Evangelio de hoy

MIÉRCOLES DE LA SEMANA 10° DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Mateo 5, 17-19

“Será considerado grande en el Reino de los Cielos”

Jesús dijo a sus discípulos: No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no quedarán ni una “i” ni una coma de la Ley, sin cumplirse, antes que desaparezcan el cielo y la tierra. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos. Palabra del Señor.

Meditación

Testimonio no es progresismo adolescente. El papa Francisco nos previene de desviarnos a la derecha o la izquierda, en este momento de la historia de la Iglesia: no retroceder por ser temerosos de la libertad, ni ceder a un progresismo adolescente, propensos a seguir ciertos valores fascinantes de la cultura dominante (Santa Marta, junio de 2013). Jesús nos tranquiliza: “yo no vengo a abolir la ley, si no a darle pleno cumplimiento”.

     La libertad de los hijos de Dios, no equivale a la irresponsabilidad ni a la independencia egoísta, sino a la madurez del Espíritu Santo. Jesús, como expresión de la madurez de la ley, guia los pasos de sus discípulos, de quienes aprenden al soñar, caminar, y trabajar juntos. El discernimiento nos ayuda a no caer en ambas tentaciones. “No retroceder y buscar el auténtico progreso. No a una cultura que avanza, de la que no logramos desprendernos y de la cual tomamos las leyes y los valores que más nos gustan, como hacen precisamente en los adolescentes. La ley es plena, siempre en continuidad, sin cortes: como la semilla que acaba en la flor y en el fruto”.

     Se trata de un discernimiento continuo sobre la voluntad de Dios, en el transcurso de la misión a favor de toda la gente, y de manera especial a quienes no tienen nuestras mismas oportunidades, los pobres y desvalidos. “Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe a la plena madurez de esa ley que nos hace verdaderamente libres”.

¡Santo eres, Señor, Dios nuestro!

Ensalcen al Señor, Dios nuestro,

póstrense ante el estrado de sus pies:

¡Él es santo!