Evangelio de hoy

MARTES DE LA 7ª SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Marcos 9, 30-37

 “Tres días después de su muerte, resucitará”

Jesús atravesaba la Galilea junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará”. Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: “¿De qué hablaban en el camino?”. Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: “El que quiere ser el primero debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”. Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: “El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe no es a mí al que recibe sino a Aquel que me ha enviado”. Palabra del Señor.

Meditación

Yendo a Jerusalén, Jesús habla por segunda vez de su muerte y resurrección a sus discípulos. Aunque la obra de los hombres es la muerte del Mesías, sin embargo, la obra de Dios será resucitar a su Ungido al tercer día (cf. Os 6,2), constituyéndolo en fuente de vida nueva. Los discípulos no entienden lo que les dice el Maestro; temiendo hacerle preguntas (cf. Mc 9,10). Siguen pensando como los hombres y no según el plan de Dios (cf. Mc 8,33), porque les falta fe y más oración.

Estando en casa, Jesús reúne a los suyos sentándose para enseñarles sobre la humildad y el servicio. Los discípulos discutían si quién iba a tener los puestos más privilegiados, contrastando con el anuncio de Jesús sobre la Pasión; pues mientras Jesús estaba camino a la Cruz, sus discípulos discutiendo y negociando los mejores puestos. La tentación del poder y la soberbia, del querer estar por encima de los demás siempre ha estado, también entre sus discípulos. El único puesto al que debería aspirar todo discípulo de Jesús es el de servir a todos.

Si queremos ganar la vida, se logrará sólo perdiéndola por los demás, sirviéndoles con total gratitud (cf. Mc 8,35). El gesto de abrazar a un niño hace que todos pudiesen mirar y ver lo que Él estaba haciendo y así por los ojos les entrase el mensaje. Sorprende el gesto de Jesús porque al niño se lo tenía siempre por caprichoso y flojo, de ahí que se le debía educar de manera estricta (cf. Eclo 30,1-13; Prov 23,13-14). Así, concluimos que el interlocutor de Jesús es preferentemente el débil y marginado. Entonces, si el discípulo del Siervo del Señor no gana su vida entregándose a ellos, corre el riesgo de perderla para siempre. San Pedro Damián, ruega por nosotros.

Perdón Señor porque muchas veces buscamos más los puestos de honor y reconocimientos, ambicionando el poder, contaminados por la cultura de la mundanidad. Ayúdanos a servir siempre y a todos, particularmente a quienes son considerados como “nadie” dentro de la vida social, a quienes se los descarta porque ya no aportan a la cultura de bienestar. Gracias por mostrarnos con tu testimonio que el verdadero servidor es aquel que entrega su vida por la salvación de los demás, sin descuidar dicho servicio a los más pequeñitos, misionando con amor a quienes no tienen voz ni derecho en la actualidad. Amén.