Evangelio de hoy
MIÉRCOLES DE LA VI SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
Evangelio según San Marcos 8,22-26
«Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista»
Cuando Jesús y sus discípulos, llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara. Él tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: “¿Ves algo?” El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: “Veo hombres, como si fueran árboles que caminan”. Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: “Ni siquiera entres en el pueblo”. Palabra del Señor.
Meditación
Así como el caso del “sordomudo” (cf. Mc 7,31-37), Jesús utiliza gestos como se hacían en la magia. Pero Jesús no hace magia, sino que está usando el lenguaje gestual, para que su destinatario, el ciego, pudiese entender lo que está haciendo. La intención es que el ciego pudiese ser bien consciente de lo que estaba sucediendo y por suceder. Jesús está curando al ciego con un rito de imposición de sus manos y le pone su saliva en los ojos. La imposición de manos significaba autoridad, colación de poder, considerada ciertamente como un rito religioso. Al realizarla el Señor, señala que su proceder curativo no provenía de ningún curanderismo, sino de la virtud recibida del Padre, pues “salía de Él y curaba” (Lc 4,40).
Esta curación no se realiza de repente al instante ya totalmente, sino que se hace en un proceso, en donde notamos dos momentos: en un primer momento, el ciego logra ver un poco confusamente, esto es, confunde a los hombres con los árboles, así como los niños cuando hacen los primeros dibujos; recién en un segundo momento dicha curación llega a ser completa. Si bien el milagro es una acción extraordinaria de Dios, sin embargo, en este caso, se acomoda al curso normal de la recuperación natural, haciendo notar que se trata de un camino, de un proceso. En ese primer momento, no se logra una vista total y perfecta, sino el inicio: tal vez se alcanza a ver al ser humano, su dignidad y lo que conlleva, la naturaleza, etc.
Atención: no queramos interpretar que la curación gradual del ciego sea el resultado de que al Señor no le resultó bien en el primer intento que hizo, como si su poder no fuera suficiente. Lo que nos muestra es su proceder con un sentido educativo, pues también tiene un fin pedagógico. Cualquier discípulo va pasado de la ceguera a la iluminación paulatinamente, es decir, gradualmente se le va viendo a la Persona y comprendiendo la misión mesiánica de Jesús. Todos necesitamos ser curados de nuestra ceguera para lograr verle a Dios en los hombres, en la creación, en los acontecimientos, descubriendo los signos de los tiempos. Es más, esta curación del ciego es un signo de los tiempos mesiánicos (cf. Is 35,5). Es importante dejarnos imponer las manos y tocar por el Señor para que nos vaya sanando de cualquier ceguera que tengamos y logremos mirar con fe más allá de todo lo que se nos manifieste a simple vista.
Perdón Señor porque nos cuesta reconocer nuestra ceguera y acercarnos a Ti para que nos impongas las manos insuflándonos tu Espíritu iluminando nuestras tinieblas del error y del pecado. Ayúdanos con tu Gracia a seguir un camino, un proceso en donde Tú nos vayas abriendo los ojos para ver con Misericordia a quienes más necesitan de tu amor compasivo. Gracias por agarrarnos de las manos y conducirnos por el camino de la salvación hasta entender desde la fe el misterio de que sigues misionando con amor. Amén.
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