Celebramos el Día de San Pío X, el Papa número 257 de la Iglesia Católica, recordado por su compromiso con la fe, la tradición y la renovación espiritual.

San Pío X nació el 2 de junio de 1835 en Riese, Italia. Fue ordenado sacerdote en 1858 y ocupó varios cargos eclesiásticos…

Celebramos el Día de San Bernardo , un abad benedictino francés del siglo XII que se destacó por su sabiduría, su fe y su influencia en la Iglesia Católica.

San Bernardo fue un gran defensor de la fe católica y se opuso a las herejías de su tiempo. También fue un promotor de la…

Celebramos el Día de San Juan Eudes, sacerdote francés del siglo XVII que se ha dedicado a la formación de sacerdotes y a la promoción de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y al Corazón Inmaculado de María.

San Juan Eudes nació en Normandía, Francia, en 1601. Fue ordenado…

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Evangelio de hoy, viernes 21 de febrero de 2025
Destacada, El Evangelio de Hoy

Evangelio de hoy, viernes 21 de febrero de 2025 

Evangelio de hoy

VIERNES DE LA VI SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Marcos 8, 34—9, 1

 “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo”

Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles”. Y les decía: “Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder”. Palabra del Señor.

Meditación

Si hemos sido llamados por Jesús para seguirlo, deberíamos ir por el mismo camino por donde Él recorrió. Y seguramente no será tan simpático caminar con la cruz a cuestas, ya que es el paso necesario para alcanzar la resurrección y la vida. Anunciar la Buena Nueva tuvo y tendrá siempre oposición y se hará con el peso de la cruz. El Reino de Dios tuvo oposición, aunque a pesar de todo se va concretando ya en el presente de distintos modos. Pedro no entendió lo que Jesús estaba planteando, y empieza a regañarlo intentando persuadirlo para que no vaya a Jerusalén, cuando Jesús le habla con autoridad diciéndole para que se ponga detrás de Él, siendo obediente, escuchando su Palabra y llevándola a la práctica, porque el Maestro es Él.

Seguir a Jesús tiene algunas condiciones: renunciar a sí mismo, cargar con la cruz. La renuncia a sí mismo sería hacer una ruptura con lo más propio de uno, a pretender ser el centro de referencia en todo buscando reconocimientos y aplausos o poder, o también como la familia, el honor, el oficio o trabajo, etc., cuando dificultan la adhesión al Señor, integrarse a la nueva familia (la familia de Dios, o la comunidad) y la misión de ser pescadores de hombres para el Reino (cf. Mc 1,17). Cargar con la cruz es aventurarse a soportar la persecución y el desprecio que se sufre cuando se opta por el Mesías y no por los parientes o dirigentes, quienes lo tildan de loco y hasta endemoniado (cf. Mc 3,21-22; 13,9.13).

También nos habla de no avergonzarnos de Él ante los hombres, haciendo alusión a la Parusía (a la segunda Venida gloriosa de Cristo). Entonces, toda nuestra vida entregada al Señor en los hermanos, nuestra preocupación por darle a conocer a Cristo y que las personas lo amen, nuestro pensar y hablar sólo de Cristo, teniendo nuestro ideal sólo en Él, sufriendo rechazos, persecuciones, sufrimientos por Cristo, todo esto, sepamos que ninguna persona de este mundo lo entenderá si es que no mira proyectándose a lo escatológico, a la vida eterna.

Perdón Señor porque muchas veces somos ególatras, centrados en referencia a nuestra buena imagen ante los demás, de puras apariencias, sin querer cargar la cruz del sufrimiento, de la renuncia y la entrega de cada día. Ayúdanos a desapegarnos de nosotros mismos, rodeados de tantas cosas y ruidos, impidiéndonos a dedicarnos totalmente consagrados a Ti misionando con amor. Gracias por mostrarnos con el rechazo, desprecio, persecuciones injustas que has sufrido, que la cruz es el camino necesario de todo discípulo para alcanzar la vida eterna y animarnos en estar felices por nuestras promesas de entregarte nuestra vida para siempre. Amén.

 

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