Evangelio de hoy

SÁBADO DE LA SEMANA 16° DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Juan 11, 19-27

“Yo soy la resurrección y la vida”

Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta le respondió: “Sé que resucitará en la resurrección del último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?”. Ella le respondió: “Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo”. Palabra del Señor.

Meditación

     Los amigos de Dios. Son todos los santos y, podemos serlo con la gente de buena voluntad y todos quienes nos asemejamos a Marta, María y Lázaro. “Es de notar, que así como en la tierra mala hubo 3 clases (a saber, la que estaba junto al camino, la pedregosa y la llena de espinas), así también hay 3 clases de tierra buena: la que produce ciento, la que produce sesenta y la que produce treinta. Y tanto en ésta como en aquélla, la sustancia es la misma y sólo varía la voluntad, y quien recibe la semilla, tanto en los incrédulos como en los que creen, es siempre el corazón; y por eso en la primera parte de esta parábola se dice: «… viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón»; y en la segunda y tercera: «… éste es el que oye la Palabra…» (S. Jerónimo).

     Por su parte, S. Agustín dice que “Marta y María eran dos hermanas, unidas por sus sentimientos de piedad; ambas estaban estrechamente unidas al Señor… Marta lo hospedó, como se acostumbra a hospedar a un peregrino cualquiera”. Alaba a Marta por hospedar al Señor “para alimentar corporalmente a Aquel que la había de alimentar con su Espíritu; cuya condición humana lo hacía capaz de sentir hambre y sed” (Sermón 103, sobre la hospitalidad).

     Compartamos la alegría de la Virgen María por los amigos de su Hijo.

¡Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza! (Salmo 50, 14-15)

“Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo

e invócame el día del peligro: yo te libraré y tú me darás gloria”.