Evangelio de hoy

MARTES DE LA SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA

Evangelio según San Juan 17, 1-11a

“Glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti”

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús levantó los ojos al cielo, orando así: Padre, ha llegado la Hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que él diera Vida eterna a todos los que tú les has dado. Esta es la Vida eterna: Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera. Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra. Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti, porque les comuniqué las palabras que tú me diste: Ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos: No ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado. Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Palabra del Señor.

Meditación

     Que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado Jesucristo. La oración (ñembo´e) de Jesús es una acción sencilla, verdadera, profunda. Manifiesta todo su ser y sentir hacia el único Dios verdadero. Ruega ser glorificado como Él mismo ha glorificado a Dios, Padre. La gloria en la Biblia designa el valor real, la importancia, y el respeto de una existencia personal y comunitaria, mientras que para los griegos como para nosotros, designa la fama.

    En esta oración no menciona al Espíritu Santo, pero no existe oración sin el Espíritu Santo. “Cuando oramos nos santificamos. Con el Espíritu de Dios y Espíritu de verdad, sentimos y nos elevamos hacia la naturaleza divina. Hacemos experiencia y conocemos al Espíritu firme, generoso, Santo, que son sus apelativos propios y peculiares. Hacia Él tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa. Su soplo es para quienes sienten necesidad como un soplo, a manera de riego, que ayuda en la consecución de su fin propio y natural” (San Basilio, sobre el Espíritu Santo, 9, 22).

     ¿Cómo no re-conocer, desear y preparar las confirmaciones y la fiesta de Pentecostés? Las oraciones del Padrenuestro, el Rosario, la Coronilla y otras inspiradas y compuestas por los santos y por la Iglesia, son espacios del Espíritu y oportunidades humanas. Invoquemos, “Ven Espíritu Santo, por María”.

Tu derecha me salva, Señor!

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,

porque escuchaste las palabras de mi boca;

delante de los ángeles tañeré para ti;

me postraré hacia tu santuario.