“Reina y Patrona del Paraguay y Mariscala del Ejército Paraguayo”

Queridos Hermanos y Hermanas

Ave María Purísima… Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo…

  1. Recordación histórica

Al recordar hoy los 483 años de fundación de Asunción, el 15 de agosto de 1537, recordamos también que 10 años después, se creó la Diócesis del Río de la Plata con sede en Asunción, el 1º. De julio de 1547, por parte del Papa Paulo III.

La creación de la Diócesis del Paraguay respondió al pedido del Rey Carlos V para que la Iglesia ordenase y organizase la sociedad de los indios, cuya defensa le fuera encomendada.

Desde su creación hasta 1609, la Diócesis del Paraguay fue sufragánea de la Arquidiócesis de Lima, luego desde 1609 hasta 1865 la Iglesia en el Paraguay perteneció a la Arquidiócesis de Charcas. Desde 1865 hasta 1929 pasó a formar parte de la Arquidiócesis de Buenos Aires.

Asunción recibió la categoría de Arquidiócesis en el año 1929, siendo su primer Arzobispo Monseñor Juan Sinforiano Bogarín. La Catedral fue reconstruida y refaccionada 8 veces desde sus inicios y dedicada en dos ocasiones; en 1845 y el 1 de julio de 2004, bajo la Titularidad de Nuestra Señora de la Asunción.

A pesar de ser la primera diócesis de toda la región del Río de la Plata, fue una de las últimas sedes elevadas a la categoría Arzobispal y aún hasta hoy no le ha sido otorgado oficialmente el título de Iglesia Primada.

Quiero advertir que la Catedral, como patrimonio histórico nacional, necesita cambiar el techo de tejas, además y su sistema obsoleto eléctrico. Además, la Catedral necesita un sistema de prevención contra incendio, pues, sería una pena, que de repente quedara en llamas. Confiamos en que los procedimientos ya hechos el año pasado permitan su realización por parte del Ministerio de Obras Públicas. Rezamos igualmente por esta intención.

  1. Miremos al cielo con María

Hoy los hijos de la Iglesia en la tierra celebran con júbilo el tránsito de la Virgen a la ciudad superior, la Jerusalén celestial” (Laudes et hymni, VI).

Hoy celebramos la Pascua de María al cielo. Ella, la primera creyente y la que oyó la Palabra y su fruto es su Hijo Jesús, también es la primera que recibió la gracia de la gloria, mediante la muerte y resurrección de Jesucristo. El más excelso favor que recibió la Santísima Virgen después de morir, y que la Iglesia honra particularmente este día, es su traslación en cuerpo y alma, por los ángeles al cielo. La Palabra de Dios fue su energía y su esperanza. Nos muestra cómo esa Palabra es eficaz cuando creemos en ella y la ponemos en práctica.

  1. La pandemia, una oportunidad para la salud y la solidaridad

¿Cómo hemos vivido en este tiempo de pandemia, la fe, la salud, la solidaridad?

En relación a la fe, a la Iglesia se le ha permitido unas pocas personas en las celebraciones. Cierto, más que nunca se experimentó la fe en los hogares, con mucha oración y confianza en Dios. Pero ya es tiempo de que se respete la libertad religiosa que proclama la Constitución Nacional, y se cambie el protocolo para permitir que los templos reciban a los fieles según su espacio físico, teniendo en cuenta el distanciamiento social adecuado y las normas sanitarias. No hay mejor colaboradora del Estado paraguayo que la Iglesia. La salud no es solo corporal, porque la persona sana o enferma es cuerpo, es sentimiento y afecto y es espíritu por su libertad, por su fe y su capacidad de amar.

A nivel de Iglesia, los fieles cristianos han vivido su bautismo y se sintieron Iglesia en oración y en caridad, a pesar de que muchos han perdido su medio de subsistencia. Merece todo reconocimiento la solidaridad que se generó en todo el país con los comedores sociales y ollas populares para dar un plato de comida al necesitado. Hubo generosidad social dirigida hacia los otros. Así, la tarea de la Iglesia no fue sólo celebración del culto virtual, mediante los medios de comunicación sino vivencia de la solidaridad. Pues, donde hay caridad y misericordia, ahí la Iglesia se hace presente (Cfr. Mt 25).

Debemos de agradecer al personal de blanco por su dedicación a salvar vidas y a crear esperanza. Lamentamos que el Gobierno Nacional esté supeditado a un reducido equipo técnico de salud como el único árbitro de la situación nacional. Sus resultados están a la vista. Por otra parte, mientras la población obedecía estoicamente, algunos, entre políticos y comerciantes, se aprovecharon para hacer de las suyas. ¡Cuánto robo ha habido! ¡Cuánta improvisación y falta de planeamiento adecuado para enfrentar el Covid-19! Está visto que un país debe reorganizar su conducción nacional más allá de un reducido equipo técnico. Hace falta crear un equipo interdisciplinario que integre a más organizaciones representativas que garanticen la salud, la economía, la producción, la educación, los transportes y la vivienda y afiancen la paz. Eso hace parte del bienestar social, indispensable que el Gobierno debe cuidar como bien público.

Durante este tiempo hubo señal de cambio y de renovación de la estructura social y del Estado. Se ha hablado de la Reforma del Estado. La pregunta que se hace, ¿cuáles son sus objetivos? Es cierto, hay organismos que se superponen y producen aumento de burocracia. Las Políticas Públicas, como salud, educación, vivienda deben ser mejor consideradas. Esta Reforma debe ser eficiente, dinámica y competitiva. En un país rico no puede haber pobladores sin tierra, sin techo, sin trabajo, sin educación de calidad y sin salud pública para todos. Una vez que se esclarezcan los objetivos sociales y la búsqueda del bien común nacional, se deberá acabar con la corrupción, propiciando una justicia para todos al combatir la impunidad.

Una mención especial requiere el apoyo efectivo a las familias para cumplir su indispensable rol social, la educación en valores y la formación integral de ciudadanos de bien. Todo esfuerzo que hagan los Padres de familia, juntamente con el Estado, será un gran beneficio para el futuro de nuestro país. Se sale de la pobreza con una esmerada educación familiar y escolar. La Iglesia, desde la libertad religiosa, ofrece a los Padres de familia una comunidad educativa con los valores humanos, cristianos, sociales, culturales y ecológicos, como parte de su protagonismo en la educación de calidad.

La pandemia ha paralizado nuestra sociedad, impidiendo el progreso sostenible y ha puesto al desnudo la deficiencia del sistema sanitario. El virus de la pandemia ha creado muchos otros virus, tan terribles y mortíferos como las personas sin conciencia social ni moral, llenas de egoísmo y avaricia, que alardean furtivamente su arte de robar y de apropiarse de los bienes del Estado, además de sostener negocios turbios que generan mucho dinero, como contrabando y drogas.

Hermanos, hermanas, la colaboración de cada ciudadano es fundamental para combatir esta situación de corrupción de larga data, como también para ganar la guerra sanitaria.

  1. Dignidad de la mujer y de toda persona humana

En el evangelio hemos escuchado el cántico de María. Ella dijo entonces: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu salta de contento en Dios mi Salvador”. Ella es el modelo de mujer. En ella podemos comprender la dignidad de cada mujer proclamando la grandeza del Señor y viviendo de contento en Dios el Salvador.

Es un signo de los tiempos, es hora de que la mujer viva en plenitud su vocación. Más que nunca la influencia de la mujer, el peso y el poder que ellas tienen en la sociedad ha alcanzado notoriedad e importancia. La humanidad ha cambiado profundamente, gracias a las mujeres que llenas de su dignidad humana y del espíritu del evangelio están ayudando a la humanidad a no decaer.

Desde el Evangelio de Jesucristo y desde la Doctrina Social de la Iglesia afirmaremos siempre la dignidad de toda persona, en su realidad física, psíquica y espiritual. Así como Jesús, en los evangelios, las ha sanado y ha querido que les acompañen, así hoy la Iglesia reconoce en cada mujer su vocación y su misión.

Es conveniente que la sociedad paraguaya conozca que la Iglesia cuenta con un Protocolo de prevención y protección de abusos contra mujeres, menores, y personas vulnerables. La pastoral familiar, la juvenil y la de educación acompañan a la mujer en su autonomía y en sus derechos naturales. Afirmativamente la Iglesia, como Institución, está en contra de la violencia hacia las mujeres y hacia cualquier ser humano. Y no encubrirá a ningún clérigo, consagrado o agente pastoral, que faltare a algún aspecto de la dignidad de cualquier persona.

Al encontrarnos con los abusos sexuales debemos hacer todos juntos, sociedad e Iglesia, un trabajo social y educativo para dejar de lado la cultura del machismo. Debemos atrevernos a denunciar todo tipo de violencia.

Los abusos deben ser denunciados responsablemente y deben ser rechazados por todos, vengan de donde vengan. Ahora bien, como es de opinión pública lo sucedido con el Padre Silvestre Olmedo, conviene decir que estamos abiertos y respetamos el proceso judicial. Indudablemente las resoluciones judiciales pueden ser objeto de críticas. Pero, en bien de la institucionalidad e imparcialidad, es importante que la revisión de los fallos sea siempre en las instancias correspondientes sin la intromisión externa.

La Iglesia continuará el proceso canónico apenas termine el proceso civil. Así fue la intención desde un principio en atención a lo referido por la joven Alexa. Así lo exige nuestro Protocolo. Debo decir para quienes no saben que el Padre Silvestre Olmedo hace 4 años está apartado del oficio de párroco. Y como Obispo quiero dejar en claro que los cristianos debemos evaluar con criterio todos los factores de la realidad antes de emitir juicios y que estos nunca deben ser temerarios, sino prudentes, buscando la verdad en el amor y también la caridad en la verdad.

Cuidado, también existe una intención de manipular los hechos y los sentimientos que se nos despiertan a todos ante una situación así, para instalar una agenda política y mediática virulenta y anticristiana. Sumando así al dolor que nos produce esta denuncia, una verdadera campaña que intenta destruir la autoridad moral de la Iglesia para acallarla y apartarla de las cuestiones sociales que le competen a sus hijos e hijas más vulnerables. Pidamos a Dios el discernimiento y la fuerza para que todo se esclarezca y realmente haya justicia.

  1. Comentario del Evangelio Lc 1, 39-56

El cántico de María, reúne numerosas expresiones tomadas del A T y expresa una profunda emoción. Se inspira parcialmente en el cántico de Ana (1 Sam 2, 1.10) y en muchos otros pasajes del AT.  Predominan en ello dos grandes temas: a) los pobres y los humildes son socorridos y son derribados los poderosos y los ricos. b) Israel, es el objeto de la promesa hecha a Abrahán. De este modo, el Evangelista Lucas nos hace conocer la espiritualidad de María, que coincide por muchos aspectos con la de los “pobres de Yavé”.

Ciertamente ella se había presentado como la “sierva del Señor” (1, 38). Ahora, exalta los frutos de su fe y de su humilde sometimiento al Dios misericordioso: “porque se fijó en su humilde sierva”. Nosotros los paraguayos, cuya historia de salvación está desde el inicio bajo el amparo de la Virgen de la Asunción, ¿qué más podemos desear? ¿Qué dificultad? ¿Qué dolor? ¿Qué injusticia podría borrar este amor? ¡Ninguna! Ni siquiera nuestros pecados pueden apartarnos de su Amor. Lo único que puede apartarnos del Amor de Dios es que libremente rechacemos su gracia en nuestra libertad. Que María, Nuestra Señora de la Asunción, nos proteja de semejante necedad que es la apostasía. Que nunca nos neguemos a recibir la gracia. Que nunca les demos la espalda a Dios y a su Madre. Que de esa pandemia silenciosa que se llama apostasía y que entristece a muchas naciones en el mundo, nos libre nuestra Madre, siempre bendita, la Virgen.

Y, como ella, los paraguayos cantemos el Te Deum por ser hijos amados de Dios, y hagamos todo lo que nos pide su Hijo Jesucristo, para vivir como Iglesia y levantar esta bendecida nación con verdad y caridad.

En esta fiesta levantemos la cabeza hacia el cielo. Salgamos de la cárcel del materialismo y de la superficialidad consumista, de las seducciones y de los engaños del Maligno y contemplemos el Misterio.

Como gracia peculiar, debemos pedir este día a la Santísima Virgen que nos conceda la pureza y la alegría que de ella deriva.  La Virgen Santísima, que poseyó la virtud de la pureza en toda su perfección nos ayude a perseverar en la práctica de la virtud y el alejamiento de todo vicio, error y pecado.

Miremos a nuestra Madre del cielo. Admiremos su glorificación y su poder de intercesión hacia nuestro pueblo paraguayo y cada una de nuestras familias. Será una gracia inmensa que todos nos cuidemos para disminuya cuanto antes los efectos de esta pandemia. Que Ella siga inspirándonos la esperanza de una vida mejor.

Amén.