“No teman, ha resucitado”

Este anuncio que conmovió a la comunidad de los apóstoles y a todos los hombres de todos los tiempos, también hoy llega a nosotros como una ola sin fin.

Muchas de las homilías de esta celebración en todo el mundo, serán en torno a dos temas que se relacionan: el anuncio gozoso de la Pascua y los signos de los tiempos.

En esta noche nos dice el Pregón Pascual: ¿de qué nos serviría haber nacido, si no hubiéramos sido rescatados? Es la noche en que volvemos a vivir la experiencia de la luz salvadora y liberadora, el anuncio de una libertad largamente deseada. Para comprenderla, tenemos las imágenes que expresan el sentido y el significado teológico de esta noche santa:

  • El fuego y, consiguientemente, la luz. Hoy más que nunca queremos seguir viendo a Cristo como nuestra luz, como nuestro sol invicto, que nos iluminó definitivamente con el resplandor de su luz en la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, ascendió victoriosamente al cielo.
  • El agua; “Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo…” (Rm 6,3) En esta noche eran y son bautizados los catecúmenos. Quienes con fe y alegría salen de la fuente bautismal, vestidos con una túnica blanca, inundada de una gracia y un resplandor espiritual.

Recibir el anuncio de la Resurrección y creer en ella, no es solo el acto de una proclamación que no tenga consecuencias en nosotros, sino que supone empeñarnos en romper con la mezquindad y la mediocridad que todavía queda en cada uno. Es poner la fraternidad por encima de movimientos y grupos, y de tantas pequeñeces que con frecuencia nos apartan a unos de otros. En estas últimas semanas somos testigos de este esfuerzo en tantos hombres y mujeres en nuestro país y en todo el mundo.

En esta noche santa, en que hemos encendido el cirio pascual en las Iglesias, tantos cristianos lo han repicado al encender las velas en sus casas. Tenemos la certeza que la luz de Cristo, es la claridad que necesitamos en este tiempo en que la oscuridad se cierne sobre el mundo en forma de una flagelante pandemia, sobre tantas comunidades y familias, y que trae como consecuencia, angustia, desasosiego y pesimismo en la vida social, laboral y económica.

¡Ha resucitado! La muerte en cruz no ha sido la última palabra sobre Jesús, su vida y su mensaje: ¡Ha resucitado! Ha empezado algo nuevo, Jesús ya no está entre los muertos, Él continúa siendo el camino a seguir: “Va por delante de vosotros a Galilea”.

Hemos sido incorporados a Cristo. Dios, que es más fuerte que la muerte, no solamente se la sacó de encima, sino que en la cruz, Cristo ha cambiado el sentido del dolor y del sufrimiento humano. Esta cruz ha sido redimida desde la raíz, desde que el Hijo de Dios la ha tomado sobre sí. Dios, en la cruz ha bebido delante del mundo, el cáliz del dolor hasta el fondo. De esta manera ha mostrado que este no está envenenado, sino que hay una perla en el fondo de él. Nos aguarda ese festivo horizonte: ¡LA VIDA! (Cantalamessa. Reflexión del Viernes Santo)

Queridos amigos que nos escuchan por la radio, o nos acompañan visualmente a través de los medios sociales, que nuestra unión de hoy con Jesús, celebrando la Vigilia de la Pascua, nos lleve a una vida plena, que valore las cosas que nos construyen, de aquello que pueda posibilitar construir más plenamente una sociedad que refleje lo que esperamos, la vida en Cristo.

La Pascua no nos puede dejar iguales que cuando comenzamos la santa cuaresma. Ahora, se refuerza nuestra vocación de testigos, más decididos y solidarios con todos los que sufren en este tiempo de prueba. Hoy, con toda la Iglesia, nos estremecemos y entusiasmamos:

“El Señor que ya venció tantas veces al poder del mal, continuará venciendo (Ap 6,2), porque Dios no solo habita en las pequeñas luces del presente, sino también vive en el futuro, y en el futuro no faltará su gloria y su presencia salvadora” (J. Moltmann)

 

Pbro. Silvio Suárez


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