Hoy, 9 de septiembre, se cumplen cinco años del secuestro del ex vicepresidente de la República, Óscar Denis. Este doloroso aniversario nos convoca a todos: a sus familiares, a las autoridades, a las personas de buena voluntad y a toda la ciudadanía paraguaya.

El pasado 30 de agosto se conmemoró el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. En nuestro país y en el mundo todavía son demasiados los que sufren el drama de la desaparición, el secuestro y la privación injusta de la libertad. Oramos de manera especial por Edelio Morínigo, Félix Urbieta, Óscar Denis y tantos otros hombres y mujeres, cuya ausencia es herida abierta en el corazón de sus familias y de toda la sociedad.

En esta fecha queremos destacar el coraje, la persistencia y la valentía de la familia Denis, así como de las demás familias que siguen buscando a sus seres queridos desaparecidos. Recordamos también la carta abierta que en la mañana de hoy dieron a conocer las hijas de Óscar Denis, en la que reclaman justicia y piden a las autoridades incrementar los esfuerzos para lograr la liberación de su padre o esclarecer definitivamente su situación. Su voz se suma al clamor de todo un pueblo que no se resigna al silencio ni a la impunidad.

Hacemos un llamado a las autoridades nacionales a redoblar los esfuerzos, a disponer de todos los recursos necesarios y a mantener firme el compromiso de esclarecer los hechos y lograr el retorno de los desaparecidos.

Al mismo tiempo, apelamos al sentido humanitario de quienes mantienen en cautiverio a personas inocentes: que escuchen la voz de la conciencia, que abran su corazón a la compasión y a la misericordia, y que colaboren indicando su situación.

Aquí recordamos la súplica ardiente de San Pablo VI, durante el secuestro de Aldo Moro en 1978:

“Os lo ruego de rodillas: liberad al hombre inocente e indefenso. A él no lo ata ninguna culpa; escuchad el grito de la humanidad entera.”

Hoy, unimos también nuestro clamor, de rodillas, al de este santo Papa, y pedimos con él y con muchos fieles que quienes tienen en cautiverio a seres humanos inocentes se dejen mover por la compasión y la misericordia, liberándolos, o al menos ofreciendo señales claras que permitan saber dónde se encuentran o, si han muerto, el lugar donde reposan sus restos.

Confiamos que estas rodillas y estas lágrimas no se doblarán en vano, porque Dios escucha el clamor de su pueblo y no abandona a los cautivos ni a quienes sufren su ausencia.

Como nación, recordamos que la Constitución Nacional nos exige preservar la vida y la dignidad de las personas. Este mandato fundamental compromete a todos: autoridades, instituciones y ciudadanía.

Hoy resuena con fuerza la voz del Salmo 67, que nos invita a confiar en Dios:

“Él da auxilio a huérfanos y viudas, y libertad a los cautivos.”

Este salmo es un canto de esperanza y de súplica: pedimos al Señor su auxilio para las familias que sufren y, sobre todo, que conceda la libertad a quienes siguen en cautiverio.

En este 9 de septiembre, en que también recordamos a San Pedro Claver como modelo de misericordia y servicio a los más vulnerables, exhortamos a la acción concreta y responsable frente a toda forma de cautiverio.

A quienes retienen a otros contra su voluntad, les exigimos el fin inmediato de esa violencia y la diligencia para garantizar la liberación y la protección de las víctimas.

A las comunidades y a las autoridades, pedimos trabajar con transparencia y decisión para esclarecer los hechos, aplicar la justicia y promover la reinserción con dignidad.

Nadie debe ser reducido ni negado en su humanidad: toda persona es imagen de Dios y merece esperanza, dignidad y oportunidades para vivir plenamente.

Finalmente, elevamos nuestra oración confiada a la Virgen María, Auxiliadora, Madre de los cristianos y auxilio de quienes hoy siguen desaparecidos o secuestrados. Que su intercesión alcance para nuestro pueblo la gracia de la libertad, la justicia y la paz.

 

9 de septiembre de 2025

 

Adalberto Card. Martínez Flores

Arzobispo de Asunción 

 

DESCARGA AQUÍ LA CARTA DEL CARDENAL