HOMILÍA DE LA ASUNCIÓN
15.08.2016
Hermanos en Cristo y en María Santísima, la gloriosa Mujer en el Cielo!
- ¿Cuáles necesidades hoy nos impulsan a iluminar con la Palabra de Dios proclamada?
A partir de la Predicación de los Obispos durante nuestro novenario y a la luz de la Palabra de Dios, quisiera compartir con ustedes una reflexión, fijando nuestra atención a) en el Dios misericordioso que este año nos concede tanta gracia; b) justamente de su misericordia brota el don de la Asunción, en cuerpo y alma a los cielos, y resulta un dogma firme durante el peregrinar de sus hijos; y c) fijando nuestra mirada en ella, como modelo acabado de humanidad, miramos nuestra situación terrena para vencer, como ella, la muerte, ell pecado y todo tipo de males.
Ella, habiendo sido elevada a la gloria, a) nos alegramos por la resurrección, b) nos disponemos a la lucha, y c) acrecentamos nuestra esperanza. Así, por su intercesión,traemos al Altar del Señor la historia de nuestro pueblo, que camina a su destino final, en los brazos amorosos de Dios Misericordia.
La palabra misericordia indica tener el corazón (cors)abiertoa los pobres (miseri), sentir afecto por los pobres, tener un corazón compasivo. Es el movimiento de las gentes que desean alacanzar misericordia y ser misericordiosos como el Padre.Resulta que la finalidad del acto humano consiste en la unión, con Dios y con el prójimo, y no al revés: la búsqueda del bienestar, el placer y la misma felicidad, que son resultados de la unión.
Así, pues, la misericordia no contradice a la justicia ni a la libertad; más que dejar a éstas sin efecto, las trasciende. Así, cantaremos en la Navidad: “la misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron” (Sal 85)
La misericordia de Jesús fue el modelo de la Iglesia naciente hasta hoy. Desde los primeros siglos la Iglesia desarrolló la asistencia a los pobres no sólo en el plano privado, sino también en el comunitario, institucionalizado al cuidado de pobres y enfermos. Albergues de peregrinos, asilos para pobres, y escuelas católicas, siguieron el modelo de esas obras de misericordia.
Los siglos XVI-XVII en adelante, vieron la evangelización en América, mediante la presencia de los Misioneros Franciscanos, Jesuitas, Dominicos, mercedarios y jerónimos, agustinos y carmelitas. Nuestro Pueblo paraguayo nació y creció bajo el manto de la misericordia, desde que fue plantada la cruz y fundado bajo el patrocinio de María, Virgen de la Santísima Asunción.
Sólo a la luz de esta historia podemos entender el aporte de la Iglesia a la cultura paraguaya y tiene sentido los festejos en el 479 aniversario de su findación.
- Qué nos dice la Palabra de Dios en esta solemnidad
La segunda lectura (1Cor 15, 20-26) nos habla de la Resurrección. El Apóstol insiste en que ser cristiano significa creer que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos, y esto no es una idea o un invento, sino un acontecimiento. También el misterio de la Asunción de María en cuerpo y alma se inserta completamente en la Resurrección de Cristo. Es decir, el cementerio y la dormición son un tránsito: La humanidad de la Madre ha sido “atraída” por el Hijo, en su paso a través de la muerte. Ya que la humanidad de Jesús, tomada de María, ha entrado a la vida eterna, que llamamos también Cielo, Paraíso, Casa del Padre” (Francisco, Papa; en su homilía del 15 de ago de 2013).
La Primera Lectura(Ap. 11, 19; 12,1-6, 10), nos habla de una figura prodigiosa que aparece como sol radiante en el Cielo: una mujer a punto de dar a luz que gemía con dolores de parto. Son los dolores que la Madre compartió con el Hijo: “la que lo ha seguido fielmente durante toda su vida, lo ha seguido con el corazón, ha entrado con Él a la vida eterna”.
La figura de la mujer que representa a la Iglesia, aparece por una parte gloriosa, triunfante, y por otra con dolores. Así, todos nosotros, discípulos misioneros de Jesús debemos sostener esta lucha, acompañados de María, quien nos sostiene en el combate contra las fuerzas del mal. ¿Luchamos nosotros? Luchan ustedes, rezan todos los días, el rosario por ejemplo? (Si? – Siiii!!). La oración nos sostiene en la batalla.
¿Acaso no es así también la historia transcurrida por las generaciones? Hoy como ayer estamos en una época de guerras (como nos repite el Papa Francisco) A casusa de la guerra, las armas matan a la población civil; otra guerra o guerrilla y los costos de la vida trepan por los cielos; las tensiones y conflictos entre los países afectan a todos: se desencadena a nivel de la globalización una lucha mortal, moral y religiosa, humana y cultural, con la apariencia de un nuevo orden mundial sin Dios….
A nadie escapan las amenazas a la vida, a la ecología y a la ecología humana. Las nuevas ideologías se infiltran en la humanidad mediante adinerados lobby. Los Estados somos cada vez más interdependientes. En nombre de la libertad se atenta contra la naturaleza: el bienestar y el malestar se confunden en una crisis de época, que afecta a las personas, la sexualidad y el matrimonio, las familias y los pueblos. Se pregonan los valores, pero ceden ante la pobreza y ante los acuerdos de intereses, vinculados al dinero y al poder.
No siendo un meramente problema religioso, al confrontarse con las ciencias objetivas de la antropología y de las ciencias naturales, carecen de fundamento y son una aberración. Nosotros luchamos por la cultura del encuentro y de la vida, y decimos no a la cultura de la muerte y de la indiferencia. Luchamos a favor de las personas y denunciamos la mentira, los atentados y el pecado.
Las crisis que afectan a personas y a familias concretas están ligadas a la crisis de Estado. Las potencias mundiales, las empresas multinacionales, atropellan y se infiltran en los ESTADOS, las NN UU, la OEA, el MERCOSUR … con la pretensión de minar sus fuerzas con exigencias ideológicas, bajo apariencia de políticas correctas, según dicen, a cambio de ayuda financiera o tecnológica.
El dogma de la Asunción que ilumina las metas, anhelos y proyectos humanos nos impulsa a reafirmar los valores evangélicos del diálogo, la transparencia, la participación y los acuerdos éticos basados en la paz, la justicia y la libertad como reza nuestro escudo patrio. Nuestra credibilidad sostiene la atención a las minorías, los pobres, los menores gastos, la buena gestión; pero la Iglesia es pobre y no tiene recursos suficientes para tanta demanda. Por ello, con humildad, pero con la convicción de la fe y la caridad, solicitamos un diálogo entre los poderes del Estado y todas las fuerzas vivas, en el marco del respeto y de los derechos humanos. Esto no será fácil, pero creemos que es el momento oportuno; y si ahora no lo hacemos, el futuro nos lo demandará.
Recurrimos pues al Evangelio (Lc. 1, 39-56). Nos sugiere la esperanza, que consiste en la virtud de quienes experimentando los conflictos, la lucha cotidiana, las frustraciones, entre el bien y el mal, creen en la victoria del amor.
Hemos escuchado el cantodel Magnificat, en la cual la Virgen, canta la esperanza de un pueblo que camina en la historia. Es el canto de tantos santos que han experimentado la cercanía, la bondad y la misericordia de Dios: algunos son conocidos como nuestro San Roque González, Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo, como San Blas, nuestro segundo patrono y otros tantos cuyas fiestas patronales celebramos. Otros santos son desconocidos: mamás, papás, catequistas, jóvenes y abuelas, quienes han afrontado las luchas de la vida, llevando en el corazón la esperanza de los pequeños y humildes.Así, como ella, como la Virgen María, quien siendo la más grande de las criaturas humanas, se presenta como la más humilde de todas. Ella, que es la Madre del Mesías, refiere toda la grandeza y toda la gloria a Dios, que ha hecho maravillas (…) Este cántico es especialmente intenso allí donde el cuerpo de Cristo sufre hoy la pasión. Donde está la cruz, para nosotros los cristianos hay esperanza, siempre. Si no hay esperanz no somos cristianos. Por eso nos repite el Papa: no se dejen robar la esperanza, porque esta fuerza es una gracia, un don de Dios que nos hace avanzar mirando al Cielo.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma al respecto de María:“La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos” (No. 966). ¡Nada menos!
La importancia de la Asunción para nosotros, radica, entonces, en la triple relación con Dios, entre nosotros y con las cosas creadas, siempre cuidando el cuerpo y el alma, las cosas de Dios y las del mundo. Esto deriva de la fe en la resurrección, que celebramos cada año en la pascua, cuando Dios libera a su pueblo de las garras de la esclavitud y de la muerte, y lo resucita porque Él es misericordia.
Para concluir me gustaría referirme a la administración de la cosa pública, a los bienes terrenos, por que somos humanos y, por la corrupción generalizada, afecta a la esperanza de los bienes del cielo; aunque todos ellos están destinados a las gentes. No nos quedemos de brazos cruzados después de una fiesta tan hermosa, como lo fueron el Bicentenario y la Visita del Papa. Abracémonos con optimismo renovador por una vida más digna y por una libertad más real, auténtica y profunda.
En concreto, en el Paraguay y en los Países hermanos, el instrumento de la democracia y de la justa aplicación de las leyes son suficientes para promover efectivamente a las familias y a la juventud; son la base y riqueza de nuestra sociedad. Sin ellas, familia y juventud, la mujer tan admirada en ésta tierra bendita y en todo el mundo, no veremos tiempos mejores. Ellas son las que más sufren en este cambio de época globalizada. Los crímenes contra la mujer, los homicidios y suicidios , las muertes por accidente locomotor, son síntomas del actual deterioro moral; también el creciente tráfico de drogas, el abuso del alcohol, la falta de trabajo y de estudios, son signos de descuido y de ignorancia, que causan muchas pérdidas de vida. En cambio, la patria nos debe encontrar unidos y participativos, en pos de un mundo más humano y solidario.
Al parecer, mirando al futuro, los males más graves se refieren: a) al narcotráfico y la narco-política que corrompen la estructura social y cultural de la sociedad paraguaya. Alertamos a las autoridades nacionales el deber de asumir con coraje la lucha contra los delitos trasnacionales, aún a riesgo de afrontar situaciones de conflictividad de difícil resolución, pero un Estado paralelo basado en los delitos protegidos por el crimen organizado debe ser repudiado por los católicos y las personas de bien que habitan en nuestro país; b) otro mal a extirpar es la mentada reforma agraria. A la larga, parece no interesar a la esfera política ni económica, sin embargo, es un constante reclamo de la sociedad, en especial de los campesinos, indígenas y de las familias pobres. Por favor, basta de manifestaciones y falsas promesas.
Las personas secuestradas y prisioneras son ya un triste documento ante las Naciones y ante la Historia. Aquí hay capacidad y medios, falta la buena voluntad.
- La Virgen de la Asunción acompaña la misericordia de nuestro pueblo
Puesto nuestros ojos en este año de la misericordia en María la Madre de Jesús y Madre nuestra, renovamos nuestra confianza y nos ponemos bajo su poderosa intercesión para vivir una fe cristiana, en armonía, en justicia, en misericordia y en paz. La historia del país se forje al son del canto de María, el Magníficat. Transcurra, aunque en zigzagueo entre luces y sombras, entre sufrimiento y alegría, entre cantos de derrota y de victoria, pero sea solidario, abierto y luminoso. Realistas, con los pies en tierra, entre situaciones lineales y sencillas, y otras complejas y difíciles, pero con la fuerza de sus buenas costumbres, y más programas para disminuir la pobreza extrema. En medio de tensiones políticas y problemas sociales, pero con la mayor participación de las empresas y mejor servicio de los entes públicos. Entre trabajos asociados y cooperativos, y acuerdos privados, pero con criterios éticos y mayor participación de la prensa.
La Iglesia nuestra madre, el Papa Francisco, y el Evangelio de Nuestro Señor Jesús, nos comprometen a trabajar y a rezar, sin descanso, con toda las personas de buena voluntad y con las Instituciones y Organizaciones reconocidas.
Hoy, ponemos en el Altar las intenciones:1.- por la solución definitiva a los Bañadenses y Chacariteños. Parece que los tres poderes y las redes sociales lo van a lograr;2.- por los esfuerzos tendientes a mejorar la salud, la educación y el trabajo dignos. Que las políticas públicas y la cultura del jopoi las hagan más eficientes;3,- por los programas a la vivienda, centros de recreación comunitaria, al transporte mejorado, las vias de comunicación y mejor distribución y uso de las TIC´S. Creo que el esfuerzo cooperativo mejorará la infraestructura de estos servicios básicos;4.- por la revisión de los tratados de las Hidroeléctricas y sus Anexos. Creo que no existe aún una Comisión que los estudie; y quisiera agregar la investigación de nuestro gran recurso del AGUA, para que se la valore y use convenientemente; 5.- por la reforma del Poder judicial, la humanización de las Penitenciarías, y los temas pendientes del Parlamento, para que puedan atender sobre todo a la salud hospitaliaria y al IPS;6.- por todas las buenas obras y las de misericordia, que seguramente beneficiarán a todos y serán contadas por las próximas generaciones de un País caracterizado por el trabajo y la esperanza.
Conclusión
María Santísima, Reina y Madre de misericordia,
recurrimos a Ti, tus hijos amados por la misericordia de Dios,
te pedimos con renovado fervor por el triunfo de la vida y de la familia,
por el bienestar de nuestro pueblo, la dignificación de toda persona humana,
y que por el bien común, reine la misericordia y la paz.
Bendice a nuestro Paraguay y a esta tu Ciudad,
fortalece a todos, autoridades y pueblo, bajo el Amparo,
de nuestra Madre del Cielo, y en esta Eucaristía, nos bendiga,
Jesucristo tu Hijo,e Hijo del Padre misericordioso. Amén
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