Evangelio de hoy

VIERNES DE LA SEMANA 12° DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Mateo 8, 1-4

“Señor, si quieres, puedes purificarme”

Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguió una gran multitud. Entonces un leproso fue a postrarse ante él y le dijo: “Señor, si quieres, puedes purificarme”. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado”. Y al instante quedó purificado de su lepra. Jesús le dijo: “No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio”. Palabra del Señor.

Meditación

Hoy estamos recordando las persecuciones contra los cristianos y que tuvo como consecuencia tantos mártires (personas que dieron testimonio de su fe hasta derramar su sangre por no renegar en Quien creían). Celebramos a los primeros santos mártires de la Iglesia de Roma. Cruentas persecuciones contra los cristianos que iniciaron con el Emperador Nerón, en el año 64 y continuó hasta el año 313, cuando el Emperador Constantito, con el Edicto de Milán, dio libertad de culto y, por tanto, levantó la prohibición de ser cristiano. Recordamos a los mártires de todos los tiempos, también a los que hoy día están dando testimonio de la fe en situaciones tan adversas, sin que sea de modo cruento, y los anónimos que dan su vida por un mundo mejor.

Los leprosos eran personas despreciadas dentro de la estructura social, consideradas en ese estado a consecuencias del castigo que Dios les daba por ser pecadores; incluso encontraremos cuando en la Biblia se denomina a la lepra como “azote de Dios”. Nadie se les podía acercar y a ellos se les prohibía aproximarse a las personas, tampoco podían convivir en las ciudades. El leproso busca encontrarse y sanarse, dice a Jesús: “si quieres puedes purificarme”. A pesar de la prohibición de acercarse, él rompe con ese obstáculo porque sabe que Jesús tenía la autoridad para sanarlo y se acerca pidiendo auxilio. Jesús responde: “quiero”. Es un yo enfático, mostrando una mayor autoridad ante la tradición, costumbres y normas.

De ese modo, todos reconocerán que es alguien prudente, que escucha la Palabra y la lleva a la práctica, teniendo a Dios en primer lugar. Como la lepra era una enfermedad y causa de marginación religiosa y social, que se cure significaba la liberación total de su persona. Y se manifiesta el poder liberador del Mesías, mostrando que Jesús tiene la última palabra. Él habla y acontece, dice y sucede en la realidad. Sigue siendo esa palabra recreadora, regeneradora de vida.

Perdón Señor porque muchas veces tenemos otros tipos de lepra, pero no nos animamos a acercarnos con humildad y confianza a Ti. Ayúdanos a creer profundamente en que Tú tienes palabras que dan vida eterna y puedes purificar todo nuestro ser, porque tienes la autoridad divina que cuando dices, acontece en la realidad. Gracias por manifestarte a través de los pobres y necesitados de la tierra, personas marginadas y pequeñas ante los ojos de la sociedad. Amén.