Homilía en la solemnidad de la Anunciación del Señor
Catedral Metropolitana – 25 de marzo del 2020
Queridos Hermanos y Hermanas
Alabado seas Nuestro Señor Jesucristo y su Madre Santísima, la siempre Virgen María.
Desde la Catedral de Asunción, llegue a cada uno de ustedes el saludo del Señor, la Paz de Cristo juntamente con las felicitaciones para las familias, para las embarazadas, y para quienes desde la Pastoral de vida y familia se unen en esta Eucaristía para agradecer por el día del “Niño por nacer”.
En María Santísima contemplamos la obra del Dios Creador, mediante la fuerza del Espíritu Santo en cada niño que está destinado a la vida, pues, cada niño es único, irrepetible, insustituible. La Iglesia, iluminada por la solemnidad de la Encarnación del Verbo de Dios hecho carne, contempla en cada niño por nacer la obra prodigiosa del Creador, regalándonos una nueva vida con toda la riqueza de su futuro promisor.
Conviene que meditemos el Evangelio de hoy, que nos conforta en esta misión de ser defensores de la vida, pues la vida es un tesoro inestimable que debemos cuidarla. Más, aún, en estos tiempos de calamidad por el coronavirus. Sepamos cuidarnos, pero, sobre todo, cuidar de los otros, de los más vulnerables. Es la misión que los jóvenes deben realizar en estos momentos de solidaridad.
Comparto con ustedes la riqueza del mensaje evangélico de la solemnidad de hoy.
Hemos escuchado la narración de la anunciación a María, en el día en que celebramos la Encarnación del Hijo de Dios, y por eso, también, celebramos en esta Eucaristía el día del “niño por nacer”.
La narración de la anunciación a María consta de una introducción, un diálogo y una conclusión. El diálogo, a su vez, contiene el saludo y la reacción de María, un anuncio, el esclarecimiento y la respuesta final de María.
En el versículo 26 dice: “En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios…” El nombre Gabriel significa por “Aquel que asiste delante de Dios” o bien, “Fortaleza de Dios”. Es uno de los ángeles “principales” del Señor. Nazaret era un pueblito insignificante. Natanael dirá de él: “¿Qué cosa buena puede salir de Nazaret?” (Jn 1, 46). Galilea era tierra de paganos. Por ahí pasaba el camino del mar, una ruta importante que llevaba de Mesopotamia a Egipto y tenía siempre mercaderes con sus caravanas de dromedarios y camellos. Esta región es significativa para Lucas: el evangelio está destinado a la Galilea, a una tierra frecuentada por paganos y esto significa que está destinado para ser escuchado por personas de toda clase social. Paraguay es un poco como la Galilea… no tiene mucha importancia entre las Naciones, pero tiene mucho que aportar por la riqueza de su gente y por su cultura cristiana, muy solidaria y unida.
En el versículo 27; Gabriel fue enviado a una virgen desposada, o sea, comprometida jurídicamente, pero que no había convivido con el esposo. Los esponsales (celebración de los novios) no se realizaban hasta un año antes de las bodas y establecían un compromiso formal. Los novios no vivían juntos hasta el año sucesivo, pero sí, los novios tenían varias obligaciones. La mujer debía ser fiel a su futuro marido y una infidelidad era considerada igual que un adulterio. Sin embargo, si los dos novios tuviesen habido un hijo, el niño era considerado legítimo. El marido de la virgen (párthenos) era José, un hombre de la “casa de David”, es decir, perteneciente a la familia del rey David. Este dato es importante para Lucas, porque Dios había prometido a David, mediante el profeta Natán, que su descendencia tendría que reinar para siempre. (2 Sam 7, 1-17).
El nombre de “María” tuvo varios significados diferentes. Probablemente es el mismo nombre de la hermana de Moisés, que se llamaba Miriam. Etimológicamente proviene de la raíz “mar” y “mari”, que significa “señora”. Mariam es la abreviación de Mariamé, nombres comunes al tiempo de los Asmoneos, dos siglos antes de Cristo.
Versículos 28-29: Oído el saludo del Ángel (jaire, kejaritomene): Te saludo, oh llena de gracia”, María se turbó. Este saludo es una invitación al gozo mesiánico, eco de la invitación dirigida por los profetas a la Hija de Sion con motivo de la venida de Dios entre su pueblo (Cfr. Is 12,6; Sof 3,14; Gl 2,21.27; Zc 2,14; 9,9). En la lengua hebraica el saludo normal era “Shalom” (paz para ti) y en griego con la palabra Jaris (gracia o favor de parte de Dios). Aquí, en vez, el saludo es: “Te saludo, o llena de gracia, el Señor está contigo”. Está claro que se trata de un saludo fuera de toda norma y por ese motivo María quedó conturbada.
Versículos: 29-34: María se dio cuenta de encontrarse frente a lo divino y los judíos sabían que no era posible ver a Dios o una manifestación sin correr peligro de muerte. Por tanto, el ángel le dice: “No temas” y enseguida añade: Porque has encontrado gracia delante de Dios; he aquí que concebirás un hijo, y le darás a luz y le llamarás Jesús”. Aquí entramos de nuevo en el campo del simbolismo bíblico. Yeshua (Jesús) significa “Yahvé salva”. La persona de Jesús, su presencia entre nosotros, significa la salvación pera el mundo.
“Será grande, y se llamará Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará para siempre en la casa de Jacob y su reino no tendrá fin”. Estas palabras están llenas de alusiones al A.T., sobre todo a 2 Sam 7, 1-17 e Is. 9, 5-6. Se refieren a la profecía de Natán, aquella que anunció a David que sus descendientes tendrán que reinar sobre el trono de Judá para siempre. Entonces María pregunta: ¿Cómo será posible? No conozco varón” (v34). Era esta frase un eufemismo o circunlocución para decir: “No convivo con un hombre con el que me desposé y con el cual yo pueda concebir un hijo”. Muchos pensaban que María habría hecho un voto de virginidad para toda la vida y esto explicaría su gran angustia por no saber cómo se cumplirá el anuncio. El que haya hecho el voto, no es seguro; se puede afirmar que en tiempo de María la vida de los célibes, al menos en algunos grupos del judaísmo, venía despreciada. Había personas que llevaban vida célibe, como los Esenios de Qumram, que vivían una especie de vida monástica al sur de Israel, entre los años 200 A.C. y el 70 d.C. También Juan Bautista, Pablo y el mismo Jesús eran célibes; esto significa que la virginidad iniciaba a ser valorada como forma de dedicación a Dios y como signo de servicio al hermano. María en las palabras de ángel veía una dificultad permanente y por tanto pide cómo será posible.
Versículos 35-36: La respuesta del ángel evoca la nube luminosa, signo de la presencia de Yahvé (como en Ex 13,22; 19,16) o las alas del pájaro que simbolizan el poder protector (Sal 17,8.62; 140,8) y creador de Dios (Gn 1,2; comparar con Luc 9,34). En la concepción virginal de Jesús todo se cumple gracias al poder del Espíritu Santo. Como ejemplo inconfundible de tal poder del Espíritu se menciona el caso de Isabel.
Versículo 37-38: Entonces María se entrega totalmente a la voluntad de Dios: He aquí, la servidora del Señor, hágase en mí según has dicho”. Algunos Padres de la Iglesia han acercado este fiat de María al fiat lux de la creación en la narración del Génesis. La sumisión a la voluntad de Dios es un dato definitivo de pertenencia al Reino de Dios (cfr. Heb 10; Mc 14, 32-42).
Hermanos y hermanas:
Es bueno que saquemos alguna lección para nuestro momento histórico que estamos viviendo, en el silencio, en la reflexión, en la oración, pero también en el cuidado de la propia salud y en los gestos generosos del personal sanitario, médicos, enfermeras, personal administrativo, quienes están donando su sabiduría y su ciencia médica para asistir a los enfermos y protegernos del contagio del coronavirus.
Pero, vuelvo al comentario del Evangelio de hoy.
En síntesis:
a) con esta narración Lucas recuerda el origen humilde del Mesías (Nazaret, un pueblito insignificante), para mostrar el modo como Dios actúa: Él nos libera del pecado con medios desproporcionados.
No estamos solos, (es el slogan que lanza un conversatorio pastoral por Radio Caritas U.C.). Dios nos acompaña y nos muestra el camino de la solidaridad, desde el ejemplo de María, solidaria con la salvación del mundo, mediante su entrega generosa para ser la Madre del Salvador.
b) La Galilea, al tiempo de Jesús, estaba repleto de paganos. Él había elegido para predicar un lugar por donde pasaba mucha gente de todo el mundo conocido de entonces. Esta decisión hace pensar en la estrategia pastoral de Jesús: el evangelio está destinado a todos; la Iglesia es misionera por naturaleza.
Nuestra tierra también ha recibido los migrantes que ennoblecieron nuestra cultura y crearon las mejores condiciones de vida. Es la tierra donde se predica y se vive el Evangelio.
c) “El ángel Gabriel fue enviado” a una virgen… La virgen se llamaba María” La virginidad es un estado de vida muy poco apreciado en nuestras culturas actuales. La virginidad es con todo un carisma o don de Dios, que favorece el don de sí a los demás: alguien que no se casa para servir mejor a los demás.
Cuántos ejemplos de vida consagrada, de vírgenes santas, de hermanos y hermanas que han optado por el voto de castidad, para dedicarse a Dios en los hermanos. El camino de la virginidad está siendo cada vez más valorada, para prepararse al santo matrimonio o para ingresar en la vida consagrada.
d) María está “llena de gracia” (en griego kejaritomene). El estar lleno de gracia hace parte de la grandeza de María, destinada a ser Madre de Dios (en griego theotocos). El rezo del santo rosario diario, la saludamos con las mismas palabras del Arcángel Gabriel “Dios te salve María, llena eres de gracia”. En ella vemos la plenitud de ser repletos de la gracia de Dios. Nosotros, en este tiempo de conversión, podemos también volver a la gracia santificante, mediante la contrición perfecta, arrepintiéndonos de todos nuestros pecados. Vamos a prepararnos en estos días a hacer al Acto Penitencial comunitario, desde la Catedral, mediante la Radio Caritas. Así, en este tiempo de cuaresma, viviremos la gracia de Dios, con el perdón de nuestros pecados, inclusive mortales, siempre que nos arrepentimos, amándolo con todo el corazón y sirviendo a los hermanos más necesitados. Y cuando podamos confesarnos con el Sacerdote, debemos manifestarle que hemos hecho la contrición perfecta confesando aquellos pecados graves o mortales. Esa es la norma de la Iglesia.
e) Lucas presenta a María como modelo de quien se entrega: “he aquí la servidora del Señor”. ¿Quién puede repetir del profundo de su ser y con total sinceridad estas palabras? Es cierto que es un desafío grande ser cada día el servidor o la servidora del Señor. Cada uno, según su carisma y su estado de vida, podrá esforzarse en repetir y en vivir este ejemplo maravillo de María: servir a Dios y servir a los hermanos.
f) El Mesías pertenece a la familia de David, a la tribu de Judá, al pueblo de Israel. No toma sobre sí la condición humana general, sino se encarna en una cultura. Hace falta pues penetrar en aquella cultura para comprender el mensaje que Dios tiene, en esta etapa decisiva de la historia de la salvación, que Dios nos manda mediante su santo Siervo Jesús (Hech 4,30).
Damos gracias a Dios, porque la cultura paraguaya está empapada de la cultura cristiana, de los valores religiosos evangélicos, en especial, del amor a Dios y al prójimo. ¡Cuánta religiosidad popular engrandece a nuestro país, especialmente, la devoción mariana! Es el momento de agradecer que el Espíritu santo nos hace más humanos, más alegres, más hermanos y por tanto nos impulsa a ser como María, servidora de Dios y servidora de los necesitados de salvación.
Alabado sea nuestro Señor Jesucristo y su Madre Santísima. Por siempre sea alabados.
+ Mons. Edmundo Valenzuela Mellid, Arzobispo de la Santísima Asunción.
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