Evangelio de hoy
Martes de la 6° Semana de Pascua
Evangelio según San Juan 16, 5-11
María, Auxilio de los Cristianos
“Si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros”
A la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: “¿A dónde vas?”. Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré. Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio. El pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado. Palabra del Señor.
Meditación
Búsqueda, encuentro y esperanza. María Auxiliadora nos ofrece la oportunidad de profundizar y crecer en confianza. Cuántos auxilios y cuánta esperanza en la vida de sus hijos, en la del pueblo de Dios. Solo que nos acostumbramos parece a su providencia, que nos cuesta su silencio, sus pausas prolongadas, como en los tiempos muy difíciles de la pandemia, por ejemplo. Y aunque haya pasado lo peor, quedan los impactos, las pérdidas de seres queridos y de bienes materiales. Es la hora de la prueba y de la búsqueda.
Jesús, dice que “nos conviene que se vaya”. ¿Serán los desapegos, las pruebas, y “la ocasión de nuestra hora”? Jesús también tenía su hora. Recordemos que al retorno del pueblo exiliado, también Israel tuvo que reconstruir y encontrar un nuevo diseño de ciudad, acorde a la voluntad de Dios.
Es la hora del encuentro, o del re-encuentro con María Auxiliadora, con su Hijo. El Papa Francisco nos anima a “caminar juntos”, al modo del Paráclito, al modo sinodal. Es decir, la escucha mutua y la escucha al Espíritu, nos ayudará a discernir. Lo que hemos de corregir, lo que debemos mantener, lo que hemos de dejar, lo que hemos de construir. Caminemos juntos con esperanza, a ejemplo de María, que sabe socorrer a los más necesitados.
¡Tu derecha me salva, Señor!
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario.
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