Evangelio de hoy

Sábado de la 32ª Semana del Tiempo Durante el Año

Evangelio según San Lucas 18, 1-8

 “¿Encontrará fe sobre la tierra?”

Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: “En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: ‘Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario’. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: ‘Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme’”. Y el Señor dijo: “Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?”. Palabra del Señor.

Meditación

Orar sin desanimarse. Oramos como podemos, con la Escritura en la Lectio divina, como aprendemos en la tradición litúrgica: “también el Espíritu nos ayuda en nuestra flaqueza; porque orar como conviene, no lo sabemos; sino que el mismo Espíritu aboga por nosotros” (ver Rom 8,26). En efecto, mientras recibimos un espíritu de oración, nos esforzamos en “hacer su voluntad”, como rezamos en el Padrenuestro.

     San Josafat nacido en Ucrania, de padres ortodoxos, se hizo católico e ingresó a la orden de San Basilio. Sufrió el martirio el año 1623, por buscar y procurar la “santa unidad universal de la Iglesia, en el hecho de conservar en ella el rito oriental eslavo y la institución monástica, según el espíritu de san Basilio”. El celo oriental no comprendía “la unión de sus conciudadanos con la cátedra de Pedro”. Él lo hizo “estudiando los libros litúrgicos según las prescripciones de los santos Padres, usados por los orientales separados”. Se lo llamaba “ladrón de almas”.

     Hoy día le pedimos a la Virgen María que nos ampare, que atraiga a sus hijos que no nos comprendemos, no nos amamos sin interés, no nos ayudamos por caridad. No nos damos cuenta de “la inútil lógica del conflicto, de las peleas, conflictos y guerras, antes que el diálogo y el encuentro, entre propios y extraños”. Los prejuicios e intereses nos impiden dar pasos seguros hacia la unidad querida por el Señor, como lo hizo San Josafat. Que nos perdone el Señor y tenga misericordia de sus hijos, a fin que vivamos en paz y concordia.

Dichoso quien teme al señor!

Dichoso quien teme al Señor

y ama de corazón sus mandatos.

Su linaje será poderoso en la tierra,

la descendencia del justo será bendita.