Evangelio de hoy

MARTES DE LA 3ª SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Marcos 3, 31-35

 “Éstos son mi madre y mis hermanos

Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de él, y le dijeron: “Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera”. Él les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”. Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Palabra del Señor.

Meditación

María Santísima es siempre nuestro Modelo y ejemplo en todo, expresando desde el silencio y la sabiduría, pero siempre desde una vida profunda interior, compartiendo en intimidad con el mismo Señor en familia la voluntad del Padre. Ningún apostolado tendrá sentido alguno si no responde a una vida íntima sincera y profunda de Jesucristo en ti. Pero atención: la misión de María Santísima es esencialmente maternal, pues Dios la creó para ser Madre del Salvador, es su razón de ser. Si Jesús se prolonga y vive en cada persona bautizada, María sigue siendo su Madre para todo bautizado de todos los tiempos y de cualquier parte del mundo. Así, se nos invita a vivir nuestra condición de hijos de Dios, e hijos de María, teniendo una vida íntima tanto con Él como con Ella, para entender mejor en cada situación cuál es la voluntad de Dios en nuestra vida.

Jesús manifiesta que su Madre Santísima era dichosa por haberlo llevado en su seno, pero más aún por haber oído y cumplido la Palabra de Dios. No se puede separar nunca lo que Dios ha unido: Jesús y María. Si Jesús llegó hasta nosotros por María, su voluntad será que nosotros también podamos ir hasta Él por el mismo camino: su Madre. María es madre de Jesucristo, pero del Jesucristo total: integrado por Jesús de Nazareth como Cabeza y por todos los bautizados, como Cuerpo. Por eso María es Madre nuestra teniendo la misión de formar a Jesucristo en el corazón de todos los bautizados. Por tanto, para cumplir bien la voluntad de Dios, hagamos lo que Dios nos pide y tengamos a María como nuestra Madre en todo. Tú eres nuestra “Vida, dulzura y esperanza nuestra”, ayudándonos a amarte amando a tu Hijo y a la Iglesia. Acompáñanos siendo familia haciendo siempre la voluntad de Dios, como tú lo dijiste: “que se haga en mí según tu Palabra”.

Perdón Señor porque normalmente buscamos y obramos haciendo sólo nuestra voluntad, quejándonos en contra de Tu voluntad y dejándonos arrastrar por conceptos erróneos, alejados de la Verdad que confunden para las grandes decisiones de la vida. Ayúdanos a tratarnos como familia, procurando vivir y ayudando a que los demás también vivan tu voluntad en medio de tantas tentaciones. Gracias por darnos a María, como Madre del Jesucristo total, de la Cabeza Jesús y de su Cuerpo la Iglesia. Amén.