Leoncio Redero Sierra, “Pastor con olor a Ovejas”

Nació el 9 de febrero de 1927, en el pueblo español llamado “Huerta”, perteneciente a la Provincia de Salamanca, ciudad de España.

Sus padres: Don Leoncio Redero y Doña Cristina Sierra.

Es el segundo de cinco hermanos, una de las cuales, Custodia Redero, dos años mayor que él sigue viviendo en el mismo pueblo en compañía de sus hijos, varios nietos, bisnietos, sobrinos y sobrino nietos.

Ingresó al Seminario a los 11 años.

A los 18 años experimentó una fuerte crisis, no quería ser solo un sacerdote “citadino”, solo “de misa y olla”, cuenta que así los llamaban por entonces. El quería ser Misionero.

Superó la crisis estudiando y rezando la vida de San Francisco Javier, el patrono de las Misiones. San Franciso Javier “me iluminó”, expresa.

Recibió la ordenación sacerdotal con 23 años de manos del Obispo Francisco Barbado Viejo, el 9 de julio de 1950.

Providencialmente, el Papa Pío XII escribió y publicó la Encíclica Fidei donum, que posibilitó a los sacerdotes diocesanos poder salir de sus diócesis y servir en tierras lejanas, en tierras de misión.

El padre Leoncio tomó conocimiento  de la formación y existencia de la organización sacerdotal llamada OCSHA (Organización de Cooperación Sacerdotal para Hispanoamérica) y se unió a la misma, así abrió las puertas para cumplir sus sueños: ser un sacerdote misionero.

La primera misión a la que fue convocado le fijaba como destino Chile, en una localidad denominada “Chiloé”, pero la providencia de Dios tenía otro destino para él.

En ese ínterin la familia sufrió la pérdida de una hermana religiosa, y el noble y amoroso corazón de hijo, no tuvo la fuerza para abandonar también en esa circunstancia a sus ancianos padres, y declinó dicha misión.

En el año 1954 fue convocado nuevamente para otra misión en el Paraguay. Esta misión la desarrolló desde 1954 hasta 1964, en el Seminario Menor que funcionaba en Villarrica del Espíritu Santo.

Allí, en dicho Seminario Menor, se desempeñó como formador, luego como profesor y terminó siendo Rector del mismo.

Había venido a nuestro país con un contrato inicial de 5 años, los cuales terminados- ya enamorado del Paraguay- , los renovó por otro cinco.

Volvió a España, donde desarrolló su fecundo ministerio en varios pueblos y comunidades de su región.

En el año 1998, siendo presidente de la Organización de los sacerdotes misioneros supo del grave estado de salud del también, salmantino y misionero OCSHA, Padre Wenceslao Yubero Pérez, quien había sido párroco de la Parroquia Virgen del Carmen, de la Arquidiócesis durante 34 años, y gran amigo suyo.

Vino al Paraguay en los primeros días de agosto de 1998, su amigo había sido trasladado a Brasil para serle practicada una cirugía de corazón abierto, el que en su postoperatorio no respondió como se esperaba, y fue traído en coma a nuestro país.

El Padre Leoncio fue a recibirlo en el aeropuerto en la noche del 17 de agosto de 1998, acompañó su internación en el entonces Sanatorio Francés, sobre la calle Brasilia, le administró la Santa Unción en su lecho en grave estado y lo interinó en su parroquia acompañando la incertidumbre de todos los feligreses por la salud de su amado pastor.

En la madrugada del 19 de agosto de 1998 recibió la noticia de que su amigo había partido con destino a la casa del padre. Lloró y oró junto a todos los fieles de la parroquia esta inestimable pérdida.

Llegado el momento de volver a su país, en la despedida del obispo, Monseñor Benítez, éste le pidió intercediera ante el Obispo de Salamanca, para designar a uno o dos voluntarios que vinieran a tomar la posta dejada por el inolvidable P. Yubero.

Vuelto a su diócesis, y entregado el pedido al Obispo de su diócesis, no encontraron respuesta, ningún voluntario se ofreció.

Un tiempo después, recibió un telegrama del Monseñor Benítez que expresaba “S.O.S, NECESITAMOS UN SACERDOTE PARA VIRGEN DEL CARMEN”

El corazón generoso del P. Leoncio no podía olvidar el llanto y el desconsuelo de los fieles de esa parroquia a la que le tocó acompañar y contener, y se puso a disposición del Obispo para tomar ese lugar.

Su obispo, sin mucho entusiasmo con la idea de desprenderse de su servicio ministerial, trató de disuadirlo, pero la vocación misionera del P. Leoncio fue más fuerte, y obtuvo el permiso del Obispo de Salamanca para emprender a los 72 AÑOS, esta nueva misión.

Nuevo destino: la Pquia. Virgen del Carmen, en Asunción, Paraguay.

Llegó a la Parroquia el 25 de enero de 1999, tomó posesión pastoral de la misma en los primeros días de febrero, de manos del Arzobispo, Monseñor Benítez.

Se presentó con sencillez y naturalidad, nunca cambió un ápice del pastoreo del padre Yubero, se ganó el corazón de todos los parroquianos, respetó su dolor, su duelo y fue animando a la comunidad a honrar su memoria y a seguir instaurando lo más parecido al Reino de Dios en la comunidad.

El padre Leoncio es para los miembros de esa comunidad “lo más parecido a la idea de Dios Padre que tenemos: un padre amoroso, generoso, dedicado con alma y vida a sus feligreses, un padre lleno de bondad que dispensó a raudales los signos de salvación que nos dejó Jesús en sus Sacramentos”, comentan.

Actualmente, cuenta con 93 años y se encuentra colaborando en la Capellanía Virgen de la Asunción (Seminario Metropolitano).

Escrito por: Teresa Monges-ex-Secretaria de la Parroquia Virgen del Carmen.
Imágenes de archivo.