Evangelio de hoy
Jueves de la 33ª Semana del Tiempo Durante el Año
Evangelio según San Lucas 19, 41-44
“¡Si tú también hubieras comprendido!”
Cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: “¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios”. Palabra del Señor.
Meditación
El llanto de Jesús por Jerusalén presagia la reacción con violencia de los romanos contra la ciudad dada en el 70 d.C. Estas piedras de la Jerusalén destruida presentan el final fatal de quienes se niegan a reconocer y aceptar la visita de Dios a su Pueblo mediante su Rey y Mesías. Jesús llora por Jerusalén, pues Dios vino a visitarla y la ciudad prefirió seguir otro camino, no aceptando el reino de Paz que trae el Mesías, camino que le llevó a la ruina total de la ciudad. El evangelista nos muestra que donde la salvación se ha preparado y ofrecido de un modo más intenso la ruina y el rechazo vienen a ser más dolorosos. Jesús sube al Padre, pero desde la tierra llora sobre las ruinas de su pueblo muerto.
Se visualiza cuánto Jesús ama a su pueblo, lo ama tanto que hace así del rechazo de los suyos como fundamento de su Pasión. Cuántas personas estarán sufriendo el mismo dolor que Jesús pasó, cuando no acogen el mensaje de salvación y al Salvador, por estar distraídas en sus propios asuntos, sin poder ver Su Presencia y paso por la historia. Pero atención: aunque Jerusalén rechazó a Cristo y siguió su propio camino, que la conducirán a la ruina, sigue siendo la Ciudad amada desde donde se llevará la Palabra de Dios hasta los confines de la tierra.
Jesús llora, pues no saben lo que se están perdiendo. Aunque Jesús sigue llorando sobre nuestras ciudades, porque están llenas de maldad y corrupción, inmoralidad, soberbia, egoísmo, con poca caridad y solidaridad, llenas de injusticias e impunidad, que son signos del rechazo de la visita de Dios por nuestros pueblos. La visita que Jesús hace a nuestras vidas y si nos encuentra en situaciones de infidelidad, descompuestos por dentro por el pecado, ¿no terminamos haciéndolo llorar por nuestras negaciones a Su Presencia?
Perdón Señor por todas las veces en que te hemos rechazado porque hemos preferido nuestros intereses particulares, centrándonos sólo en lo que nos gusta. Ayúdanos a reconocer Tu Presencia en nuestra historia personal, familiar y comunitaria, porque sabemos que siempre has venido a visitarnos a través de tus profetas y misioneros de modo permanente, aunque nos cueste aceptarlo. Gracias por seguir visitándonos y llorando por nosotros, pues tanto nos amas que, sin pedir nada a cambio, te donas todo para nosotros. Amén.
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