Evangelio de hoy

JUEVES DESPUÉS DE CENIZA

Evangelio según San Lucas 9, 22-25

“El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo”

Jesús dijo a sus discípulos: “El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”. Después dijo a todos: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si se pierde o se arruina a sí mismo?”. Palabra del Señor.

Meditación

El ayuno que agrada al Señor. Estas prácticas externas que deberían brotar del corazón dócil, pasa por el ejemplo de Cristo crucificado y resucitado. La cruz olvidada o apartada de ciertos ambientes, en esta época de secularización, hace todavía más cuesta arriba el seguimiento de Cristo. ¿Una cruz hecha a medida, un evangelio diseñado a la multitud, unos programas ajustados al consumismo?

     Cara lavada y cabeza perfumada, rostros marcados por el trabajo digno y honesto, cuando se ayuna para que lo note Dios Padre, que ve en lo escondido. Tampoco ayunar por vanidad, sino con la humildad que agrada a Dios. Menos aún si no va acompañado por la caridad, como por toda obra buena, como son las obras de misericordia. Rostros y mirada límpida de quienes imitan el testimonio de los santos, y observan a los santos de la puerta de al lado.

     El salmo primero ayuda a meditar sobre la conducta y el destino de los buenos y malos; una conducta iluminada por la ley divina pero no relativizada, sino revelada en la Palabra de Dios. Este salmo contemplado y practicado por Cristo, llega a ser el camino, la verdad y la vida. El camino de la vida que pasa por la cruz del amor, no por rivalidad ni por vanagloria. Dará fruto cuando llegue su tiempo y madure.

 

¡Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor!

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.