“ID Y PROCLAMAD QUE EL REINO DE DIOS HA LLEGADO”
Hermanas y hermanos en Cristo:
Para la Iglesia que peregrina en Paraguay ha sido y es una gran alegría recibirles y compartir estos días de estudio, reflexión e intercambio de experiencias sobre una de las dimensiones esenciales de la misión evangelizadora de la Iglesia, que es el anuncio de la Palabra, para que nuestros pueblos crean en Jesucristo y se salven.
Dijo Jesús a sus apóstoles: «Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios.”
En el cumplimiento de este mandato, es fundamental la catequesis. Sin catequistas, discípulos misioneros, ¿cómo llegará a las gentes la fuerza salvadora de la fe en Cristo? Dice el Apóstol: “todo el que invoque el nombre del Señor se salvará (…) Ahora bien, ¿cómo van a invocar a aquel en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en él, si no se les ha anunciado? ¿Y cómo va a ser anunciado si nadie es enviado? Por eso dice la escritura: ¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian buenas noticias! (Romanos 10,13-15).
La fe viene a través de escuchar el mensaje de salvación, y sin alguien que predique, ese mensaje no llegará a quienes no conocen a Dios.
Vivimos en un cambio de época. Por eso, agradecemos el trabajo que viene realizando la Sociedad de Catequetas de América Latina y el Caribe (SCALA), con estos estudios que permiten a la Iglesia llegar con la alegría del evangelio a los nuevos ambientes para que, con fidelidad doctrinal, sin embargo, piense en propuestas y métodos adecuados a las exigencias de nuestro tiempo.
El Documento de Aparecida aborda este cambio de época como un desafío para la Iglesia, instando a una renovación pastoral y misionera. Se enfatiza la necesidad de una conversión pastoral, una mayor conciencia de la realidad cultural y social, y una apertura al diálogo intercultural y a la diversidad.
En este contexto, en bueno recordar las palabras del Señor cuando, por medio de esta frase, nos invita a ser creativos en la evangelización: “A vino nuevo, odres nuevos” (Mc 2,22).
Hoy se cumplen 10 años de la visita al Paraguay del querido papa Francisco, de feliz memoria. En la catequesis y en toda la acción pastoral de la Iglesia es bueno recordar e impulsar el sueño, al que dedicó los mayores esfuerzos de su pontificado: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual… la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas las estructuras se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad” (EG, 27).
El Papa Leon ayer les exhortaba, “Renovar, a partir del conocimiento amoroso de Cristo, el deseo de anunciarlo, de “evangelizar”, y de llevar a otros al “sí” de la fe en él, siendo transparencia de su presencia viva”.
Está renovación Francisco también nos enseñó: “Una pastoral en clave misionera no se obsesiona por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia. Cuando se asume un objetivo pastoral y un estilo misionero, que realmente llegue a todos, sin excepciones ni exclusiones, el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario. La propuesta se simplifica, sin perder por ello la profundidad y verdad, y así se vuelve más contundente y radiante” (EG, 35) … “Por ello, cabe recordar que todo adoctrinamiento ha de situarse en la actitud evangelizadora que despierte la adhesión del corazón con la cercanía, el amor y el testimonio” (EG,42).
Para alcanzar este propósito, se vuelve de suma importancia el trabajo y el valioso aporte de ustedes, los catequetas.
En nuestra carta pastoral, publicada al inicio de la cuaresma 2025, hemos asumido algunas de las líneas de acción que han surgido de la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, en la dimensión carismática y misionera, y nos propusimos: promover el encuentro con Jesucristo mediante una acción misionera creativa que favorezca nuevas formas de acercamiento a las personas alejadas de la fe; promover la renovación de la catequesis como encuentro con Jesucristo vivo, formando especialmente en el compromiso comunitario y social de la fe; pasar de una catequesis centrada en la preparación para recibir los sacramentos a una catequesis que forme cristianos identificados con los pensamientos, sentimientos, actitudes, decisiones y proyectos de Jesús, al servicio del Reino de Dios.
El Paraguay está considerado como el país más católico de América Latina y el Caribe. Sin embargo, vemos y sentimos la falta de coherencia entre la fe y la vida de los bautizados. Por ello, necesitamos trabajar por una vivencia de la fe cada vez más madura, buscando que cada persona experimente una conversión que la lleve a un mayor compromiso con las necesidades de su entorno y a la coherencia con su identidad cristiana.
Vuelvo al pensamiento de Francisco que afirmaba: “Evangelizar es hacer presente en el mundo el Reino de Dios. Pero ninguna definición parcial o fragmentaria refleja la realidad rica, compleja y dinámica que comporta la evangelización, si no es con el riesgo de empobrecerla e incluso mutilarla”. Y se refirió concretamente a la necesidad de explicitar la dimensión social de la evangelización; porque si no se la explicita, se corre el riesgo de desfigurar el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora (cfr. EG,176).
La catequesis debe conducir a la Eucaristía, culmen de nuestra fe; y la Eucaristía, necesariamente, impulsa a los bautizados a la misionariedad y a la práctica de la caridad, que no es limosna, sino que implica escuchar el clamor de los pobres y trabajar por su liberación y por su promoción humana integral.
Una buena y adecuada catequesis está íntimamente ligada a las otras dos dimensiones esenciales de la evangelización. Benedicto XVI enseñaba que “La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios; celebración de los sacramentos y servicio de la caridad. Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra. Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia.” (Deus cáritas est,25).
Quisiéramos subrayar la importancia de promover y cultivar la vida espiritual de los bautizados, para que su fe esté arraigada en el encuentro personal con Jesucristo y, a partir de allí, puedan enfrentar los desafíos que nos presenta el mundo actual y dar razón de su esperanza, de su fe, que los impulsa a la caridad. Necesitamos una espiritualidad encarnada que nos lleve a la periferia, al encuentro con las víctimas de las injusticias sociales. Sentimos con fuerza la necesidad de instalar, impulsar y fortalecer la dimensión social del Evangelio en la vida cristiana y en toda la misión evangelizadora.
En este sentido, la catequesis es clave, porque la semilla se siembra en los procesos de iniciación a la fe (cfr. Mt 13,1-9; Mc 4,1-9; Lc 8,4-8), cuando se forma el corazón del cristiano y el sentido de la Iglesia como escuela de caridad, hospital de misericordia y fermento de transformación en su propio territorio y en la sociedad.
La finalidad es la instauración del Reino de Dios. La Iglesia existe para evangelizar; esto implica que todas sus estructuras y sus acciones pastorales deben constituirse en medios adecuados para cumplir eficazmente esa misión.
Nos encomendamos a la intercesión de la Patrona del Paraguay, Nuestra Señora Santa María de la Asunción.
Asunción, 10 de julio de 2025.
Adalberto Cardenal Martínez Flores
Arzobispo Metropolitano de Asunción
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