Evangelio de hoy

Jueves de la 24ª Semana del Tiempo Durante el Año

Nuestra Señora De Los Dolores

Evangelio según San  Juan 19, 25-27

“Mujer, aquí tienes a tu Hijo”

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre, con su hermana María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu Hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa. Palabra del Señor.

Meditación

Después de las bodas en Caná de Galilea, aparece en la escena de vuelta María ante la cruz, es decir, al principio y al final de su ministerio público. En las bodas, Jesús expresa que todavía no ha llegado su hora de manifestarse como Mesías, pero Ella dice a los servidores “hagan todo lo que Él les diga” (Jn 2,5), indicándoles que siempre deben escuchar a su Hijo. Ciertamente la hora de Jesús se va concretando en el otro encuentro que tiene con su madre, junto a la Cruz, que al mismo tiempo es la hora de su Madre, y nos lleva a pensar en la tristeza de una madre, porque ella sabe la decisión de su Hijo: hacer la voluntad de su Padre para la vida del mundo, aunque implique una condena siendo inocente.

Junto a la cruz hay un pequeño grupo de hombres y mujeres que acompaña al Maestro y Amigo, pues no se puede abandonar a quien forma parte de sus vidas. Nos puede decir: ¿también ustedes quieren abandonarme? Lo único que nos surge decir: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras que dan vida eterna. Allí Jesús creará un nuevo vínculo entre ellos, extendiendo la maternidad de María a todo aquel que se hace discípulo. Todos los que invocamos a María como Madre nos reconocemos como parte de esta familia nacida en la Pascua. Somos de la familia de Dios y Ella siendo Madre de Dios y Madre nuestra nos acompaña noche y día, nos mima y procura por nuestra salvación. Entendemos que María sufre con su Hijo el dolor por su muerte, recibiendo en su regazo Su cuerpo y en Él a todos sus hijos de todos los tiempos, unidos a la muerte del Señor. Eso es dar todo hasta que duela (cf. Santa Teresa de Calcuta).

Perdón Señor porque muchas veces no profundizamos en el misterio de la Salvación donde tu Madre y Madre de tu Iglesia, está procurando para que sus hijos lleguen a la gloria de Dios, llevando la cruz con amor. Ayúdanos, así como tu Madre Dolorosa, a acompañarte en las buenas y en las malas, mostrando al mundo que todo es más fácil a través de la Virgen María. Gracias por entregarnos lo más valioso para Ti, a tu Madre, para que sea también Madre nuestra, acompañándonos como a hijos muy amados. Amén.