Orientaciones Pastorales – 19 de julio del 2022

Queridos hermanos sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos y fieles cristianos:

Como bien sabemos todos, cada 26 de julio la Iglesia Católica celebra la fiesta de los padres de la Santísima Virgen María y abuelos de Jesús, San Joaquín y Santa Ana. Ambos eran personas de profunda fe y confianza en Dios, y fueron los encargados de educar a su hija, María.

El Papa Francisco ha puesto de relieve que “los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido la fe y el amor de Dios, en el calor de la familia, hasta María que acogió en su seno al Hijo de Dios y lo dio al mundo. ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!”

1- Les invito a unirnos a todos los abuelos y a los adultos mayores, en la oración, con gestos de cercanía, ternura y solidaridad. La ancianidad –nos dice el Papa Francisco– es una etapa de la vida que da miedo, y en vez de prepararla y ayudar a vivirla se tiende a arrinconarla, descartarla, y evitarla. En cambio, es necesario afrontarla, y requiere “interpretarla para ofrecer proyectos de existencia, a no esconder las arrugas y fingiendo que somos siempre jóvenes, por otra, parece que no nos quedaría más que vivir sin ilusión, resignados a no tener ya frutos para dar” (Mensaje del Santo Padre Francisco).

Es importante resaltar el papel educativo de los abuelos en la familia, ya que son depositarios y, con frecuencia, testigos de los valores fundamentales de la vida. En una sociedad que tiende a descartar a los ancianos, es importante tener presente que el Señor no los descarta, es más, los llama a seguirlo con una vocación muy particular: la de la vida ascendente; es decir, la vida que se enriquece cada día.

2- Quisiera para la Arquidiócesis de Asunción una justa valoración para el futuro de los jóvenes, que expresen su cercanía y visiten a los abuelos y a los adultos mayores en ese día. También quisiéramos una “atención pastoral prioritaria a la familia, donde se forja el carácter del ser humano, se da el proceso de socialización y se adquieren los valores fundamentales que orientarían las relaciones de cada persona con Dios, con la naturaleza y con los demás.

Familias donde se practica el amor la solidaridad, el perdón, la tolerancia, el respeto, la responsabilidad, la honestidad, que darán fruto, personas sanas de alma y corazón, ciudadanos íntegros y cristianos comprometidos con el prójimo” (Carta Pastoral 2022).

Son muchos los testimonios con los que nos encontramos de ancianos creyentes, conscientes de su vocación en la vida; una vocación que continúan madurando y enriqueciendo que con el paso del tiempo, poder ponerla como un tesoro para un mundo que, si no fuera por ellos, perdería la memoria de sus mejores valores.

El Papa Francisco en su mensaje para esta Jornada invita a los abuelos y a los mayores a seguir dando fruto y les propone vivir de manera particular la dimensión de la oración. Esta –señala el Santo Padre– es “el instrumento más valioso que tenemos, y que es el más apropiado para nuestra edad”. Y es que una “invocación confiada puede hacer mucho, puede acompañar el grito de dolor del que sufre y puede contribuir a cambiar los corazones”. ¡Qué niño no ha aprendido a persignarse o a rezar de la mano de su abuela!; ¡Qué joven no se ha sentido arropado por la oración de sus abuelos ante cualquier examen o situación difícil!; ¡Qué abuelos no han pedido la intercesión de María por sus nietos cuando los han visto tomar caminos equivocados!

3- En esta ocasión les solicito cordialmente que velemos por nuestros adultos mayores, por nuestros abuelos y por nosotros mismos. “Una conversión que desmilitarice los corazones permitiendo que cada uno reconozca en el otro a un hermano. La felicidad es un pan que se come juntos –dice el Papa Francisco– y que, envejecer no es una condena es una bendición. Hagamos pues gestos concretos con los jóvenes, las familias y diversas acciones pastorales en red a que nadie viva ese día en soledad. Acompañemos la revolución de la ternura, a fin que “siendo mayores y abuelos no abandonen la barca, y se realice la promesa del salmo: En la vejez seguirá dando frutos (Salmo 92, 15).

Este año, además, la Jornada Mundial de los abuelos y mayores llega con un regalo: la Penitenciaría Apostólica ha concedido la Indulgencia Plenaria a todos los ancianos que participen en las liturgias celebradas con motivo de la Jornada, y a todos aquellos que en los días inmediatamente anteriores o posteriores visiten a un anciano que esté solo. La visita, de hecho, escribe el Papa Francisco en el mensaje para la Jornada, « ¡es una obra de misericordia de nuestro tiempo!».

Les agradezco y felicito desde ya, a los abuelos y a quienes cooperen a esta jornada de compromiso, de esperanza, y pidamos por la intercesión de los padres de la Santísima Virgen María, San Joaquín y Santa Ana, para que acojamos con amor a nuestros abuelos y a nuestros adultos mayores, con la bendición de Dios, Padre de Jesús, y de la Virgen de La Asunción.

 

Mons. Adalberto Martínez Flores

Arzobispo Metropolitano