CÓMO ACTUAR COMO CRISTIANOS FRENTE A ESTAS REALIDADES

Jesús, el único salvador…

“No amemos de palabra ni de boca sino de verdad y con obras” (Jn 3, 18)

“Supongamos que a algún hermano o hermana le faltan la ropa y la comida necesaria para el día, y que uno de ustedes le dice: “Que te vaya bien, tápate del frío y come”, pero no le da lo que necesita para el cuerpo; ¿De qué le sirve eso? (Sant 2,14)

La iglesia debe ser un lugar de acogida, de apoyo y de esperanza para los pobres. Debe ofrecerles una mano amiga y ayudarles a salir de la pobreza y la exclusión. Mostrar compasión y solidaridad con los que viven en la pobreza, la marginación y la exclusión. Escuchar sus historias, comprender sus necesidades y ofrecerles apoyo y ayuda.

Como iglesia debemos compartir los sufrimientos de las personas, sin posibilidad de superar su triste realidad, como consecuencia de las estructuras injustas o infrahumanas donde viven, que son frutos de un sistema que no tienen como prioridad la dignidad de la persona y el bien común, infraestructuras deficientes del sistema sanitario, inequidad en el reparto de los bienes, unos pocos privilegiados y muchos necesitados.

Es compromiso de la Iglesia, de los cristianos ser refugio de esperanza para todos, cercanía, escucha, comprensión, acompañamiento, muy particularmente para los que se sienten desahuciados porque no ven una salida a su dolorosa y, a veces, humillante situación.

<A los enfermos, además de los remedios y cuidado personal, démosle de afecto, ayudémosle a tener paciencia, paz interior, a asumir su enfermedad brindándoles fortaleza y esperanza.

<A los abandonados brindemos amor, valoración de su persona, acompañamiento, inserción en la sociedad y animarlos para continuar realizándose como personas, darles esperanza de que es capaz de cambiar su situación.

<A los empobrecidos, alentarlos, animarlos a seguir luchando para superar su situación, y evitar que caigan en la desesperanza.

<A los marginados, valorarlos, dignificarlos como personas; acompañarlos en su inserción a la sociedad, transmitir confianza y brindarles amor.

<A todos, infundir esperanza de que todo es posible con la gracia del Señor, el esfuerzo personal y la ayuda de la comunidad.

<A las autoridades e instituciones encargadas: exigir el cumplimiento de sus responsabilidades.

El mensaje de esperanza que Jesús transmite es especialmente relevante en tiempo de dificultad. Su amor ofrece consuelo a quienes sufren, recordándoles que nunca están solos. La resurrección de Jesús simboliza la victoria sobre la muerte y el sufrimiento, prometiendo a todos una nueva vida llena de posibilidades. Esta esperanza no es exclusiva para unos pocos, sino que está abierta a todos invitando a cada persona a experimentar el amor divino en sus vidas.

Que la Virgen María, nos haga instrumentos y portadores de esperanza para los enfermos, abandonados, empobrecidos y marginados.

ESPERANZA PARA LOS ENFERMOS, ABANDONADOS, EMPROBRECIDOS Y MARGINADOS

Recordemos que el papa Francisco, a través de la bula “Spe non confundit” invita al mundo a vivir el Jubileo 2025 como un tiempo de esperanza, reconciliación y renovación espiritual y que la luz de la esperanza llegue a todas las personas como mensaje del amor de Dios; que la iglesia sea testigo fiel de este anuncio en todas partes del mundo. Que este tiempo nos ayude también a recuperar la confianza necesaria tanto en la iglesia como en la sociedad, en los vínculos interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de toda la persona y en el respeto de la creación. “La esperanza cristiana no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino”, y que Jesús tiene el poder de transformar todas las situaciones. Este mensaje, lleno de profundidad y llamado a la acción, es indispensable para vivir adecuadamente este año Jubilar.Es verdad que todos necesitamos tener esperanza, pero más que nadie nuestros hermanos enfermos, abandonados, empobrecidos y marginados que en muchos casos son productos de un sistema injusto e insolidario y una sociedad insensible frente al sufrimiento de los demás.

NUESTRA REALIDAD (Los descartados)

SALUD. ¿Cómo está nuestro sistema sanitario? Digamos con una palabra: deficiente. Carencia de medicamentos, falta de centros de salud, con necesidad de profesionales médicos en muchos lugares. Enfermos sin recursos para pagar tratamiento.

Empobrecidos, como el término expresa, son empobrecidos quiere decir que su pobreza no es natural, es producto, consecuencia de un sistema injusto donde unos pocos acaparan los bienes que son para todos y se convierten en falta de trabajos y oportunidades de desarrollo y progreso para todos.

No olvidemos a los marginados, a los descartados por su situación social, económica y cultural. No son respetados ni tomados en cuenta en su dignidad como personas. A veces, incluso, no solo son ignorados sino despreciados.

Miremos el ejemplo de Jesús

El amor de Jesús se manifiesta de manera poderosa en su relación con los marginados de la sociedad. A lo largo de los evangelios encontramos numerosas historias donde Jesús se acerca a aquellos que eran despreciados y rechazados, brindándole aceptación y dignidad. Su mensaje de amor y comprensión resuena especialmente entre aquellos que se sienten solos y abandonados. Tenemos ejemplo en su amor inclusivo: los leprosos, la mujer samaritana, los pecadores.

El amor inclusivo no sólo transformó la vida de aquellos a quienes tocó, sino que también desafió las normas sociales de su tiempo. El amor de Jesús se convierte así en refugio para los marginados, un lugar donde pueden encontrar aceptación, perdón y nueva esperanza. Su ejemplo nos invita a seguir su camino, extendiendo amor y compasión a quien más lo necesita.

A través de sus enseñanzas y acciones, Jesús mostró que cada individuo tiene un valor intrínseco, independientemente de su status social, raza o historia personal. Esto ha inspirados a numerosas personas a encontrar esperanza y propósito en sus vidas. El amor de Jesús proporciona una profunda restauración emocional y espiritual. Muchos marginados han encontrado en Él una fuente de aceptación que les permite sanar las heridas del rechazo y la soledad.

Jesús mostró compasión hacia los marginados incluyendo a los enfermos, los pobres y los excluidos. Jesús no tuvo miedo de identificarse con cada uno de ellos: “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40) Su ejemplo nos invita a hacer lo mismo en nuestras comunidades. Los seguidores de Jesús no podemos quedarnos indiferentes ante los sufrientes y carentes de esperanza.

Mons. Marcelo Benítez, OFM

Obispo de la Diócesis de Caazapá