Evangelio de hoy

Miércoles de la 23ª Semana del Tiempo Durante el Año

Evangelio según San Lucas 6, 20-26

“El Reino de Dios les pertenece”

Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: ¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas! Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas! Palabra del Señor.

Meditación

     Dichas y desdichas. Desde S. Ambrosio se sabe que hay pobres buenos y malos. Él, aunque trató la mayoría de las veces con comunidades pobres, no ahorró la Verdad y los ayudaba al reflexionar sobre las causas y los procesos de la pobreza. La usura es una causa y la falta de un proceso de conversión, hacen que siempre tengamos pobres. “«Bienaventurados los pobres» Bienaventurado el pobre que ha clamado al Señor y ha sido escuchado (Sl 33,7): pobre de faltas, pobre de vicios, el pobre en quien el príncipe de este mundo nada ha encontrado (Jn 14,30), pobre a imitación de ese Pobre (Cristo), el cual, siendo rico se ha hecho pobre por nosotros (2Co 8,9). Es por eso que Mateo da una explicación más completa: «Dichosos los pobres en espíritu», porque el pobre en espíritu no se hincha, no se ensalza en un pensamiento totalmente humano”, decía este santo que bautizó a S. Agustín (s. IV).

   El Papa León XIII nos enseña que “Los desfavorecidos aprenden de la Iglesia que, según el juicio del mismo Dios, la pobreza no es un oprobio, y que no deben enrojecer por el hecho de tener que ganar el pan con su trabajo” (RN 20), y el Papa Francisco alienta a quienes crean fuentes de trabajo y salario digno. El problema se agrava por la falta de buena voluntad entre las personas, por ejemplo: “Podrían ellas disminuir la distancia que el orgullo se complace en mantener; sin dificultad se llegaría a que los dos lados se dieran la mano y las voluntades se unieran en una misma amistad”.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,

 olvida tu pueblo y la casa paterna;

prendado está el Rey de tu belleza:

póstrate ante Él, que Él tu Señor.