Prov 9, 1-6. (El libro Proverbios se escribió 1014 años AC, o sea hace 3038 años)

El libro comienza con una invitación…..La sabiduría se ha hecho una casa…la sabiduría. Los sabios de la antigüedad comprendieron la superioridad de la sabiduría sobre el conocimiento, pues ella abarca el conocer y entender. Es más que la inteligencia solamente y mucho más que acumular conocimientos.  Como la inteligencia artificial ahora, recaudadora de conocimientos. La sabiduría es inteligencia superior. Una persona no se consideraba sabia, a pesar del conocimiento que pudiera tener, pude tener inteligencia pero no juicio, ndaijuicio porãi pea,  si sus hechos, morales y éticos no se ajustaban a sus creencias rectas.

Arandu ojapo ogará, talló sus siete columnas; las columnas podrían ser los dones del Espíritu Santo, la plenitud de los dones. Preparó la mesa con el asado  y el vino. Y sus colaboradores fueron enviados para anunciar en cada esquina:  «Vengan aquí los inexpertos»; y a los faltos de juicio les dice: «Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la inteligencia». La comida tiene un significado simbólico: es la enseñanza de los sabios, y la asimila quien la escucha (cfr Si 24,26-29; Ez 3).

La vida nueva recibida en el Bautismo se caracteriza por la sensatez, frente a la necedad de quienes se empeñan en vivir de espaldas a Dios (cfr 1 Co 1,18). La consecuencia inmediata es hacer buen uso del tiempo que Dios nos da para santificarnos (v. 16) y vivir templadamente (v. 18), en alabanza a Dios (v. 19): «Qué cosa más linda que imitar en la tierra el coro de los ángeles! —exclama San Basilio—. Disponerse para la oración en las primeras horas del día, y glorificar al Creador con himnos y alabanzas.(Epistula 2,3).

(Ef 5,15-20)

Hermanos: fíjense bien cómo andan; no sean insensatos, sino sensatos, sabios, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu.  Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor.  Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Invitados a la Casa de la Sabiduría, casa de oración,  hemos venido para ganar en sensatez. En oración con el Salmo 89 decimos: enséñanos, instrúyenos Señor a saber administrar nuestros años para ganar en Sabiduría. Que podamos hacer buenos cálculos en construir la casa sobre el cimiento de Cristo el Señor la Sabiduría encarnada. Que nuestra casa también, sea construida, cobre los cimientos del buen trato, el diálogo y la concordia. También proverbios 17 nos dice: es mejor compartir el pan duro, en un rancho en concordia, que compartir grandes banquetes en  palacios de discordias.

Cuerpo y de la Sangre de Cristo, viene a nosotros donado gratuitamente, el banquete celestial,  en la mesa de la eucaristía. En torno al altar encontramos lo que nos alimenta y nos sacia la sed espiritualmente hoy y para la eternidad. Cada vez que participamos en la santa misa, en un cierto sentido, anticipamos el cielo en la tierra, porque del alimento eucarístico, el Cuerpo y la Sangre de Jesús, aprendemos qué es la vida eterna. Esta es vivir por el Señor: «el que me coma vivirá por mí» (v. 57), dice el Señor. Es también banquete de concordia, y pan partido para ser solidarios con los demás. Los que sobre sus mesas no tienen el pan necesario para subsistir.

Hoy celebramos la fiesta de una mujer llena de sabiduría, Santa Elena. Con su sabiduría y genio femenino a abierto caminos para levantar iglesias, templos cristianos, y con el signo de la Cruz ha vencido la buena batalla de testimoniar a Cristo en su vida. Se le atribuye también en la historia o leyenda del hallazgo de la Santa Cruz, de la Vera Cruz de Cristo, en un pozo que ha tenido que cavar. Tanto era el amor que sentía hacia Jesucristo que sufría que este instrumento de nuestra salvación permaneciera -todavía después de cuatro siglos- enterrado y no dignamente venerado por los cristianos. Y a sus cerca de setenta años se dirigió a Jerusalén para descubrir el paradero de la Santa Cruz. Y… su fe dio con ella al realizarse por medio de este bendito Leño el milagro de curar repentinamente a una mujer moribunda. Ella ha encontrado el leño de la Cruz en los necesitados y crucificados de varias maneras en el vía crucis de la vida. Ella misma lo ha encontrado al crucificado en su propia vida.  San Ambrosio, que vivió en época inmediatamente posterior, la describe a Santa Elena como una mujer privilegiada en dones naturales y en nobleza de corazón. La nobleza de corazón la ha llevado a partir el pan con los necesitados.

La Cruz de Cristo sigue enterrada en la carne sufriente de los hermanos y hermanas, los clavos siguen crucificando vidas en los varios atentados, guerras, genocidios, sicariatos, delitos y crímenes contra la dignidad de las personas, en los indígenas desplazados y violentados, en los abusos contra niños, niñas, mujeres, adolescentes, en las drogas que hunden en agujeros de desesperanzas a tantos jóvenes, traficantes de sustancias que siguen clavando sangres y coronado de espinas de corrupciones a la sociedad para succionar sus insaciables ganancias.  Esta es la cruz de Cristo que  Santa Elena ha abrazado, para aliviar y sanar el dolor de los padecimientos. la cruz que es aliento de vida y de esperanza. La cruz que vencido el mundo, el mal y la muerte. La cruz que es símbolo del gran amor que Él nos ha tenido.

«Tanto a los faltos de obras de fe como a los que tienen el deseo de una vida más perfecta, dice: “Venid, comed mi cuerpo, que es el pan que os alimenta y fortalece; bebed mi sangre, que es el vino de la doctrina celestial que os deleita y os diviniza; porque he mezclado de manera admirable mi sangre con la divinidad, para vuestra salvación”» (Procopio de Gaza, In librum Proverbiorum 9).”

Asunción, 18 de agosto 2024 Adalberto Card. Martínez Flores-Arzobispo Metropolitano de Asunción