Evangelio de hoy
SÁBADO DE LA CUARTA SEMANA DE PASCUA
Evangelio según San Juan 14, 7-14
“Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”. Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le respondió: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: El Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré”. Palabra del Señor.
Meditación
Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Nuestro Dios es Padre, y en todas las religiones se practica la oración como parte de las acciones creyentes. San Francisco de Sales decía que la oración “es tan útil y necesaria que sin ella no podríamos alcanzar ningún bien y es la oración la que nos enseña a hacer bien todas nuestras acciones”. Esto es así, cuando tomamos las Escrituras, los Salmos, por ejemplos, y los ponemos en práctica. Cuando el rey Ezequías recibió la sentencia de muerte dijo: “gritaré como el pollito de la golondrina cuando se queda solo, pues su madre ido a buscarle alimento y remedio para su ceguera”. Fue perdonado por su penitencia. Para ello, recurre al ejemplo de las aves que abren el pico cuando cantan y gorjean, menos la paloma, que retiene la respiración dentro de ella, sin dejarlo salir, pero logra emitir su canto.
Así es la oración, la meditación, que se logra cuando detenemos el entendimiento en un misterio, o no sería meditación sino estudio -prosigue san Francisco-. Así, la meditación es la madre del amor de Dios y es la mejor oración. Madre porque engendra vida e incomparable en frutos de amor. Además, pidamos al Padre en el nombre de Jesús, y hagamos las obras que nos pide Jesús. Jesús nos enseña a vivir como buenos samaritanos para que nos sintamos hijos y hermanos del mismo Padre, Dios.
Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios!
Canten al señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
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