Jubileo Peregrinos de Esperanza 

En el marco de nuestro novenario, el Cardenal Adalberto Martínez Flores presidió el quinto día con el mensaje: «Los jóvenes son la alegría y la esperanza de la Iglesia en el Paraguay y del mundo, también los diáconos son la alegría del servicio y esperanza de la Iglesia en el Paraguay y del mundo».

“Bienvenidos a la alegría, y se siente profundamente en el corazón, el júbilo, el jubileo de celebrar esta fiesta eucarística. Como decía el Beato Carlo Acutis: ‘La Eucaristía es la autopista para llegar al cielo’. La autopista, las calles que caminamos esta mañana, peregrinando como un solo pueblo, una sola familia, en oración y reflexión, nos introducen a la puerta del templo para experimentar el camino del cielo, alimentándonos de la fuerza vital de nuestra fe: Jesucristo el Señor”, expresó.

Recordó la gran vigilia del jubileo de los jóvenes, el pasado 2 de agosto con el Papa León XIV, donde “más de un millón de jóvenes, llegados de 146 naciones, se veían como una constelación de luces… en el silencio de la adoración eucarística, con los ojos fijos en la pequeña hostia… en medio de otros cielos oscuros y amenazantes, es posible otro cielo despejado de males, cielos de esperanzas, de un mundo de fraternidad y solidaridad”.

En sus palabras, el Cardenal citó también al Papa: “Cuando el instrumento domina al hombre, el hombre se convierte en un instrumento: un instrumento de mercado y, a su vez, en mercancía. Solo relaciones sinceras y lazos estables hacen crecer historias de vida buena… El camino para realizarnos como personas es dar la vida”.

Asimismo, invitó a reflexionar sobre la pregunta: “¿Dónde está nuestro corazón?”, recordando el ejemplo de San Lorenzo, diácono y mártir, quien consideraba a los pobres como los verdaderos tesoros de la Iglesia. “La diaconía es el delantal de Jesucristo que no vino a ser servido, sino a servir”, afirmó.

Con un mensaje final a los jóvenes, compartió las palabras del Papa: “Jesús es el amigo que siempre nos acompaña… Sirvan a los pobres… Quédate con nosotros, Señor, porque sin ti no podemos hacer el bien que deseamos… Tu palabra es una luz más brillante que cualquier estrella, que ilumina incluso la noche más oscura”.