Nos congregamos esta mañana en las jornadas nacionales de prevención del abuso sexual contra menores y adultos vulnerables, encuentro anual organizado por la Conferencia Episcopal Paraguaya a través de su Comisión Episcopal para la Protección de Menores y Adultos Vulnerables. 

Esta cuarta edición de las jornadas nacionales coinciden con la finalización del primer trienio de vida institucional de nuestra Comisión Episcopal, cuya misión principal es articular a todas las instancias de la Iglesia Católica que peregrina en el Paraguay, para promover una cultura del buen trato y construir ambientes saludables para todos quienes interactúan en nuestras obras.

Atendiendo a este cometido quisiera puntualizar algunas consideraciones:

Es necesario destacar que la estrategia preventiva frente a los abusos sexuales en la Iglesia debe contemplar decisiones que sean fruto de una compresión que asuma esta crisis con sus raíces de carácter sistémico y por lo tanto la aborde de manera multidisciplinar.

Resulta urgente dar los pasos necesarios hacia una auténtica sinodalidad, que viva las relaciones de “poder” al interno de la institución, desde la fraternidad evangélica, como un espacio de servicio a la comunidad cristiana y a todas las personas de buena voluntad, superando cualquier forma clericalismo que impida el diálogo y la corresponsabilidad de todos los bautizados en la vida y misión de la Iglesia.

Durante estos días queremos avanzar en la reflexión y definir acciones concretas que garanticen el funcionamiento de estructuras de protección de la infancia y adolescencia en cada Diócesis, en todas sus instancias pastorales, congregaciones religiosas, escuelas, colegios, en los movimientos eclesiales, así como un verdadero acompañamiento a la víctimas/sobrevivientes. Reitero lo mencionado en otras ocasiones, no es suficiente denunciar ante las instancias correspondientes, debemos poner al centro a las víctimas y establecer mecanismos auténticos de apoyo a quienes sufren por el daño que les han causado aquellos que debían protegerlos.

El padre Daniel Portillo Trevizo, quien actualmente trabaja en la Pontificia Comisión de la Tutela de Menores, nos compartía estas reflexiones muy oportunas: como creyentes en la Iglesia, en los escándalos no solo asumimos el dolor de las víctimas y los crímenes de aquellos miembros de nuestra Iglesia, sino que nos vemos impulsados a proyectar un presente capaz de dignificar a cada uno de sus miembros, con un esperanzador impulso por dejar a la siguiente generación de creyentes, una mejor Iglesia que aquella que nos recibió cuando nos bautizaron. La lucha contra los abusos en la Iglesia tiene como protagonistas a las víctimas y supervivientes. Su voz ha sido el primer motu proprio en la legislación eclesial, de tal manera que la Reforma Eclesial, que particularmente los últimos Papas han llevado a cabo, ha sido fruto del rompimiento del silencio de aquellas personas que habían sido maltratadas y que han venido a recordarnos que las heridas nos prescriben.

En esta jornada, también abordaremos la necesidad de prevenir cualquier forma de abuso a personas en situación de vulnerabilidad, desafío aún mayor en una sociedad que sigue siendo excluyente y para la Iglesia que quiere estar en salida hacia las distintas periferias existenciales.

Aprovecho la ocasión para agradecer la presencia del Pbro. Dr.  Daniel Portillo Trevizo, experto regional para América de la Pontificia Comisión para la Tutela de Menores de la Santa Sede quien será el ponente principal de estas jornadas, a los demás ponentes y todos los que han trabajado para hacer que este encuentro sea posible. (Jer. 5, 24)

Temamos ahora al SEÑOR nuestro Dios, que da la lluvia a su tiempo, tanto la lluvia de otoño como la de primavera, y que reserva para nosotros las semanas establecidas de la cosecha.

Muchas gracias a todos por su presencia 

 

+Adalberto Card. Martínez Flores

Arzobispo de Asunción

Presidente de la CEP

 

13 de noviembre 2023