FAMILIAS UNIDAS A CRISTO FRUCTIFICARÁN EN EL AMOR
Queridas familias de la Arquidiócesis
Queridas familias de Paraguay
Hermanas y hermanos en Cristo:
Por ley de la nación, este cuarto domingo de abril está dedicado a la familia en el Paraguay, con el objetivo de resaltar su rol fundamental como cimiento de la sociedad. Este año lo celebramos en el contexto del quinto domingo de Pascua, camino ya a Pentecostés.
Tal es la centralidad e importancia de la familia que el mismo Dios necesitó de una familia humana para encarnarse y así realizar su proyecto de salvación, destinado a orientarnos por el camino de la Vida, apartarnos y rescatarnos del pecado y de la muerte y darnos nueva vida, vida eterna, por medio de la resurrección de Jesucristo.
En la primera lectura escuchamos las tensiones que vivieron las primeras comunidades cristianas para aceptar a Saulo y la importancia de la figura de Bernabé para mediar y dar testimonio a favor del que fue perseguidor, diciendo que éste vio al Señor, se convirtió y predicó con vehemencia y convicción en nombre de Jesús Resucitado.
El Señor salió al encuentro de Saulo descaminado, para enderezar sus senderos. Se dejó ver y andar. El Señor lo penetra con su mirada de amor y su corazón de piedra se transforma para latir el amor encarnado.
El tema de la segunda lectura San Juan dice: Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. Pero antes, nos exhorta: No amemos solamente de palabra, amemos de verdad y con las obras.
Estar unido a la vid es recibir su savia y su vida. Estar unido a Cristo es vivir en comunión con él, es dejarse alentar por él; que su Espíritu nos inspire y nos vivifique. Se realiza, naturalmente, a través de la escucha, la oración, la colaboración, los compromisos, el amor dadivoso. La savia es también la sangre de la Eucaristía que nos nutre y alimenta.
La liturgia de la Palabra de este quinto domingo de Pascua nos ilumina para profundizar sobre el significado de la familia, en este día nacional de la familia.
A ejemplo de la Sagrada Familia, la familia es trasmisora de la savia de la fe, la esperanza y caridad. Su misión es injertarse en la Vid verdadera que es Cristo.
La Iglesia tiene la misión y la responsabilidad, aunque reconocemos con dolor que no hemos hecho lo suficiente, de que los valores del evangelio lleguen, penetren y transformen las personas, las familias, la comunidad y la nación como familia. Este es un compromiso y opción pastoral prioritaria; como lo es para las muchas familias y movimientos que han hecho una opción por sus propias familias, como santuarios hogares, misioneras, orantes, solidarias, acogedoras de niños, ancianos, indígenas y campesinas, protectoras de la vida humana desde el vientre materno, que son luz y fermento en la sociedad para seguir tejiendo redes de vida y esperanza.
El Estado paraguayo reconoce la familia como fundamento de la sociedad en el artículo 49 de la Constitución Nacional y dispone que se promoverá y se garantizará su protección integral. La familia es la unión estable entre el hombre y la mujer, los hijos y la comunidad que se constituya con cualquiera de los progenitores y sus descendientes.
Los padres tienen el derecho y la obligación de cuidar de los hijos, en tanto que los hijos mayores de edad están obligados a prestar asistencia a sus padres en caso de necesidad. (Art. 53).
La familia, conformada por el hombre y la mujer, y los hijos, es la célula original de la vida social. Es la comunidad de amor, de oración, de perdón y reconciliación. Así también, en el diálogo y perdón mutuo se fortalece la relación de la comunidad.
Declararse pro vida y pro familia requiere valentía y coraje, generosidad y altruismo, empatía y patriotismo. Que sea demostrable y comprobable ser pro, (que no sea solamente un slogan publicitario o proselitista) con una conducta honrada y que las decisiones políticas apuntalen la cohesión y el fortalecimiento del núcleo familiar. Trabajar y fortalecer su soberanía, desgajada y debilitada en su dignidad por múltiples factores de pobreza que la vuelven vulnerables; requiere del Estado oportunidades de empleo digno, con acceso a la vivienda, a educación y salud de calidad, con seguridad y protección social. Esto exige apartarse de la corrupción, luchar contra la impunidad y comprometerse a trabajar por la vigencia del Estado Social de Derecho.
Esa defensa de la vida y de la familia, encuentra pleno respaldo en la Constitución Nacional y en las leyes de la República. Se trata de cumplirlas y hacerlas cumplir. Esa es la responsabilidad primera de los que ocupan cargos de responsabilidad pública. Ese es el juramento y compromiso que hicieron al asumir sus funciones. En especial, a los políticos católicos les recordamos que para la Iglesia, la política es la mayor expresión de la caridad porque busca el bien común.
Pero para conseguir todo esto hace falta que seamos fieles a la voluntad, al Proyecto del Padre; no echarse atrás en las circunstancias difíciles, aunque eso nos cueste incomprensiones, persecución y renunciamientos. No renunciamos a soñar la Patria Soñada de hermanos libres de la opresión.
Así, la fidelidad, el amor y la profunda convicción de que el Padre nos ama harán desaparecer en nosotros todos los miedos que pudieran paralizarnos, que pudieran esterilizarnos en nuestra misión; y con la fidelidad, el amor y la convicción de que Dios nos ama, seremos los sarmientos unidos a la vid y daremos, en abundancia, los frutos de amor y justicia que Dios espera de nosotros y que nuestra sociedad reclama.
Recordamos hoy, a la Beata María Felicia de Jesús Sacramentado, que hace 65 años, el 28 de abril de 1959 de madrugada, en su agónico último suspiro exclamaba: ¡Que dicha el encuentro con mi Jesús!. Con la ofrenda de su vida Chiquitunga, sumida en Su Palabra, sigue proclamándonos la majestad y el amor de Dios. Ella es testimonio elocuente de la fértil verde rama unida a la Vid verdadera. Ella, nutrida con unción y honda devoción de la Sagrada Hostia se ha dormido diciendo ¡Soy muy feliz! para despertarse en las promesas de la resurrección. Que el jazmín de santidad de nuestra Beata Chiquitunga siga perfumando y contagiándonos de la alegría del Evangelio.
Así sea.
Asunción, 28 de abril de 2024.
+ Adalberto Cardenal Martínez Flores
Arzobispo Metropolitano de Asunción
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