Evangelio de hoy
MARTES DE LA SEMANA 27ª DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio según San Lucas 10, 38-42
“María eligió la mejor parte, que no le será quitada”
Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude”. Pero el Señor le respondió: “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada”. Palabra del Señor.
Meditación
La misión de Jesús, instrucción a los discípulos. San Lucas nos cuenta, en el cap. 10, la misión de Jesús y entrega de unas consignas a sus amigos, entre quienes se encuentra la familia de Lázaro, Marta y María.
Aquí aparece también la realidad del camino. Betania es lugar de paso que Jesús tiene en su actividad misionera. La amistad social le permite reparar fuerzas para la dureza del camino, compartir la vida y las enseñanzas. Podríamos pedirle que hagamos como “tres tiendas”, que nuestro hogar sea un lugar de encuentro. Depende de nuestra vocación y libertad.
Las actitudes de hospitalidad, escucha y servicio traslucen la fe en su presencia. No se contraponen por los intereses egoístas, sino que reflejan la raíz de nuestros problemas y situaciones. Muchas veces no somos capaces de centrarnos y de disfrutar de ese Dios personal y vivo. Se sobreponen la frustración, el agobio, la angustia que cuestan a la meditación o a la contemplación. Gracias a Dios estamos aprendiendo a crecer en y con la oración
Más allá de nuestros entornos, también por el camino de Jerusalén a Jericó, sabemos que hay gente asaltada, marginada o explotada, que nos llaman a hacer algo, a interceder, a rezar. Las penas y fatigas, la desesperación acechan la vida. La actitud del “Hijo del Hombre que no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20, 28), nos animen siempre.
¡Guíame Señor por el camino eterno!
Señor, tú me sondeas y me conoces.
Me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
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