Evangelio de hoy

SÁBADO DE LA I SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Marcos 2, 13-17

«Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores»

Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía a él, y él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: “¿Por qué come con publicanos y pecadores?”. Jesús, que había oído, les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”. Palabra del Señor.

Meditación

La esperanza, exigencia de la vocación. Si la escucha y la disponibilidad son condiciones de la vocación, la esperanza es necesaria sin objeción. La esperanza de María le hace receptiva, disponible, generosa para dar su Sí al Señor. Leví conocido como Mateo “levantándose, le siguió”.

     “Miren cómo la Santísima Virgen escucha la Palabra divina y cómo la guarda. Y dejando toda otra palabra, fijémonos en la de la vocación. ¡Dios mío, qué fiel ha sido Ella en esto!” (Francisco de Sales, responder con diligencia).

     El Señor le habla al oído, o mejor al corazón … como si le dijera: para oír bien, hay que escuchar bien. Hay que inclinar el oído y estar atento; o sea, abajarse y humillarse, para entender lo que es la voluntad de Dios. Hace falta retirar el corazón y los afectos de la propia patria y de los padres, para ir al lugar que Él mostrará. Antes de tanta demora, indagaciones y a ver si son inspiraciones o la voluntad del Señor, discursos y sueños, imitar a María, responder con diligencia, con esperanza.

¡Tus palabras, Señor, son espíritu y vida!

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes. R/.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.