Evangelio de hoy

Jueves de la 18ª Semana del Tiempo Durante el Año

San Juan María Vianney, Presbítero

 “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”

Evangelio según San Mateo 16, 13-23

 Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”. “Y ustedes, les preguntó, ¿Quién dicen que soy?”. Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”. Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: “Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá”. Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”. Palabra del Señor.

Meditación

El papa Pío XI lo proclamó santo en 1925 como modelo y patrono de los párrocos y, desde 2010 por el papa Benedicto XVI, de todos los sacerdotes. Pon en tu corazón y en tus oraciones al sacerdote que te bautizó, al que te ayudó para la primera confesión o comunión, al que te solía confesar y aconsejar. Ora por los sacerdotes enfermos y cansados, por los tristes y alegres, por los perseguidos y calumniados, por los que están luchando y por los que se dejaron vencer por la situación que están enfrentando. Hoy, Señor, nos comprometemos a apadrinar a un sacerdote para orar por su santidad, porque sabemos que los sacerdotes son seres de carne y hueso con una misión tan grande que les has confiado.

Si Pedro es fundamento y roca de la Iglesia, no puede destruirse solo con la muerte del apóstol, persiste en sus sucesores también el ser fundamento y roca. Todo sucesor de Pedro, el papa de turno, es Pedro a la cabeza visible de la Iglesia de Cristo. Debe apacentar a las ovejas, es decir, darles de comer alimentos nutritivos y sabrosos con la Palabra de Dios y su Persona. Si Pedro, o su sucesor, desata una situación acá en la tierra, ocurre también en el cielo. El poder que tiene es verdadero, pero conferido, con una misión: custodiar esa unidad para que todos estén en la única Iglesia y más personas salgan de las ataduras del pecado y de las garras del enemigo para entrar por la Puerta, Cristo.

Pedro reacciona poniéndose enfrente a Jesús cuando anuncia su Pasión, Muerte y Resurrección. De ahí que Él le pide ubicarse, no ser un obstáculo para que se haga el plan de Dios, sino obediente como discípulo detrás del Maestro.

Perdón Señor porque muchas veces hablamos mal del Papa o de nuestro sacerdote, también caemos en la tentación de ser agentes de división y no de unidad. Ayúdanos a participar de tu Iglesia, compartiendo lo que nos das a través de tus apóstoles, los obispos, quienes nos dan la oportunidad de entrar por la puerta a la Iglesia y nos apacientan con tu Palabra y la Eucaristía. Gracias por donarnos a estos apóstoles y sacerdotes, que dieron todo defendiendo y promocionando la fe con gestos y palabras, muchos hasta derramando la sangre por amor a Cristo. Amén.