Evangelio de hoy

MARTES DE LA SEMANA 11ª DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según San Mateo 5, 43-48

“Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores”

Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes han oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo’ y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores, así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo”. Palabra del Señor.

Meditación

En el libro del Levítico (cf. Lev 19,18), se halla formulada la ley del amor al prójimo, miembros del pueblo de Israel y a quienes de alguna manera se incorporaron a dicho pueblo (misma raza o nación). La otra parte, donde dice “odiarás a tu enemigo” no se halla escrita en ninguna parte de la Biblia. Era una deducción que hacían los judíos como consecuencia de la primera afirmación, pues quienes no eran del pueblo de Dios eran idólatras, y así, enemigos de Dios. Entonces, ya que los judíos no conocían un término medio entre amor y odio, ese sentimiento que tenían hacia los no judíos lo formularon con el término de odio. “Odiarás a tu enemigo”, se podría traducir por “no tendrías por qué amar a tu enemigo”.

Sin embargo, Jesús eleva el principio del amor al prójimo, limitado hacia los miembros del pueblo de Israel, a una categoría universal, no haciendo ninguna distinción entre las personas. O bien equivaldría quedarse al nivel de los publicanos (los pecadores públicos) que, por solidaridad, estaban unidos entre sí y se amaban, o al nivel de los paganos. Parte de un principio aceptado por los judíos: “debe imitarse la conducta de Dios”, para establecer un principio del amor universal. Pues Dios no hace distinción, hace salir el sol para todos, sobre buenos y malos. Es una nueva visión e interpretación sobre Dios, porque los judíos creían que tenían preferencia ante Él.

Esa magnanimidad de corazón, que supone el amor a los propios enemigos o a los que nos hicieron daño, será un fruto, al par que una manifestación de que somos hijos de Dios. Esa será la forma a través de la cual los demás reconocerán que somos hijos de Dios, que somos cristianos. Sabemos que la bondad de Dios es esencial y con ella abarca y ama a todos los hombres y a todos los beneficia con los dones naturales y sobrenaturales: hace salir el sol para los buenos y malos, a todos ofrece la gracia divina.

Perdón Señor porque muchas veces no podemos amar al hermano, sobre todo si nos hizo algún daño, o es algún enemigo, pues queremos responder sólo con nuestras facultades humanas, y nos reconocemos inútiles en ese sentido. Ayúdanos a dejarnos inundar por Ti y por la santidad del Padre para amar siempre, a todos, incondicionalmente, poniendo énfasis hacia quienes no nos caen bien. Gracias por mostrarnos, con gestos y palabras, las actitudes que deberíamos incorporar en nuestra vida cotidiana para ser un verdadero hijo de Dios, un verdadero cristiano. Amén.