Evangelio de hoy

Martes de la 1ª Semana de Adviento

Evangelio según San Lucas 10, 21-24

 “¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!”

Al regresar los setenta y dos discípulos de su misión, Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”. Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: “¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!”. Palabra del Señor.

Meditación

     Estas cosas se las revelas a los pequeños. Los 72 discípulos “al regresar”; es decir, después de haber salido representan a las personas que habiéndose encontrado con Jesús, “han sido enviados”. Éstos han aprendido “esas cosas” por instrucción de Jesús y verificación de los discípulos, durante la misión. Se hicieron pequeños ante las maravillas reveladas, como a la Virgen María, pero antes fueron llamados como uno de los apóstoles, o como Bartimeo, o Matías.

    “Jesús muestra gratitud y alegría en la oración, que celebra la benevolencia del Padre y la misión de sus discípulos. Así suceden con alegrías estimuladas y sostenidas por el espíritu Santo en la vida de la gente: su vitalidad secreta nos orientan el sentido de un amor pleno de gratitud hacia el padre. Toda alegría verdadera tiene como fin último al Padre” (S. Juan Pablo II, Audiencia 1995).

    Por entonces, el santo Papa, promovía la nueva evangelización, retomada por Papa Francisco en la Evangelii gaudium y en todos los planes pastorales de las Diócesis. Comunidades parroquiales y educativas, centros de orientación y de desarrollo humano integral, para niños y adolescentes, jóvenes, familias animados por el Evangelio. No sería posible sin discípulos disponibles y joviales, pastores y laicos, que crecen en comunión, participación y misión.

Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente!

Dios mío, confía tu juicio el rey,

 tu justicia al hijo de reyes,

para que rija tu pueblo con justicia,

a tus humildes con rectitud.