Evangelio de hoy

Evangelio según San Lucas 15, 3-7

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

Jornada para la Santificación Sacerdotal

“Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”

Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola: Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”. Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Palabra del Señor. 

Meditación

Esta parábola nos enseña que: a) Jesús da su gesto de perdón a los perdidos y, b) muestra el auténtico rostro de Dios sobre la tierra, un Dios que salva y crea, un Dios no indiferente. Los representantes de Israel caen en la murmuración oponiéndose a la actitud de Jesús, se sienten orgullosos y seguros moralmente, dueños de la religión, no soportan que venga alguien a hablar de que Dios es de los otros, de las prostitutas, de los enemigos, de los pecadores públicos. Jesús presenta el Corazón misericordioso de Dios, rompiendo la estructura que les da seguridad humana a los fariseos y escribas.

Un pastor que ha perdido una oveja coloca a las otras en un lugar seguro y con muchísimo riesgo va a buscar a la que falta. Acontece el gozo, la alegría por encontrar lo que se había perdido, por ayudar a quienes están en peligro y a los extraviados. El Evangelio manifiesta a Jesús como encarnación del perdón creador de Dios en medio de los seres humanos. Quien acoge con agrado y lleva en su vida esta actitud, acepta el perdón de Dios y se integra a facilitar esa misericordia divina. Por ende, quien rechaza el perdón divino, rechaza al mismo Dios que regala perdón.

En la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús renovamos en nosotros, los sacerdotes, el compromiso asumido el día de nuestra ordenación sacerdotal. Habíamos prometido a Dios, ante su Iglesia, que nos entregaríamos al ministerio sacerdotal procurando nuestra santificación y la salvación de las almas que nos fueran encomendadas. Oren por nosotros, a quienes el Señor, pasando por encima de nuestras limitaciones y debilidades, ha constituido ministros de su Palabra y de su gracia para la salvación del mundo.

Pedimos por los sacerdotes a que tengan espíritu de oración profunda y sincera, perseverancia con humildad en la fidelidad a la misión encomendada, no solo por sus méritos, sino por pura gracia, para responder siempre con generosidad al mandato del Señor. Nosotros, los sacerdotes, nos comprometemos a orar por ustedes y por el mundo entero. Ayudémonos a buscar y encontrar a las ovejas perdidas para celebrar la victoria de nuestro Dios por cada pecador arrepentido y de regreso a Dios. Gracias por tu regalo de perdón, especialmente a aquellas personas a quienes ya habíamos consideradas perdidas, porque Tú nos miras a todos como somos de verdad, tus hijos muy queridos. Amén.

 

Indulgencia Plenaria

Se concede indulgencia plenaria a quienes hoy recen públicamente el Acto de reparación al Sagrado Corazón. Se recomienda por tanto rezarlo comunitariamente al final de la Misa.

Para ganar la indulgencia, se requiere la confesión y comunión.