Queridos hermanos, hermanas
¡Cuántas experiencias bellísimas tuvimos en este Novenario con la visita de la imagen de la Virgencita serrana de Caacupé! Desde su domicilio temporal en la Catedral de Asunción ha visitado hospitales, penitenciarías, las parroquias de algunos Decanatos, el Palacio de Gobierno, la sede del Parlamento Nacional. Y hoy, en esta Misa que es como nuestra despedida, le agradecemos que nos haya animado en renovador nuestro amor filial hacia Ella, como también en el amor a su Hijo Jesús y a los hermanos y hermanas de los municipios de la Gran Asunción. Fueron días maravillosos de fiesta cristiana y de intensa manifestación de la piedad popular mariana.
Quiero compartir primero el mensaje de la Palabra de Dios que nos da el sentido de la fiesta de la Inmaculada Concepción. Luego, proponerles una mirada amable sobre nuestra ciudad capital, a la luz de la Purísima Virgen María.

1. Reflexión textos bíblicos, liturgia 8 de diciembre, Inmaculada Concepción de la Virgen María
El texto bíblico del Génesis, por una parte, proclama la enemistad entre la mujer y su linaje, y por otra, la serpiente y su descendencia. Se trata de una hostilidad expresamente establecida por Dios, referida a la cuestión de la santidad personal de la Virgen. Para ser la enemiga irreconciliable de la serpiente y de su linaje, María debía estar exenta de todo dominio del pecado. Y esto desde el primer momento de su existencia. La encíclica Fulgens corona, publicada por el Papa Pío XII en 1953, para conmemorar el centenario de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, argumenta así:
«Si en un momento determinado la santísima Virgen María hubiera quedado privada de la gracia divina, por haber sido contaminada en su concepción por la mancha hereditaria del pecado, entre ella y la serpiente no habría ya -al menos durante ese periodo de tiempo, por más breve que fuera- la enemistad eterna de la que se habla desde la tradición primitiva hasta la solemne definición de la Inmaculada Concepción, sino más bien cierta servidumbre» (MS 45 [1953], 579).
Por tanto, la absoluta enemistad puesta por Dios entre la mujer y el demonio exige en María una concepción inmaculada, es decir, una ausencia total de pecado, ya desde el inicio de su vida. El Hijo de María con su resurrección, obtuvo la victoria definitiva sobre Satanás e hizo beneficiaria anticipadamente a su Madre, preservándola del pecado y llevándola como Mujer y Madre gloriosa en el cielo.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas (1, 26-38)
El versículo más importante para la fundamentación del dogma de la Inmaculada Concepción es Lc 1,28: “El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”. La alegría es por la “llena de Gracia”, el nuevo nombre de María que nos da a conocer su vocación, su ser y su misión a los ojos de Dios.
El mismo verbo aparece en el Nuevo Testamento en Ef 1,6: “para alabanza de la gloria de su gracia, con la que nos agració en su Hijo muy querido”. Para San Juan Crisóstomo, el uso de este verbo en Ef 1,6 significa que Dios nos ha trasformado por esta gracia maravillosa recuperando el matiz del efecto producido en la persona agraciada. Somos agraciados mediante la gracia de Dios: “En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia”. El dogma de la Inmaculada Concepción está vinculada al misterio de la redención en Cristo común a todos los hombres. Dice San Juan Pablo II comentando esta gracia: “El plan divino de salvación que nos ha sido revelado plenamente con la venida de Cristo es eterno…Abarca a todos los hombres, pero reserva un lugar particular a la ‘mujer’ que es la madre de aquel al cual el Padre ha confiado la obra de la salvación”. Se trata de la redención entendida como perdón de los pecados. En este sentido nos aproxima a la Gracia de la Inmaculada Concepción que el Magisterio la entiende como redención anticipada. La “llena de gracia indica la perfecta santidad de María, completamente liberada del influjo de Satanás.
En el contexto del Adviento, esta Solemnidad de la Virgen, puede ayudarnos a pregustar los frutos del Nacimiento de Jesús, nuestro Salvador. Con la Encarnación del Verbo de Dios, quiere restaurar la humanidad caída, herida por el pecado. Y esta obra salvadora comienza ya con la Inmaculada Concepción de María, pues anticipando los méritos de Cristo, la preserva a Ella de todo pecado.
Nos inspira el deseo de asemejarnos a María, de llegar a ser como Ella, de gozar de la paz y alegría que Ella poseía como fruto de la acción de Dios en su corazón. Lo que Dios obró en María anticipadamente y en plenitud, desde su Concepción, lo obra en nosotros paso a paso, de modo gradual.
Para nosotros, del Paraguay, tierra de María, nos inunda de alegría poder celebrar la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Ciertamente con los años se la ve con la reina de los seres humanos en la tierra, pero su realeza está llena de amor, de ternura, de humildad y sencillez; como madre de la misericordia intercede por la salvación de todos nosotros a pesar de nuestros pecados. Tanta historia de amor narrada con palabras con la vida de incontables personas llenas del favor de Dios por medio de nuestra Madre.
Es maravilloso constatar que la voluntad de Dios se encuentra con la dócil voluntad humana de María. Sabemos que para ella la situación era muy complicada, difícil, arriesgada y súper peligrosa, pero se cumple la Palabra de Dios en todo esto, si para los hombres es imposible, para Dios, sin embargo, todo es posible. Ella comprendió que, si Dios le pide, aunque Ella no pueda, Él la capacitará para responder a la misión encomendada. Y si Él pide también es porque sabe que a quien pide no le fallará.
María se define a sí misma en su entrega a Dios: se profesa «esclava del Señor». El “sí” de María a Dios asume desde el principio la actitud de servicio, de atención a las necesidades de los demás. Así lo atestigua concretamente el hecho de la visita a Isabel, que siguió inmediatamente a la Anunciación. La disponibilidad a Dios se encuentra en la voluntad de asumir las necesidades del prójimo.
Es bueno que nuestro “sí” proceda de nuestra vida de fe y de amor a Dios y al prójimo. Los gestos de amor cultivan la amistad social que necesita nuestro país y hoy, más que nunca nuestra ciudad capital.
1. Una mirada amigable sobre nuestra ciudad
Al celebrar la solemnidad de la Inmaculada Concepción recordamos siempre a la misma persona, la Madre del Salvador, que está gloriosa en el cielo y desde ahí nos ampara para que su ciudad sea la más linda de las ciudades. Ella ha acompañado siempre la vida de los habitantes de la ciudad capital que lleva su nombre.
En la Biblia aparecen dos características contrapuestas de la ciudad. Así de Babel, como de Jerusalén. Por una parte, acusada de corrupción y violencia. Por otra, como la Jerusalén celestial, como el ambiente de perfección y de salvación para toda la humanidad (Cf Apocalipsis). Esta última subraya la visión positiva de la ciudad, su potencialidad, su comunidad humana reunida bajo la mirada de Dios Creador y Redentor.
El Lord de la ciudad es el Intendente, quien con su Consejo municipal son los responsables ante la ciudadanía de la vida de sus habitantes. Recuerdo la conversación que tuve con el anterior Intendente, don Mario Ferreiro y recientemente con el actual, don Oscar Rodríguez, compartiendo las preocupaciones que aquejan a la ciudad capital. Su gestión administrativa concilie el desarrollo urbano con las necesidades de los ciudadanos.
Hablamos ante la necesidad de crear una ciudad amigable. Que nuestras actitudes como comunidad humana mejoren la ciudadanía en los valores de respeto, hospitalidad, tolerancia, sentido de pertenencia y de la colaboración solidaria. Hagan surgir voluntarios y grupos de jóvenes deseosos de colaborar en los varios aspectos que hacen a la ciudad de Asunción. Entonces, pues, surge un primer compromiso para todos, la responsabilidad social ante toda ciudad, en la que recordamos que no sólo es cuestión de que cada uno tenga su propio recinto, sino que es necesario el empeño para que la ciudad pueda ser un lugar donde podamos sentirnos acogidos, respetados y sentirnos a gusto, con la posibilidad de gozar de espacios de esparcimiento, de convivencia, de arte y de amistad social. Nuestra ciudad debe ser un lugar que refleje nuestros valores cristianos, culturales y nuestra actitud social hacia los demás.
Las preocupaciones se refieren a varios aspectos que hacen la vida de la ciudad capital.
Asunción presenta áreas con graves deficiencias de infraestructura, de saneamiento, con problemas de inseguridad y violencia. Se la está reconstruyendo gradualmente y es tarea de todos, que estemos dispuestos a colaborar y participar activamente de esta reconstrucción.
Sentimos la urgente necesidad de trabajar por el hermoseamiento de nuestra ciudad, así como en el fortalecimiento del espacio social de convivencia en la paz.
Propuestas que surgen de nuestra Madre, la Purísima Concepción de María, que nos ha visitado en estos días y ha visto nuestra ciudad capital.
Propongo algunos desafíos para tener en cuenta y trabajar por la belleza externa de la ciudad de Asunción. Esa belleza física va a contribuir –e influir- sin lugar a dudas, a que tengamos una mejor ciudadanía. Una ciudadanía que esté comprometida con el desarrollo urbano integral de la ciudad, incluyendo por supuesto el desarrollo social y económico de sus conciudadanos, de todos los barrios y de todos los niveles.
Los medios necesarios para el buen funcionamiento de la administración provienen de los impuestos de los ciudadanos, pero también de las instituciones del Gobierno en el cumplimiento de sus deberes de abonar por los servicios municipales recibidos. Es un llamado para los Políticos también se comprometan en este sentido.
La misma Municipalidad tiene la tarea de coordinar el voluntariado de sus habitantes en programas de embellecimiento de la vida compleja de nuestra ciudad capital.
Hay un proyecto de revitalización del casco urbano, en estado lamentable. Hacemos un llamado a los propietarios de edificios que forman parte del patrimonio histórico y actualmente se encuentran abandonados y en estado deplorable, tanto por la falta de mantenimiento de sus edificios como por sus veredas intransitables. Les hace falta limpieza, pintura, solidaridad con la ciudad con los medios necesarios para embellecerla. Tal vez se podrá crear incentivos para lograr este cometido.
Qué bueno es promover la participación de todos los miembros de la comunidad a través de las Comisiones vecinales y barriales con iniciativas para el hermoseamiento de las casas, veredas, plazas, etc. Esto serviría para mejorar la transitabilidad, la seguridad y fortalecer el sentido de pertenencia hacia su barrio, su comunidad.
También resulta muy necesario promover la participación y el compromiso de las organizaciones sociales, gremiales, profesionales, culturales y académicas de nuestra sociedad para tal cometido.
Hacemos una sugerencia al respecto, para que los Supermercados, Industrias, Empresas en general, asuman su compromiso social, apadrinen y embellezcan su zona geográfica, así como ya vislumbra la belleza de algunos barrios como Villa Mora, Villa Aurelia.
Las viviendas sociales que se han prometido construir en los bañados que rodean que rodean a Asunción y que se encuentran en las costas del Río Paraguay –como un componente fundamental e imprescindible del Proyecto Franja Costera de Asunción- deberán ser un modelo de nuevos barrios de interés social, al lado de la hermosa y amplia Costanera, con un proyecto de satisfacer todas la necesidades humanas, sociales, educativas, culturales, religiosas de sus familias. Esto es lo que sin dudas le está faltando aún a nuestra magnífica Costanera, la cual se ha convertido en el espacio público más concurrido y más significativo de Asunción, con la concurrencia de niños, jóvenes, adultos y mayores que vienen a este lugar para realizar actividades de ocio y deportivas todos los días y desde diferentes barrios.
¡Asunción es de todos! ¡Como amamos a la Virgen de la Asunción, amemos su ciudad!
Aprendamos a mantenerla limpia, que sus cauces hídricos no vean arrojadas basuras. En este sentido aplaudimos los emprendimientos de la municipalidad por la creación de plantas de saneamiento de aguas negras…Que sus avenidas y calles sean transitables, se mantengan con buen mantenimiento sus empedrados y asfaltos, con las señaléticas visibles y artísticas.
Estamos convencidos que todo esto es tarea de la educación en familia, apoyada ésta por los programas de valores sociales y de educación cívica del Ministerio de Educación. Tarea que resulta indispensable para el fortalecimiento de la ciudadanía, condición indispensable para el fortalecimiento de la democracia y de la República. Y que tiene directa relación con valores tales como la libertad, la igualdad y la fraternidad de todos los ciudadanos que habitamos en Asunción y en el Paraguay.
Como María, la Purísima Concepción, hagamos linda y amigable nuestra ciudad. Digamos también nuestro “sí” al cuidado de la casa común, que sea el reflejo de la espiritualidad cristiana de nuestras familias, de todas las instituciones municipales y gubernamentales.

Ave María Purísima

+ Edmundo Valenzuela, sdb
Arzobispo Metropolitano