Hoy celebramos el día de Santa Teresita del Niño Jesús, también conocida como Teresa de Lisieux. Fue una monja carmelita francesa que se convirtió en una de las figuras más influyentes de la espiritualidad católica del siglo XX.

Santa Teresita nació en Alençon, Francia, en 1873.…

Teniendo un deseo inmenso del martirio, acudí a las cartas de san Pablo, para tratar de hallar una respuesta. Mis ojos dieron casualmente con los capítulos doce y trece de la primera carta a los Corintios, y en el primero de ellos leí que no todos pueden ser al mismo tiempo…

¡Hoy celebramos el día de San Pío de Pietrelcina!
San Pío, también conocido como Padre Pío, fue un fraile y sacerdote franciscano italiano que vivió entre 1887 y 1968. Es famoso por haber recibido los estigmas de Cristo, es decir, las mismas heridas que Jesús sufrió en la cruz.…

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Evangelio de hoy, miércoles 10 de diciembre de 2025
Destacada, El Evangelio de Hoy

Evangelio de hoy, miércoles 10 de diciembre de 2025 

Evangelio de hoy

MIÉRCOLES DE LA 2° SEMANA DE ADVIENTO

Evangelio según San Mateo 11, 28-30

“Vengan a mi todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”

Jesús tomó la palabra y dijo: “Vengan a mi todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana”. Palabra del Señor.

Meditación

Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. ¡Qué palabras más confortantes -valga la redundancia-, de Cristo! Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados y yo les daré alivio; y yo los aliviaré. La verdad, no hay mucho que decir, Cristo nos los dice todo: ‘Vengan a mí que yo los aliviaré’. 

Como digo y repito ¡qué argumento más confortante! Hoy que el presente nos duele, que el futuro nos desconcierta, que la incertidumbre nos agobia, vengan a mí los que están agobiados, Yo les daré alivio. Vengan a mí los que sufren, los que lloran, yo los consolaré. Vengan a mí, vengan a mí. 

Escuchemos, hagamos silencio en el corazón. Escuchemos a ese Cristo que nos dice y que nos invita: Vengan a mí. Vengan a mí. Vayamos a encontrar a Dios en la oración, a donde tengo que llegar con un corazón sencillo, humilde; caer a sus pies y decir: ‘no puedo más, Señor, pero necesito de tu fuerza, de tu amor, de tu confianza, de tu seguridad, de tu paz, de tu consuelo, Señor mío y Dios mío, necesito de tu amor’. 

Escucha cómo el Señor te llama: ‘Ven a mí’. Él te espera. Vayamos a los pies de Jesús y escuchémoslo decirnos al corazón: ‘Ven a mí’. Y con el corazón en la mano, pongámosle ahí, a sus pies, todo lo que lleve nuestro corazón, sabiendo que Él nos aliviará. 

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