SANTA MISA

Jueves 21 de agosto de 2025

HOMILÍA

Parroquia San Pio X

Ez 34, 11-16 / Sal 88 / 1 Tes 2,2b-8 / Jn 21,15-17

Hoy nuestra comunidad está de fiesta: celebramos los 25 años de nuestra Parroquia San Pío X dentro del Jubileo 2025, Peregrinos de Esperanza. Es un momento de alegría, de gratitud y también de renovación de nuestra misión.

Las lecturas que escuchamos nos recuerdan que la vida cristiana es un camino exigente, semejante a una carrera de resistencia.

En el profeta Ezequiel (34, 11-16), Dios se presenta como el Pastor que no abandona a nadie: busca a la oveja perdida, cura a la herida, fortalece a la débil. Es un Dios que corre tras los suyos, que no se cansa de cuidar, de apacentar con justicia.

En el Evangelio de san Juan, Jesús resucitado le pregunta a Pedro tres veces: “¿Me amas?” y le confía su rebaño: “Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas” (Jn 21,15-17). El amor a Cristo se demuestra en el servicio concreto, en el cuidado de los demás, especialmente de las ovejas más vulnerables.

En la primera carta a los Tesalonicenses, San Pablo recuerda cómo ejerció su ministerio: “Fuimos suaves con ustedes, como una madre que cuida con cariño de sus hijos” (1 Tes 2,7). Y un poco más adelante añade: “Saben también cómo, como un padre a sus hijos, los hemos exhortado, animado e insistido para que vivan de una manera digna de Dios” (1 Tes 2,11-12). Aquí se ve su corazón de pastor: al mismo tiempo firme como un padre y tierno como una madre.

La fe como competencia deportiva

En otra de sus cartas, Pablo compara la vida cristiana con una competencia deportiva: “¿No saben que en el estadio todos corren, pero uno solo gana el premio? Corran de manera que lo consigan” (1 Cor 9,24). Más adelante añade: “Yo corro, pero no a la ventura; lucho, pero no como quien golpea al aire. Castigo mi cuerpo y lo domino, no sea que después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado” (1 Cor 9,26-27). También en 2 Tim 4,7 Pablo dirá: “He combatido el buen combate, he terminado la carrera, he guardado la fe”.

Un paralelo con los Juegos Panamericanos Asunción 2025

Estos textos nos permiten hacer un paralelo con lo que vivimos hoy en Paraguay: los Juegos Panamericanos Junior Asunción 2025. Los atletas entrenan con esfuerzo, sueñan con una medalla, y aunque caigan o tropiecen, se levantan y siguen corriendo. Lo mismo pasa en la vida cristiana: hay momentos de alegría, verdaderos “jubileos de esperanza”, pero también tribulación, cansancio, obstáculos y hasta caídas. Lo importante es no abandonar la carrera, seguir luchando, porque el premio no es una medalla de oro o de plata, sino la corona de la vida eterna (cf. 2 Tim 4,8) que Dios concede a quienes perseveran, ser partícipes de su gloria.

Queridos hermanos, en esta carrera de la fe tenemos grandes ejemplos:

San Pío X, patrono de los catequistas y titular de nuestra parroquia, soñó con un pueblo alimentado por la Eucaristía. Fue él quien permitió la comunión frecuente y abrió las puertas de la mesa eucarística a los niños, porque sabía que en la Eucaristía está la fuerza para correr la carrera cristiana.

María Felicia de Jesús Sacramentado, Chiquitunga, joven catequista paraguaya, también corrió su carrera con alegría y fidelidad. Tenía una profunda devoción eucarística. Sus diarios muestran cómo encontraba en la Eucaristía la fuerza diaria para servir a los pobres, enseñar catequesis, visitar enfermos y vivir con alegría, incluso en la enfermedad. Ella misma escribió: “Si las almas supieran lo que tienen en la Eucaristía, correrían en masa a recibir a Jesús”. Esa era su certeza: que la Eucaristía es el alimento del cristiano peregrino, la fuerza para llegar a la meta. El alimento del peregrino.

Hoy, 21 de agosto, remomeramos el aniversario de nacimiento de Mons. Juan Sinforiano Bogarín, nacido en Mbujapey en 1863 (hace 162 años) primer Arzobispo del Paraguay. Fuerte y Suave era su lema episcopal: fortaleza en la defensa del magisterio y suavidad en el trato con los demás. Firme como padre y tierno como una madre. Fue llamado justamente el reconstructor moral de la patria, porque asumió la conducción de la Iglesia en tiempos de gran sufrimiento, después de la Guerra de la Triple Alianza, la guerra del chaco y otros dolorosos conflictos internos, durante más de medio siglo de episcopado (1894-1949) acompañó al pueblo paraguayo en el camino de la fe, la esperanza y caridad.

Mons. Bogarín fue un pastor cercano, amante de la cultura paraguaya, defensor del pueblo sencillo y, sobre todo, un gran catequista. No se limitó a enseñar desde los templos; su acción catequética recorrió todo el territorio nacional, llegando a los lugares más apartados. Un ejemplo de maratonista de la fe.

En sus visitas pastorales, reunía a la comunidad entera —niños, jóvenes y adultos— para explicar el Catecismo con palabras claras, accesibles y en guaraní, mostrando así su amor a la lengua del pueblo.

En las escuelas y colegios, insistía en que la enseñanza religiosa debía ser el alma de la formación, alentando a maestros y maestras a transmitir la fe como camino de vida. En las parroquias rurales, se detenía a conversar con las familias y catequizar en pequeños grupos, aprovechando ejemplos de la vida diaria campesina para explicar las verdades de la fe.

En la prensa y en escritos pastorales, supo usar los medios de comunicación de su tiempo para difundir la doctrina cristiana, animar a la oración y a la vida sacramental.

Su catequesis sencilla y profunda fortaleció la identidad cristiana del Paraguay y ayudó a reconstruir los valores de un pueblo herido por las guerras. Mons. Bogarín fue un verdadero padre y maestro en la fe, ejemplo de pastor fiel y comprometido con la historia de su pueblo.

La misión de los catequistas hoy

Queridos catequistas, ustedes son corredores en esta carrera de la fe. Su servicio es un ministerio silencioso pero inmenso: sembrar la Palabra de Dios en los corazones. Su testimonio es un signo de esperanza para toda la comunidad. Como San Pablo, ustedes son padres y madres en la fe, con paciencia y ternura; como San Pío X, conducen a los demás hacia la Eucaristía; y como Chiquitunga y Mons. Juan Sinforiano Bogarin contagian alegría y confianza en medio de las dificultades.

Acción de gracias y súplica final

En este jubileo de 25 años de la Parroquia San Pio, damos gracias a Dios por todos los catequistas de ayer y de hoy, y pedimos que nunca falten en nuestra parroquia personas dispuestas a correr esta carrera de esperanza, teniendo los ojos fijos en Jesús, nuestro premio eterno. María Santísima nuestra Señora de la Asunción ruega por nosotros.
Amén.

 

+Adalberto Card. Martínez Flores

Arzobispo de Asunción