Monseñor Edmundo Valenzuela, Arzobispo Metropolitano
7 Abril de 2017

Queridos hermanos y hermanas:

Nuestro Via Crucis, en preparación de la Semana Santa y de la Pascua del Señor,  nos ha puesto humilde y devotamente en oración, en este día en que todos hemos dedicado al ayuno y a la oración, pidiendo por intercesión de la Virgen de los Dolores la gracia de la reconciliación, del perdón, para llegar a la justicia y a la paz.

Venimos con un corazón dolorido a rezar por la paz y el fin de la violencia. Hacemos un llamado a todos, ciudadanos, grupos políticos de un bando y de otro, a la paz, al respeto, a la convivencia pacífica en la divergencia de visiones políticas. Necesitamos parar con la escalada de ofensas e insultos fruto de la intolerancia, y eso no es bueno para  la Patria y la democracia. Las redes sociales y los Medios masivos de comunicación deben cumplir con su misión de contribuir a la verdad, camino de la paz, y así acompañar el funcionamiento institucional de un país, con la vigencia de la Constitución Nacional y las Leyes.

Los tres Poderes del Estado deben funcionar con total libertad, sin coacciones ni imposiciones. Recuperemos la legitimidad de las instituciones del Estado, de lo contrario entramos en una etapa anárquica que sólo lleva a un grupo imponerse sobre el otro. Respetuosos, educados, racionales, con sabiduría, y por qué no, con renunciamientos, mediante el diálogo se debe solucionar los problemas políticos candentes del momento. No es posible el camino de la sordera, de la no participación, pues ¿no daría la sensación de optar por el disturbio y la inestabilidad política y social? Optemos por el dialogo siempre!

Como Iglesia Católica, con la Buena Nueva del Evangelio, que está a favor de los inocentes y de los más desvalidos y los que son considerados descarte de la sociedad, denunciamos con todas nuestras fuerzas la violencia generalizada. Lamentamos con dolor la quema de la sede de la Asamblea parlamentaria. Fue una ofensa a la civilidad y al País. Ninguna Nación Soberana ha visto que su Parlamento fuera incendiado. Han atropellado lo más digno de de una democracia participativa y de la ciudadanía, que es el Parlamento Nacional.

Del mismo modo con todas nuestras fuerzas denunciamos la violencia que los Policías actuaron contra algunos Senadores, y violando toda norma democrática han atacado una residencia partidaria asesinando a un joven, Rodrigo Quintana. Ni de una u otra parte es admisible la violencia.

Nos da vergüenza y pedimos que el clamor de la gente indignada se convierta hoy en una súplica por la reparación del mal cometido y que lleve a la reconciliación, al perdón. A todos les invitamos a que recapaciten y reorienten su vida hacia la verdad y la Patria. Así podremos ser constructores de la paz.

Desde nuestro ser ciudadanos paraguayos afirmamos que Senadores y Diputados han sido elegidos para decidir sobre los grandes problemas que aquejan a nuestro país, a la luz de la Constitución Nacional. Ellos tienen la responsabilidad de velar por el bien común, de reflexionar, desde la prudencia, sobre los mejores pasos en la construcción del bien común, teniendo en primer lugar la PATRIA ante todo, como reza nuestro Himno Nacional, en la justicia y la paz. No a la anarquía, no a la violencia de algunos contra otros. Sí, la concordia, la cordura, la paz, la misericordia en el perdón y la reconciliación.

Por eso, hoy venimos a tomar conciencia de lo que el Papa nos ha pedido recientemente, interesado por nuestro País: que solucionemos los problemas políticos, sin cansarnos, evitando la violencia.

El Mensaje del Papa Francisco por la Jornada Mundial de la paz nos viene muy actual y es como si nos estuviera otra vez hablando hoy, como un Padre sabio que nos orienta a la vida.

“En esta ocasión deseo reflexionar sobre la no violencia como un estilo de política para la paz, y pido a Dios que se conformen a la no violencia nuestros sentimientos y valores personales más profundos. Que la caridad y la no violencia guíen el modo de tratarnos en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales. Cuando las víctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles en los procesos no violentos de construcción de la paz. Que la no violencia se trasforme, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, en el estilo característico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y de la política en todas sus formas”.

A una semana del viernes Santo, nuestro tradicional viernes de dolores celebrado con tanta devoción en nuestro país, aparece el profeta Jeremías prefigurando a Cristo Jesús en su camino de la cruz. Es un profeta a quien le tocó anunciar desgracias y catástrofes, si no se convertían. Es un mensaje claro que resuena continuamente en los oídos del pueblo: si no se convierten a Dios, las desgracias y las catástrofes llegarán a ustedes. Esa locura de la venganza y del odio, de la intolerancia y de la insensatez no puede anidarse en el corazón de un ciudadano honrado y honesto. Lamentablemente se apoderó del corazón de los violentos, que creen que con la violencia traerán ventajas políticas. Pues causaron destrozos, violación de derechos humanos y sociales, vandalismo y endurecimiento de la mente y del corazón, y pérdida de una vida humana.

Así han tratado al Profeta Jeremías. Así han tratado a Jesús, soportando su Cruz Redentora hasta el Calvario. Como nosotros todos hemos soportado con dolor el sufrimiento causado el viernes pasado, 31 de marzo.

Reafirmamos nuestro rechazo a la violencia. Afirmamos la no violencia, como resistencia activa ante las injusticias, como camino de la democracia y de la civilidad. Para solucionar los impases políticos está el diálogo. La disuasión por la fuerza jurídica o social o política de la mayoría no es nunca el camino de la verdad. Se preguntaba el Papa Benedicto XVI: ¿“Es suficiente el criterio de la mayoría frente a situaciones y problemáticas  tan importantes?  Los principios no negociables no reciben su condición de verdad y bondad del consenso de una mayoría, sino que los tienen por sí. El Político no puede, sin traicionar su misión específica, ir en contra de esto.  Si lo hiciera privaría al Estado de la ley, de manera que – como dice San Agustin – “sería difícil distinguir entre el Estado y una gran banda de bandidos” (Bundestag, 2011).

A propósito nos decía el Papa Francisco en su Mensaje de la Jornada Mundial de la paz, para este año: “Muchas veces la no violencia se entiende como rendición, desinterés y pasividad, pero en realidad no es así. Cuando la Madre Teresa recibió el premio Nobel de la Paz, en 1979, declaró claramente su mensaje de la no violencia activa: «En nuestras familias no tenemos necesidad de bombas y armas, de destruir para traer la paz, sino de vivir unidos, amándonos unos a otros […]. Y entonces seremos capaces de superar todo el mal que hay en el mundo». Porque la fuerza de las armas es engañosa. «Mientras los traficantes de armas hacen su trabajo, hay pobres constructores de paz que dan la vida sólo por ayudar a una persona, a otra, a otra».

En cuanto al Evangelio proclamado hoy, los enemigos de Jesús reaccionan más violentamente contra él, mucho más aun que contra Jeremías. Sus enemigos agarran piedras y le quieren eliminar. Una vez más se suscita el tema crucial: «blasfemas, porque siendo un hombre, te haces Dios». Por eso le quieren apedrear. Su «Yo soy» escandaliza a los judíos. Los razonamientos de Jesús están llenos de ironía: «¿por cuál de las obras buenas que he hecho ustedes me quieren apedrear?», «¿no está escrito en la ley: son todos dioses, hijos del Altísimo?». Es la dignidad del hombre! Cada ser humano desde su gestación es creatura e hijo de Dios! Somos la mezcla de barro y divinidad; somos “adamá” (tierra, limitación) y “nefesh” (esencia de Dios)!

A la luz de estas palabras vemos que situaciones de obscuridad abundan en nuestras obras, en la toma de decisiones y, en obstinaciones que, al no querer reconocer el mal que provocamos, dañamos al hermano, la comunidad, la sociedad, la nación. La continua obstinación de algunos Medios en vender imágenes violentas como excremento y de la gente consumirlas, se ha vuelto una realidad a la que debemos reaccionar cristiana y críticamente – así se expresaba el Papa Francisco –. ¡Cuánta violencia se exhibe, se vende y se consume!

Pero, una vez más, la Palabra de Dios es tan esperanzadora. La esperanza de que «muchos creyeron en él». Y nosotros pertenecemos a este grupo de los que sí han creído en Jesús. Lo recibimos en su totalidad, con todo su estilo de vida, incluida la cruz que va a presidir nuestra celebración los próximos días santos que se aproximan. Recibir a Jesús en su totalidad es antes que nada, escucha atenta a la voz de Dios manifestada en los hermanos.

Queridos hermanos: puede ser que en nuestra vida también conozcamos lo que es la crisis de un viernes de dolores. Ocurre una violencia desatada, de forma irracional de unos contra otros. También nuestra experiencia elemental de que el otro es un bien para la plenitud de nuestro yo, y no es un obstáculo, nos ayudará a salir de la situación en la que nos encontramos, tanto en la política como en las relaciones humanas y sociales. Reconocer al otro es la verdadera victoria para cada uno y para todos. Los primeros que están llamados a recorrer ese camino, como ha sucedido en el pasado, son precisamente los políticos y los políticos católicos».

“La Iglesia se ha comprometido en el desarrollo de estrategias no violentas para la promoción de la paz en muchos países, implicando incluso a los actores más violentos en un mayor esfuerzo para construir una paz justa y duradera”. El Papa vuele a insistir y enseñar: “Si el origen del que brota la violencia está en el corazón de los hombres, entonces es fundamental recorrer el sendero de la no violencia en primer lugar en el seno de la familia. … La familia es el espacio indispensable en el que los cónyuges, padres e hijos, hermanos y hermanas aprenden a comunicarse y a cuidarse unos a otros de modo desinteresado, y donde los desacuerdos o incluso los conflictos deben ser superados no con la fuerza, sino con el diálogo, el respeto, la búsqueda del bien del otro, la misericordia y el perdón. Desde el seno de la familia, la alegría se propaga al mundo y se irradia a toda la sociedad. Por otra parte, una ética de fraternidad y de coexistencia pacífica entre las personas y entre los pueblos no puede basarse sobre la lógica del miedo, de la violencia y de la cerrazón, sino sobre la responsabilidad, el respeto y el diálogo sincero.

No perdamos la confianza y la esperanza en el Señor, queridos hermanos, y digamos con sinceridad: «en el peligro invocamos al Señor y El nos ha escuchado… te amamos, Señor, tú eres nuestro refugio y fortaleza, nuestra roca, nuestro libertador… Señor, hoy en este lugar sagrado, en este templo santo, sabemos que escuchas nuestra voz y grito de ayuda». Salva nuestras familias, salva nuestra comunidad, salva nuestra Nación, salva nuestro amado Paraguay.

Hermanos, concluyo subrayando la invitación que el Señor Jesús nos propone desde las lecturas hoy: un llamado a la auténtica conversión; la continua lucha contra las fuerzas que degradan la dignidad del hombre; la centralidad de la oración, camino de purificación para afrontar los problemas y encontrar las soluciones desde Dios. Afiancémonos desde la Palabra del Señor, dejémonos guiar por El.

Les deseo, finalmente, un buen inicio de la Semana Santa.