Evangelio de hoy

MARTES DE LA SEMANA 26° DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Lucas 9, 51-56

Se encaminó decididamente hacia Jerusalén

Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?”. Pero él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Palabra del Señor.

Meditación

Fidelidad. El Papa Francisco nos indica el significado de la Ascensión de Jesús: “¿Qué significa contemplar a Jesús sentado a la derecha del Padre? Que mientras sube a la Ciudad santa, donde tendrá lugar su éxodo de esta vida, Jesús ve ya la meta, el Cielo; pero sabe bien que el camino que le vuelve a llevar a la gloria del Padre pasa por la Cruz, a través de la obediencia al designio divino de amor por la humanidad”. El Catecismo (c.i.c. 662) nos enseña que “también nosotros debemos tener claro, que entrar en la gloria de Dios exige la fidelidad cotidiana a su voluntad y, también cuando requiere sacrificio, a veces cambiar nuestros programas”. Salir de nuestros esquemas, salir juntos a la misión.

    Pienso que eso nos exige sinceridad con nosotros mismos: “el peso de nuestra fragilidad hace que nos inclinemos del lado de las realidades de aquí abajo; el fuego de tu amor, Señor, nos eleva y nos lleva hacia las realidades de allá arriba. Álzanos con tu fuego, el de tu bondad; es Él el que nos transporta” (S. Agustín)

   Pienso que nos exige lealtad en nuestras relaciones personales, fraternas y amicales. La primavera nos sugiere la esperanza del trabajo digno, el cuidado de la casa común, y el valor de la amistad social. Éstos, en otra época eran sueños de realización aislados; mientras que hoy día, son realidades interconectadas entre sí. En esta interdependencia, seamos leales solidarios.

Llegue hasta ti mi súplica, Señor!

Señor, Dios Salvador mío,

día y noche grito en tu presencia;

llegue hasta ti mi súplica,

inclina tu oído a mi clamor.