Queridos Hermanos:

¡Felicidades Asunción… el Paraguay… la Arquidiócesis de la Santísima Asunción… la Universidad Católica… y Cuántas más instituciones llevan el nombre de la gloriosa Mujer elevada al cielo!

¡Traemos con nosotros el gozo de nuestro futuro! ¡Por la Resurrección de Jesucristo, su Madre ya triunfa gloriosa, en Cuerpo y Alma, de la gloria divina! ¡Por misericordia de Dios, también nosotros, gracias a nuestro Bautismo seremos transformados para siempre en su Familia celestial!

También traemos hoy nuestra historia, tejida muchas veces de alegría y de pena, de logros y fracasos. ¡Pero estamos seguros, en la esperanza, del triunfo de la Vida, del Bien y de la Verdad!

Las dos lecturas, del apocalipsis y del cántico de María nos ayudan a comprender nuestra fe y nuestra propia vida personal, comunitaria.

Hay siempre el contraste, en el escenario del cielo, entre la Mujer vestida de sol y coronada de estrellas, embarazada y que da a luz a su Hijo… y el dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos, que arrastra con su cola millares de ángeles arrojándolos a la tierra y ese mismo dragón, amenazando con devorar al Hijo de la Mujer que da a luz.

En el evangelio, el cántico de María, mantiene ese mismo contraste de los humildes que reconocen la grandeza del Señor, y el de los poderosos del mundo.

Por una parte, la grandeza y la obra de Dios, que es la gracia santificante, es realizada en María, en su Iglesia, en cada cristiano discípulo misionero del Jesús. Las maravillas de la vida divina en nosotros actúan mediante la fe, la esperanza, la caridad; Nos hace comunidad que vive y testimonia la comunión con Dios y con los hermanos.

Pero, esa misma grandeza de Dios no soporta a los orgullosos y poderosos de este mundo, a quienes se dice explícitamente que “Dios los derriba de sus tronos”. Nadie puede contra Dios. ¿Es el grito de Miguel “Quién contra Dios”? La lucha del cielo ya anunciada desde el principio de la creación, creará la tensión permanente en el Reino de Dios, entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira, entre la fuerza destructora de la corrupción y la dinámica armónica de la libertad de quienes optan en la fe por el Hijo de Dios, Jesucristo. ¡Dios enaltece a los humildes y seguirá destronando a quienes se mofan de su Hijo Jesús y su Iglesia!

En las parábolas de Jesús, esta realidad del Reino crece humilde y lentamente, como el grano de mostaza, o crece en simultáneo, como el trigo y la cizaña. Ciertamente será el justo Juez, el Señor de la historia, quien separará el uno del otro, el poderoso explotador y engañador del humilde y sacrificado discípulo cristiano.

De este modo nos insertamos juntos en el camino de la salvación. Hoy en día, la Iglesia sigue con dolores de parto: las grandes ideologías que combaten la fe y la Iglesia; la pérdida de valores humanos y cristianos, la destrucción de la familia, de la vida, la banalización del sexo, la difusión de la drogadicción, el alcoholismo… y en el campo pastoral, el desánimo y el cansancio, una mera conservación de la agencia religiosa, la reducción de las vocaciones consagradas, especialmente femeninas, la poca formación a la vida cristiana…

Por otra parte, la pobreza extrema ha crecido en unos 850 mil personas, abandonados a su suerte; la falta de distribución equitativa de la riqueza; la despreocupación a los problemas sociales… las varias maneras de sufrir y de afrontar la dura realidad de la inequidad social.¡Hemos globalizado la indiferencia!

Las ideologías de género, la promoción del aborto, los métodos anticonceptivos amenazan a la naturaleza humana. Las así llamadas nuevas corrientes antropológicas aprisionan la libertad del hombre y la reduce a mero consumo de compra y vende. Un mundo sin Dios representa cada vez más un descalabro moral en la pérdida del ser hombre y mujer, de la familia y del pluralismo cultural.

Pero debemos subrayar que la persecución que realiza el dragón, la serpiente antigua no triunfará jamás, aunque sea poderosa y con muchos tentáculos de mal e injusticia. Como dice el texto del apocalipsis: es Satanás que quiere atrapar a Cristo, pero al resucitar escapa del poder del mal.

Les invito a mirar hoy a María Santísima quien nos abre a la esperanza: Qué bueno es escuchar juntos el cántico de María, el Magnificat. Nos abre a la esperanza para quienes experimentamos conflictos, lucha cotidiana, frustraciones, tentaciones y atractivos del mal, porque como María creemos en la victoria del amor, en el poder de Dios que “derriba a los poderosos y enaltece a los humildes”. Son éstos quienes experimentan la cercanía y la misericordia de Dios. Como ejemplo, ellos son nuestros santos Roque González, Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo y tantos otros santos desconocidos: mamás, papás, catequistas, jóvenes y abuelas, quienes han afrontado las luchas de la vida, llevando en el corazón la esperanza de los pequeños y humildes. Así ha vivido intensamente el Magnificat la Hna Felicia de Jesús Sacramentado, la querida Chiquitunga, que esperamos su pronta beatificación.

Nuestros jóvenes, en el Trienio de la juventud: Este desafío pastoral es una oportunidad para cumplir con el lema “abrazados a Cristo Jesús”. El próximo Sínodo de los Obispos lleva el tema: “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional” debe ser para toda la inspiración para acompañarlos en su fe, como discípulos misioneros del Jesús. Animémonos en las familias, en las instituciones educativas, en las parroquias, a acercarnos a ellos, escuchándolos y tendiendo puentes de afecto y empatía. Su educación evangelizadora debe guiarnos para que “abrazados a Cristo Jesús” formen parte la comunidad cristiana mediante los Grupos o Movimientos Juveniles, con sus diversos carismas eclesiales en una Iglesia misionera y en salida para llevar a otros la belleza y el gozo de ser discípulos misioneros a otros compañeros jóvenes.

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Otro tema que nos inquieta a todos: La cuestión campesina: Este tema es motivo de nuestra oración y de nuestra reflexión. ¿No tenemos en mente la difícil situación de vida de unos 30% de la población paraguaya, que es campesina? ¿Por qué a ellos no se les puede ayudar en su emergencia? ¿No se ha ayudado en otras emergencias a los transportistas, a los cañicultores, a los de la producción macro-agraria? No parece justo retacearles su necesidad vital, aunque sabemos que existen varios argumentos muy válidos. Pero siempre hay caminos de solución adecuada para sus vidas y familias. La sociedad no puede perder a los campesinos, son parte esencial de nuestra historia y cultura. Hace falta, por el contrario, mayor atención a ellos, a sus familias, a su organización, a su educación agraria, a su vida solidaria y cooperativa, al engranaje de su producción y comercialización de los productos agrícolas.

Los Obispos pedimos la respuesta a la actual emergencia de la agricultura familiar, pero también, la respuesta estructural de fondo propiciada por los programas y planes de las futuras autoridades nacionales. A los campesinos los debemos ver como hermanos, ellos como nosotros, buscan una vida más digna para sus familias y sus comunidades.

Otro tema semejante es la defensa del Seguro social obligatorio en nuestro país. La seguridad social es un rol sustantivo del Estado, es por eso que no se puede abandonar este sistema. Con un solo aporte el trabajador asegurado obtiene la cobertura de dos seguros, la asistencial, que cubre la salud en forma gratuita sin costo adicional, y la previsional, que cubre la parte económica, como jubilación.

A nivel más de nuestra vida eclesial, asistimos este año al impulso muy significativo de la Eucaristía y de la formación de los Catequistas en el nuevo paradigma de la Catequesis. Hemos celebrado el pre-congreso en mayo. El congreso eucarístico en junio y ahora nos toca prepararnos para el pos congreso en octubre en los ocho Municipios de la Arquidiócesis. ¡Qué mucho bien nos hace la celebración de la Eucaristía y la contemplación del amor de Jesús en la adoración personal frecuente!

En el campo de la Catequesis queremos involucrar a las familias, a los adultos en la transmisión de la fe, pasando de la búsqueda rápida de los sacramentos, a la clara conciencia de la iniciación a la vida cristiana. Ese es nuestra opción a  la formación de niños, jóvenes y adultos: El nuevo paradigma de la catequesis basada en el espíritu de los primeros tiempos de la Iglesia, en el catecumenado, propicia una iniciación muy buena y sustentable a la vida cristiana, desde la Palabra de Dios, los sacramentos y la inserción en la comunidad cristiana. No es nada fácil su aplicación, por las múltiples resistencias. ¡Qué bueno es que los Catequistas se formen a ser los primeros testigos conscientes de la fe eclesial!

Rezamos hoy por nuestra UC Nuestra Señora de la Asunción: a nadie escapa la situación difícil por la que pasa la UC con la toma del Rectorado y el Paro docente de la Facultad de Filosofía. Confiamos siempre que el camino de solución pase por la mesa de diálogo, en el respeto a la identidad y misión de la UC y a las normas legales del país.

Es imprescindible comprender que la UC tiene su identidad y misión, está fundada sobre los valores evangélicos y el documento pontificio “desde el corazón de la Iglesia” de San Juan Pablo II. Su Estatuto está plasmado por esos principios eclesiales.

De la misma manera que se respeta, en el pluralismo cultural, una escuela o una universidad menonita o israelita o musulmana, así debe respetarse también nuestra UC. ¡No nos dejemos robar su identidad y su misión, en la evangelización de la cultura, desde la fe católica! Su actual conflicto no es por falta de diálogo ni por no cumplir normas de justicia. ¡No dejemos de buscar la cultura del encuentro y del diálogo que sostiene la identidad y misión de la UC!

Las Escuelas Católicas son de la Iglesia y colaboran con la sociedad ofreciendo el encuentro de la fe y la cultura, la fe y la vida. ¡Qué bonito y admirable el desfile del pasado sábado, en honor a la Patrona de la Arquidiócesis, demostrando el servicio social educativo de las escuelas católicas en valores humano-cristianos a casi 50 mil niños y jóvenes de la Arquidiócesis! Nuestras escuelas católicas se merecen también el sostenimiento de su gestión, para que los Padres de Familia no estén pagando doblemente el costo de la educación de sus hijos.

 Conclusión:

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El cántico de María es el canto de tantos santos que han experimentado la cercanía, la bondad y la misericordia de Dios: algunos son conocidos como nuestro San Roque González, Así, como ella, como la Virgen María, quien siendo la más grande de las criaturas humanas, se presenta como la más humilde de todas. Ella, que es la Madre del Mesías, refiere toda la grandeza y toda la gloria a Dios, que ha hecho maravillas (…) Este cántico es especialmente intenso allí donde el cuerpo de Cristo sufre hoy la pasión. Donde está la cruz, para nosotros los cristianos hay esperanza, siempre. Si no hay esperanza no somos cristianos. Por eso nos repite el Papa: no se dejen robar la esperanza, porque esta fuerza es una gracia, un don de Dios que nos hace avanzar mirando al Cielo.

El dogma de la Asunción al cielo de María Santísima, ilumine las metas, anhelos y proyectos humanos que nos impulsan a reafirmar los valores evangélicos del diálogo, la transparencia, la participación y los acuerdos éticos basados en la paz, la justicia y la libertad como reza nuestro escudo patrio.

La importancia de la Asunción para nosotros, radica, entonces, en la triple relación con Dios, entre nosotros y con las cosas creadas, siempre cuidando el cuerpo y el alma, las cosas de Dios y las del mundo. Esto deriva de la fe en la resurrección de Jesucristo. Que la Iglesia siga esa triple relación, cuidando de la vida integral de todos los hijos de Dios. ¡Nos encomendamos a la protección maternal de la Madre de todos!

Asunción, 15 de agosto de 2017
+ Edmundo Valenzuela, sdb
Arzobispo metropolitano