El Concilio Vaticano II ha sido el primer Concilio Ecuménico que, en la historia de la Iglesia, se ha ocupado de los cristianos laicos de un modo directo, bien consciente de lo que estaba en juego en relación con la naturaleza y la misión de la Iglesia.

Ha explicado en su documento luz del mundo, por qué los laicos no son en la Iglesia ciudadanos de segunda categoría, como venían siendo considerados durante siglos: los laicos son verdaderamente “los fieles cristianos que, por estar incorporados a Cristo mediante el bautismo, constituidos en pueblo de Dios y hechos participes a su manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen, por su parte, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo (LG 31). El Concilio compara a los laicos a la levadura que “como desde dentro” contribuye a la santificación del mundo, mientras ordena las realidades temporales al Reino de Dios con el Espíritu Santo. Es decir, en la medida en que se vaya logrando la deseada “unidad de vida”. A continuación presentamos la identidad de los laicos y su condición secular.

Podemos hablar de laico en un sentido pleno: realmente es laico cristiano cuando vive y comprende su vocación y misión. Antes de eso ciertamente lo es, pero no plenamente. Valdría aquí la comparación con todo bautizado, que es por ese nombre cristiano, pero otra cosa es que viva, piense y actúe verdadera y coherentemente como cristiano. En este sentido ser laico es don y tarea, como de un modo más general lo es siempre la existencia humana. Y hoy la condición de los laicos se manifiesta y desarrolla subrayando ante todo su identidad cristiana y su participación en la misión de la Iglesia, que incluye los aspectos de evangelización y promoción humana.

La misión del laico, desde dentro del mundo, es decir desde la dinámica originaria de la sociedad civil, el laico colabora con el acto creador de Dios Padre, con el acto redentor de Cristo, que libera el mundo del pecado y con el acto santificador propio del Espíritu Santo, al responder a su vocación a la santidad en sus circunstancias históricas concretas. Por tanto una de las líneas fructíferas para comprender y vivir el carácter secular de los laicos es la teología del Espíritu Santo.

Hermanos, Cristo nos llama para ser sus testigos frente al mundo. Invita a salir del mezquino horizonte para ser evangelizadores en nuestra casa, trabajo y familia. Ya que Cristo le pide a cada hombre lo que está a su medida. Cuánta confianza inflama nuestro pecho al ver que no caminamos solos por este camino. Jesús lo recorrió primero y nos dejó su cuerpo bondadoso en la Eucaristía para que podamos cumplir dignamente nuestra misión.

 

+ Mons. Claudio Silvero

Obispo Auxiliar Emérito de Encarnación

 

Letra y Música: Mons. Claudio Silvero

Movimiento de Cursillos de Cristiandad

Cristo cuenta conmigo

A mis ambientes suelo llevar

al Cristo vivo que habita en mí,

con alegría puedo contar

las maravillas que descubrí.

Estribillo

Cristo cuenta conmigo como Apóstol de la gente.

Cristo cuenta conmigo como luz en mi ambiente.

Que en mi vida puedan leer

el Evangelio de mi Señor.

Mi testimonio haga crecer en las familias mucho amor.

Estribillo

Al egoísmo yo renuncie,

sigo las huellas de mi Jesús.

En las Ultreyas siempre anuncié

que en todas partes llevo su Luz.