Evangelio de hoy
LUNES DE LA II SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
Evangelio según San Marcos 2, 18-22
«¡A vino nuevo, odres nuevos!»
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?”. Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!”. Palabra del Señor.
Meditación
El Evangelio le quita al ser humano la posibilidad de planificar hasta su propia salvación, porque quien tendría que tener la iniciativa absoluta es Dios, quien nos lo muestra a través de su Evangelio. Esto es, la salvación es un regalo, no depende sólo de nuestros méritos, de nuestros tantos esfuerzos o prácticas de renuncias que podamos hacer. Dios es quien salva, en la medida en que respondamos en obediencia a la voluntad de Dios. Las dos comparaciones siguientes son muy expresivas: Jesús no está queriendo apagar la luz que humea hasta que no haya hecho triunfar la justicia (cf. Is 42,3s. Mt 12,20). Él muestra un gran respeto hacia algunas experiencias religiosas, particularmente las que vinculan al Bautista.
No quiere pintarle la cara a una vieja praxis sino de poner en su lugar una completamente nueva. Tampoco cambiar por cambiarlo todo, sino en un proceso de respeto a la identidad del Evangelio, la máxima novedad, y las viejas costumbres de las personas y grupos. Un cristiano debe mirar que tienen buena voluntad y honorabilidad esas personas, es decir, éstas no tienen mala intención, sino que están llenas de esas prácticas que se venían haciendo de generación a generación, pero sin poder salirse de esas normas.
Jesús nos trae el Reino de Dios, que tiene “tanta pero tanta» fuerza y energía, con una potencia impresionante que no se puede estar encerrándole en un molde; esto es: ni trapos viejos, ni recipientes viejos, ni viejas prácticas rituales vacías del amor a y de Dios, sino que abrirnos desde cualquier estructura a renovarlo todo, porque por donde Jesús pasa, todo se transforma, nada queda igual. No podemos atacar las prácticas penitenciales, como el ayuno, la caridad y la oración, que son necesarias para nuestro crecimiento, pero lo más importante es gozar de la Presencia de Jesús en y entre nosotros de distintos modos. Contemplemos su Presencia y todo lo que surge de Él para nosotros y el mundo entero, y compartamos la alegría de ser partes de esa Gracia.
Perdón Señor porque muchas veces nosotros todavía somos ese odre viejo cargado de pasiones desordenas, lleno de excesos, desbordado por sus ambiciones, resistiendo a la renovación del Evangelio. Ayúdanos a ser ese cristiano del vino nuevo, fuerte y generoso, gozoso y comprometido con el servicio a los hermanos más necesitados. Gracias por traernos alegría con tu Presencia y alimentarnos con tu Palabra para comprender quién eres Tú y cuál es la misión que nos encomiendas en el ambiente que nos toca vivir. Amén.
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