Hermanas y hermanos
Este es un día muy especial. Desde temprano han estado reunidos comunicadoras y comunicadores venidos de todos los rincones del país, en una feliz iniciativa de la Pastoral de la Comunicación de la Conferencia Episcopal Paraguaya y de la Asociación de Comunicadores Católicos- SIGNIS Paraguay, para reflexionar, conversar y comprometerse con los desafíos que el Papa Francisco nos entrega hoy, día de la Ascensión, en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Les doy la más cordial bienvenida a la arquidiócesis de Asunción y a esta Catedral Metropolitana. Felicidades.

La ascensión del Señor marca una etapa nueva y definitiva para los apóstoles. El Señor resucitado ya no aparecerá más, sino que sube al cielo para interceder por los hombres ante el Padre. Jesús se despide de los discípulos definitivamente con un encargo: «Id por el mundo entero a proclamar el mensaje por todas partes».

No serán sólo palabras los que proclamen el mensaje de Vida a quienes se presten a oírlos. Su anuncio irá acompañado por unas señales, y sobretodo es testimonio de vida que le darán credibilidad, que serán por sí mismas Buena Noticia.

La prueba de que alguien habla en nombre de Jesús, serán palabras que salgan de un corazón libre, comprometido con la libertad de los hombres y la liberación de los pueblos; su vida deberá mostrar que sólo el amor es importante y que sólo el amor -no el poder, ni el prestigio, ni el dinero- es la fuerza de la que se vale para anunciar el mensaje de Jesús; y su fe apasionada por la vida debe manifestarse no sólo en la defensa de la vida de los que todavía no han nacido, sino, sobre todo, en la defensa de los que malviven por culpa de una inequidad social estructural que convierte este mundo en un verdadero valle de lágrimas, compartiendo con ellos la propia vida en el esfuerzo por construir una existencia que, con verdad, pueda llamarse vida. Vida digna y vida plena.

Hace 33 años, el 26 de abril de 1991, fue brutalmente asesinado el periodista Santiago Leguizamón, cuyo legado perdura en su valiente expresión: “prefiero la muerte física a la muerte ética”. En su memoria y legado se estableció el día del Periodista en Paraguay. Estas palabra y su vida sellan y firman el significado de la ética periodística.
Marcelo Daniel Pecci Albertini, el 10 de mayo de 2022, fue vilmente asesinado. Marcelo con su vida también, nos dice que la ética del compromiso con la justicia no podrán acallar las balas de la muerte. Marcelo Pecci, abogado y fiscal paraguayo, se distinguió por su participación en la investigación de numerosos casos de índole delictiva de alta notoriedad, centrados principalmente en cárteles de drogas, tanto a nivel nacional e internacional. La muerte no apagó su voz ni su legado como mártir de la justicia, todo lo contrario. Mas puede la vida ética que la muerte cobarde. La ciudadanía exige que estos crímenes no queden impunes.

El ejercicio del periodismo, de la comunicación, la búsqueda de la justicia y la ética, (decencia y honradez) para anunciar la vida sobre la muerte, exige sin dudas coherencia de vida, valentía, y compromiso con la verdad. Jesús nos dice (Mateo 10:28) «Y no teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la muerte eterna, en el fuego que no se apaga. Eso entendieron y padecieron los discípulos mártires de la comunicación, no temer la muerte, como tantos otros mártires, que arriesgan sus vidas, periodistas éticos en situación de guerras, manipulaciones, extorsiones y corrupciones.

El compromiso profesional con la verdad es arduo, no siempre es fácil, por factores internos y externos que influyen en su trabajo cotidiano. Vivimos tiempos difíciles en el mundo y en el país.

El 5 de diciembre de 1963, el Papa San Pablo VI y los padres conciliares promulgaron el Decreto “Inter Mirífica”, sobre los medios de comunicación social y, en el número 18 manda que, para dar mayor eficacia al apostolado de la Iglesia en relación con los medios de comunicación, debe celebrarse en todas las diócesis del mundo un día dedicado para que los fieles sean formados en sus obligaciones ante tales medios; sean invitados a orar por esta causa y entregar una limosna para sostener y fomentar el apostolado de la comunicación (cfr. Concilio Vaticano II, Decreto Inter Mirifica, n° 18).

Esto es lo que estamos celebrando hoy y desde hace 58 años, el día de la Ascensión, cuyo mandato es llevar la buena noticia, el Evangelio, a todos, tal como hemos meditado a partir de las lecturas que la Iglesia nos propone para la liturgia de este domingo.
En varios de sus mensajes y exhortaciones, el Papa Francisco ha puesto en el centro de la reflexión de la Iglesia y de las personas de buena voluntad el tema de la Inteligencia Artificial y lo que puede implicar para el ser humano y para el mundo este avance superlativo de las tecnologías.

Tanto en a exhortación apostólica Laudate Deum, en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz y para esta Jornada de las Comunicaciones, el Santo Padre se refiere a la necesidad de ponerle corazón a la tecnología. Un corazón atento a Dios y sensible a los hermanos. La tecnología no es neutra, depende del corazón humano que su uso e influencia sea para el bien o para el mal.

El avance vertiginoso en cuanto a las posibilidades infinitas de la tecnología está en pocas manos y si no se encuadra dentro de los límites éticos y legales, pueden ser un instrumento de destrucción del ser humano y del mismo planeta.

A los comunicadores que participaron de los encuentros de reflexión, les exhorto a ser agentes multiplicadores del mensaje y las reflexiones del Santo Padre en el ámbito de las comunicaciones y desde su responsabilidad ciudadana, compartir los desafíos que nos plantea este y otros temas relacionados con las posibilidades y limitaciones de las tecnologías, siendo agentes formadores en sus grupos y comunidades.

Invito a todos los fieles y a las personas de buena voluntad a leer y meditar sobre las reflexiones y recomendaciones que nos entrega el Santo Padre en este y otros mensajes sobre la Inteligencia Artificial. Es bueno informarse y formarse sobre este tema.

Junto con Benedicto XVI, les digo: necesitamos afirmar la ciudadanía de Dios también en las autopistas digitales. Es urgente y necesario anunciar la buena noticia también y cada vez más, a los habitantes del continente digital.

Hoy, Ascensión de Jesús, es una ocasión providencial para llenarnos de alegría por todo lo que Dios ha puesto en nuestras manos… y empezar a compartirlo con todos los hombres. Especialmente con los más pobres, con los que más sufren, con los más necesitados.

Así sea.

Asunción, 12 de mayo de 2024.

+ Adalberto Card. Martínez Flores
Arzobispo Metropolitano de Asunción