SANTA MISA

HOMILÍA

CONFIRMACIÓN

CRISTO REY – ASUNCIÓN

  1. El Evangelio de hoy (Lc 21, 34-36) nos invita a mantenernos despiertos, vigilantes y con el corazón atento, para no dejarnos absorber por las preocupaciones, las distracciones o la superficialidad. Jesús nos pide estar de pie, firmes, con una fe lúcida que sabe reconocer su presencia.
  2. Hoy celebramos estas Confirmaciones en la parroquia de Cristo Rey, donde días atrás conmemoramos nuestra fiesta patronal. Cristo es Rey del Universo, pero también desea reinar en nuestros corazones, en nuestras familias y en nuestras comunidades.
  3. Queridos jóvenes, hoy ustedes coronan a Cristo, no con espinas, sino con la corona de su compromiso cristiano. La Confirmación es el sello del Espíritu Santo que fortalece su vida, su identidad cristiana y su misión de discípulos y apóstoles del Señor Jesús.
  4. Cada Confirmación es un gozo para la Iglesia, porque en ustedes vemos una verdadera primavera del Espíritu, un renacer lleno de color, frescura, entusiasmo, vida nueva y esperanza para toda la comunidad.
  5. Esta primavera que ustedes representan hoy nos recuerda también a nuestros santos mártires paraguayos: san Roque González de Santa Cruz, san Alonso Rodríguez y san Juan del Castillo, misioneros valientes que entregaron la vida por Cristo y por los más vulnerables.
  6. Estos santos abrieron surcos profundos en la tierra de nuestra patria, sembrando la semilla del Evangelio especialmente entre los pobres, los frágiles y los indígenas de su tiempo, quienes eran perseguidos, explotados y pisoteados en su dignidad humana.
  7. Fundaron pueblos, defendieron vidas, acompañaron a los más frágiles y dieron su sangre por Cristo. El corazón incorrupto de san Roque González sigue siendo hoy el testimonio más elocuente del amor a Dios y al prójimo.
  8. Queridos jóvenes, así como los mártires abrieron surcos, ustedes están llamados a abrir caminos nuevos para Cristo en su escuela, en su familia, en su barrio y en esta patria que necesita jóvenes valientes, limpios de corazón y firmes en la fe.
  9. Ustedes son para la Iglesia un signo vivo de esperanza, porque en ustedes la fe florece como en la primavera. La primavera es la estación donde la vida renace y se renueva. Así también renace la Iglesia cuando un joven se levanta con generosidad y decide seguir a Cristo.
  10. La esperanza nace y renace siempre, especialmente en el compromiso de los jóvenes que se entregan como discípulos y apóstoles del Señor Jesús. Por eso podemos decir con convicción que ustedes son la primavera de Dios, la renovación que el Espíritu Santo suscita hoy en nuestra Iglesia y en nuestra patria.
  11. Hoy es el último día del Tiempo Ordinario. Mañana inicia el Adviento, un tiempo de oración, vigilancia y esperanza. Es el tiempo en el que preparamos el corazón para recibir el milagro del pesebre.
  12. El Adviento nos recuerda que Cristo nace entre nosotros, iluminando nuestra existencia con la luz que viene del cielo. Él es la Luz del mundo, la luz de la humanidad, la luz de nuestra vida.
  13. Queridos confirmados, hoy encenderán simbólicamente las luces de su fe. Que esa luz no quede encerrada en ustedes, sino que brille para los demás. Que su fe ilumine a quienes más necesitan una palabra, una mano amiga o un testimonio cristiano.
  14. Pidamos que Cristo pueda nacer con profundidad en sus corazones, en sus familias y en nuestras comunidades, para que también nuestras parroquias se conviertan en pesebres vivos donde Él pueda descansar y reinar.
  15. En este contexto queremos recordar a tantos jóvenes que han caído en adicciones, que se han equivocado de camino o que han sido heridos por la vida. No estamos aquí para juzgar a nadie, sino para levantar a los caídos y acompañar a los heridos del camino.
  16. En nuestras comunidades y familias hay muchas situaciones que duelen profundamente: desapariciones, muertes, feminicidios, homicidios, abusos, engaños y violencias que hieren el Cuerpo de Cristo en sus miembros más indefensos.
  17. Entre tantos jóvenes que han pasado por la formación para la Confirmación, podemos recordar a Luciana, una joven que llegó a este sacramento con el corazón profundamente herido por los conflictos y la distancia en su familia. Su papá había estado ausente durante años, con promesas incumplidas y silencios que la marcaron. Ese rencor silencioso la cerraba al amor y a la confianza. En un retiro de preparación, ante el Santísimo, escuchó: ‘Perdonar no es justificar. Perdonar es sanar.’ Ese día comenzó un camino nuevo.
  18. Así como el Espíritu Santo obró en la vida de Luciana, también quiere obrar en la vida de cada uno de ustedes. La verdadera sanación nos impulsa a acercarnos con misericordia a quienes viven heridos o desesperanzados. Que el Espíritu Santo que hoy reciben los impulse a escuchar, acompañar y sembrar consuelo donde otros ya no encuentran fuerzas.
  19. Así prepararemos un pesebre digno en nuestros corazones, en nuestras familias y en nuestras comunidades, para que Cristo vuelva a nacer y vuelva a reinar entre nosotros.
  20. También pedimos hoy por aquellos jóvenes que no siempre encontraron un espacio seguro o una comunidad que los acompañe. La Confirmación es un llamado a convertir nuestras parroquias y familias en hogares espirituales, donde cada joven se sienta amado, escuchado y acompañado.
  21. La Confirmación es también una llamada a la responsabilidad comunitaria. El Espíritu Santo no nos unge solo para nuestro crecimiento personal, sino para el bien de la Iglesia y de la sociedad. Ustedes están llamados a iluminar ambientes marcados por la indiferencia, la violencia o la desesperanza, y a llevar allí la paz de Cristo.
  22. Y no olvidemos que el Adviento es un tiempo para contemplar la humildad del pesebre. Dios eligió nacer pequeño, pobre y vulnerable para enseñarnos que la verdadera grandeza está en servir, amar y levantar al que cae.
  23. Espíritu Santo, ven sobre estos jóvenes confirmados; renueva sus corazones, fortalece su fe y enciende en ellos el fuego de tu amor. Hazlos testigos valientes, sembradores de paz y apóstoles de la esperanza. Señor Jesucristo, Rey del Universo y Rey de nuestros corazones, reina en nuestras vidas, en nuestras familias y en nuestra patria. Amén.

Card. Adalberto Martínez Flores

30 de noviembre de 2025