Evangelio de hoy
SAN ANTONIO MARÍA ZACCARÍA, PRESBÍTERO. (ML).
Martes de la 14ª Semana del Tiempo Durante el Año
Evangelio según San Mateo 9, 32-38
Le presentaron a Jesús un mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: “Jamás se vio nada igual en Israel”. Pero los fariseos decían: “Él expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios”. Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”. Palabra del Señor.
Meditación
Otro duelo entre vida o muerte. San Jerónimo nos enseña que los griegos conocían al “mudo” pero que en su idioma se usaba igual “sordo o mudo”. De esta manera se entiende que Jesús sana “toda dolencia”. También nos cuenta que “se pone expedita la lengua a los mudos, para que hablen y confiesen a Aquel a quien antes negaban. La admiración de las turbas representa la confesión de las naciones y la calumnia de los fariseos nos da a conocer una actual infidelidad”.
En éste último año estamos aprendiendo a escuchar y a hablar. A escuchar con el corazón no siendo indiferentes hacia quienes opinan o tienen posturas diferentes, y sobre todo hacia los más pobres. También que hablar es tomar la palabra y hacerse responsable de la verdad que se dice, o no tiene sentido las palabras que no edifican. La sinodalidad nos está uniendo en un solo corazón y una sola alma, ya que nos necesitamos, estamos juntos, y hay mucha gente en situación de marginalidad. A quienes se los descarta.
También nos interesa lo que San Jerónimo enseña, que “la mucha mies significa las multitudes pueblos y los pocos operarios la escasez de maestros”. Con ello estamos llamados a persuadir con las obras a quienes no convence la palabra, para que muchos sean sanados de todo abatimiento y enfermedad.
¡Pueblo de Dios confía en el Señor!
Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas.
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