, y te decimos Señor, que nosotros esperamos la medida del Amor que ama sin medidas. Amén.