Evangelio de hoy

MIÉRCOLES DE LA SEMANA 19° DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Mateo 18, 15-20

“Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente”

Jesús dijo a sus discípulos: Si tu hermano peca contra ti, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos. Palabra del Señor.

Meditación

Recordemos: Dios no quiere que se pierda ninguno de estos pequeñuelos. Optar por ellos lleva a ser corresponsables del hermano en pecado.  La corrección fraterna es un proceso: primero, se amonesta a solas a la persona; si esto no funciona, y según lo que está en la Ley, se debe hacerla frente a dos o tres testigos; y si tampoco a ellos escucha, la comunidad se encargará de tomar una decisión definitiva.

En una comunidad, ¿se puede directamente separar a un hermano porque se haya extraviado? Sigamos los pasos de la corrección fraterna. No tendría que existir por principio, la separación o excomunión automática ante un pecado determinado, sea cual fuere; sobre todo, era una alusión al procedimiento de la sinagoga de la época, y diciéndonos que su Iglesia no debe actuar de una manera drástica o severa. Aunque muestra que da la autoridad a la misma comunidad, como a Pedro, de atar y desatar (cf. Mt 16,16ss.).

Es importancia la comunidad a la hora de buscar caminos de comunión y fraternidad. Pero, aunque el pecador no escuche a la comunidad, no todo está perdido, pues queda el trato que Jesús ha tenido para con los paganos (cf. Mt 8,5-13; 9,18-26) y los cobradores de impuestos, quienes eran considerados pecadores públicos (cf. Mt 9,9-13): el trato de la Misericordia. Para Dios nunca nada está perdido, sino que espera que el pecador desde su libertad se arrepienta y ponga su confianza en Él.

Oremos en comunidad para discernir, donde el mismo Señor se hace presente para guiar a los suyos por sendas de amor (cf. Mt 18,19-20). Seamos misericordiosos siempre y con todos, como el Padre lo es con nosotros, pues “Dios nos amó primero” (1 Jn 4,10). No olvidemos que nosotros ya hemos sido “misericordiados” por Dios, no nos trata como merecemos por nuestros pecados, a pesar de todo, siempre nos amó. Por ello, digamos: “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?”.

Perdón Señor porque muchas veces condenamos y espantamos a hermanos por algún error que cometió. Ayúdanos siempre a condonar y no condenar a nadie, orando para que Dios nos dé su Amor misericordioso y actuemos así como queremos que siempre se actúe con nosotros. Gracias por mostrarnos el camino de la corrección, procurando la restauración de todo vínculo entre los hermanos de comunidad, y guiándonos por las sendas misericordiosas de tu amor. Amén.